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Luis Bedoya: de zar del fútbol a perseguido por la justicia

Así como escaló muy rápido, de la misma forma cayó de su pedestal el ex presidente de la Federación, Luis Bedoya.

3 de diciembre de 2015 Por: Redacción de El País

Así como escaló muy rápido, de la misma forma cayó de su pedestal el ex presidente de la Federación, Luis Bedoya.

De la gloria al infierno en poco tiempo. Así se podría resumir la vida, obra y carrera de Luis Bedoya, el dirigente del fútbol colombiano que tuvo gran poder durante los nueve años que manejó la Federación, y que hoy atraviesa grandes problemas con la justicia norteamericana por casos de corrupción.

Precisamente este jueves la fiscal general estadounidense, Loretta Lynch, aseguró que Bedoya aceptó dos cargos: asociación ilícita para delinquir y conspiración para cometer fraude. Además, ofreció devolver el dinero recibido por los casos de sobornos.

Bedoya pasó de ser un vendedor de ropa deportiva en Pereira en los años 80, a ostentar el poder de la Dimayor en los 90 y luego a asumir el control del fútbol colombiano con su arribo al máximo cargo de la Federación en el año 2006.

Nacido en Bogotá hace 56 años, Bedoya se crió en Pereira luego de que sus padres se separaran y de que doña Ligia, su madre, decidiera echar raíces en la capital del Risaralda. Fue allí donde comenzó a trabajar para ayudar al sostenimiento de un hogar que complementaban sus hermano Jaime y Orlando.

A la par del rebusque diario en un almacén de ropa deportiva, el hoy cuestionado dirigente comenzó estudios de administración de empresas en la Universidad Católica de Pereira.

Su vida dio un cambio radical cuando en 1986 se encontró con León Londoño Tamayo, entonces presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, quien necesitaba a una persona que manejara el tema de la logística y de los derechos de transmisión del Suramericano Sub 20 que se desarrolló un año después en varias ciudades del Eje Cafetero.

Ese fue su primer gran contacto con el fútbol. A Bedoya le fue tan bien en su trabajo, que además de conocer y de cumplirle a León Londoño, también conoció a Jorge Correa Pastrana, quien para la época era presidente de la Dimayor. El premio fue el ofrecimiento de un puesto en la entidad que manejaba el torneo colombiano y Bedoya, sin dudarlo, empacó maletas y se fue para Bogotá.

En la capital colombiana comenzó un proceso de aprendizaje, de contactos y de propuestas que fue reconocido por los demás directivos del fútbol colombiano. Comenzó como coordinador de los derechos de transmisión de los diferentes partidos del campeonato, y también fue el encargado de las acreditaciones para los periodistas.

Luego pasó a la secretaría general, siendo la mano derecha de Correa. Su efectiva labor en todos los campos en los que estuvo desde su arribo de Pereira fue recompensada llegando nada menos que a la presidencia de la Dimayor.

En ese cargo estuvo cuatro años cuando dio el gran salto a la presidencia de la Federación Colombiana de Fútbol. Bedoya fue ungido como sustituto del vallecaucano Óscar Astudillo por los dirigentes del fútbol profesional y de la rama aficionada. Llegó a ese cargo en el 2006 y desde esa fecha, hasta el mes pasado cuando se vio obligado a renunciar, fue el zar del balompié colombiano.

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Durante los nueve años en que estuvo como Presidente de Colfútbol, el dirigente vivió las verdes y las maduras. Tomó una Federación con limitaciones económicas, le tocaron los fracasos para el Mundial de Sudáfrica 2010 y de varias copas América; removió a varios técnicos de Selección como Reinaldo Rueda, Jorge Luis Pinto y Leonel Álvarez, y en las categorías juveniles también recibió duros reveses.

Pero de igual forma organizó la casa, la comenzó a reestructurar, emprendió un agresivo plan de mercadeo consiguiendo más de diez patrocinadores de alto nivel para la Selección, mandó a construír una moderna sede deportiva en Bogotá, contrató a José Pékerman como seleccionador nacional y redondeó su faena con la clasificación al Mundial de Brasil 2014 y la posterior e histórica actuación del equipo en ese certamen orbital.

Pero mientras Bedoya, una persona tranquila, calmada y de pocas palabras, se codeaba con las mieles del éxito, por otro lado las autoridades norteamericanas comenzaban un silencioso y juicioso trabajo de carpintería para confirmar y desenmascarar un secreto que se escuchaba en todos lados: los ríos de dinero que entraban y salían de los bolsillos de los dirigentes del fútbol mundial, como pagos por ceder a dedo los derechos de transmisión de varios torneos.

La investigación duró unos meses y por eso hace poco la Fiscalía de Estados Unidos denunció y capturó a varios directivos, acusándolos de haber recibido sobornos por la designación de algunas sedes para los próximos mundiales, y por haber entregado a varias empresas los derechos de transmisión de las Copas Américas.

Viendo que el cerco se le cerraba Bedoya decidió renunciar a su cargo y entregarse el mes pasado a las autoridades de Estados Unidos, aceptando dos cargos y esperando un desenlace sobre su futuro.

De esa manera, acorroladado por las autoridades en Nueva York, terminó la carrera dirigencial de un hombre que pasó de ser un vendedor de ropa deportiva en Pereira a máximo dirigente del fútbol colombiano.

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