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Óscar Muñoz: con cara de niño ganó Bronce en Londres 2012

“Hace dos años perdió en los Intercolegiados con un niño de Bogotá”, dijo el metodólogo del Comité Olímpico Colombiano, Eduardo González, frase que resume el acelerado avance deportivo de Oscar Muñoz Oviedo.

9 de agosto de 2012 Por: ALBERTO GALVIS RAMÍREZ - Colprensa – COC

“Hace dos años perdió en los Intercolegiados con un niño de Bogotá”, dijo el metodólogo del Comité Olímpico Colombiano, Eduardo González, frase que resume el acelerado avance deportivo de Oscar Muñoz Oviedo.

Nunca fue consciente de los triunfos que iba logrando en su corta carrera deportiva; cuando clasificó y llegó a los Juegos Olímpicos, no conocía la dimensión de haber ganado el derecho de estar al lado de los mejores atletas del mundo, y en una dimensión particular.Hoy, con la medalla al cuello, tampoco sabe qué le pasó, porque apenas hace dos años era un competidor más, muy talentoso, sí, de los Juegos Intercolegiados, y fue derrotado por un pequeño bogotano de 17 años, tan joven como él.Sentado en la rueda de prensa realizada por el Comité Olímpico Colombiano, a la 1:00 de la madrugada del jueves 9 de agosto, en el Hotel Novotel, de Londres, Óscar Muñoz mostró todo el tiempo su cara de niño sorprendido de ver a tantos periodistas de todo el mundo, que de pronto se interesaban por él y por sus respuestas.No supo el alcance de su hazaña y, tal vez, pase un tiempo sin que se entere, durante el cual recibirá invitaciones, se tomará fotografías y escuchará promesas, como la de una casa que le hiciera el alcalde de Valledupar.Esta ha sido una constante en la vida de Muñoz: hacer un recorrido importante, sin darse cuenta o sin pararle muchas bolas, porque el deporte lo disfruta como un niño disfruta un juguete.DE PILATUNA EN PILATUNA LLEGA AL TAEKWONDOHijo de Humberto Pompilio Muñoz, jardinero de profesión en el Parque Cementerio Ecce Homo, de Valledupar, y de Wany Oviedo, ama de casa y educadora de sus hijos, Olson, Humberto, Daivis, Lucía, Oscar, Rigor y Juan Pablo, todos, menos el menor que es de Valledupar, nacidos en El Difícil, Magdalena, el hoy medallista olímpico fue un niño travieso, como sigue siendo su hermano menor, a quien apodan ‘El pillo’.De pilatuna en pilatuna llegó al taekwondo hace 10 años, a manos de Irma Gómez, sólo por molestar, como lo dice, y no cambió su forma ligera de ver la vida ni siquiera cuando empezó a consagrarse en torneos infantiles, júnior y juveniles, inicialmente como el mejor de su departamento y, luego, del país. Igualmente continuó sus estudios en el Colegio Francisco Molina Sánchez, en el cual cursa el undécimo grado.A los 12 años llegó a manos del técnico Álvaro Vidal, quien vio en él a un talento, con características diferentes a las de todos los taekwondistas que había manejado, porque “además de su estatura, alcance de piernas y disciplina, tenía una actitud aguerrida y mucha malicia indígena, elementos tan necesarios en esta disciplina”. Cuando tenía 13 años hizo lo que sólo los genios del deporte pueden hacer: se consagró como el mejor de su región en todas las categorías, incluida la de mayores. En 2008 tocó la de mayores, al ganar bronce en los Juegos Nacionales, y obtuvo el Cinturón Negro.Mientras esto ocurría, Muñoz cuenta que “sólo se dedicaba a jugar, a divertirse, no a tomar el deporte como algo serio”. Y esta actitud descomplicada lo llevó a importantes escenarios del mundo, como los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, en los cuales saboreó las mieles de los sueños, pero también el sabor amargo de la derrota, por razones extradeportivas.En efecto, a pesar de ser un portento del taekwondo, a los 18 años, en los Panamericanos sufrió una grave lesión, un desgarro del aductor, salió en silla de ruedas y finalizó quinto en su categoría, posición humillante para un hombre de sus proyecciones.QUERÉTARO, EL PARTIDOR HACIA LONDRESPocos días después se realizaría el torneo Preolímpico, en Querétaro, México, la oportunidad de lograr una casilla para los Juegos Olímpicos Londres 2012. Era poco probable que alcanzara a recuperarse.Sin embargo, el área médica del Comité Olímpico Colombiano, encabezada por Mauricio Serrato, lo remitió a Bogotá, al Centro de Alto Rendimiento, en donde lograron recuperarlo en tiempo record, para que viajara a la búsqueda de esa casilla.Y la consiguió en esa participación. Comenzaba para él un nuevo capítulo, que lo conduciría a los Juegos Olímpicos.EL GALLO TAPAO COLOMBIANOEl caso de Oscar Muñoz se parece al de Helmut Bellingrodt en los Juegos Olímpicos Munich 1972: era un ‘gallo tapao’, en quien creían él y sus más cercanos colaboradores, además del hoy Fiscal del COC, ex presidente de la Federación Colombiana de Taekwondo, Hélder Navarro Carriazo.Nuestro primer contacto con Oscar Muñoz ocurrió en la Villa Olímpica. Su timidez y carácter retraído no mostraban la ferocidad que exhibe en un escenario. Creímos que sí, pero que no, porque le faltaba algo. Ahora comprendemos que un genio no requiere demostrarle a nadie con palabras, lo que sabe demostrar con hechos. Además que su parquedad era producto no de la inseguridad, sino de la timidez y de su espíritu aún infantil.En la noche del miércoles repitió ante los periodistas de todo el mundo hasta el cansancio, que aún no creía que su medalla fuera realidad y mantuvo su cara de sorpresa todo el tiempo. “Espero despertar mañana y pellizcarme para saber que es verdad”, dijo. En la mañana del jueves repitió: “Me pellizqué y sigo pensando que es un sueño”. Después, en su primer día de reinado, respondió las entrevistas que ya no eran para la emisora parroquial de Valledupar, sino para los más importantes medios de comunicación del mundo, que querían escuchar las impresiones, así fuera lacónicas, del más joven medallista olímpico de la historia de Colombia.

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