El pais
SUSCRÍBETE

Los lunares del Mundial Sub 20 en el Pascual Guerrero de Cali

Aunque el estadio Pascual Guerrero luce a la altura para el Mundial Sub 20 de Fútbol, las autoridades en Cali deben revisar el servicio que se presta al aficionado mientras disfruta del juego. Precios exagerados y pocos insumos, dos aspectos por evaluar.

31 de julio de 2011 Por: Evelyn Rosero Ramírez | Subeditora de Elpais.com.co

Aunque el estadio Pascual Guerrero luce a la altura para el Mundial Sub 20 de Fútbol, las autoridades en Cali deben revisar el servicio que se presta al aficionado mientras disfruta del juego. Precios exagerados y pocos insumos, dos aspectos por evaluar.

Sencillamente ¡espectacular! así quedó el estadio Pascual Guerrero, orgullosamente una de las sedes del Mundial Sub 20 de fútbol en Colombia. Sin embargo, son la deficiente atención al público y los problemas logísticos en los puntos de venta de comidas algunos lunares por corregir para ser unos verdaderos anfitriones y no ofrecer solo una cara bonita.35.000 aficionados llenaron el estadio Pascual Guerrero en Cali para la primera jornada futbolera del Mundial Sub 20 en la ciudad. Algunos llegaron hasta el Pascual para vivir de cerca la contienda deportiva con las selecciones visitantes, otros simplemente quisieron contagiarse del ambiente festivo que rodea este certamen deportivo y otro tanto llegó hasta allí con la excusa de ver con sus propios ojos los nuevos acabados del remodelado estadio Guerrero y saciar su curiosidad.En las circunstancias que sea lo que si es cierto es que los miles de caleños y turistas que estuvieron por cinco horas visitando el Pascual para la inauguración buscaban algo más que un recinto hermoso y deslumbrante. Buscaban sentirse como en casa.Según requerimiento Fifa, está prohibida la venta de comida ambulante así como el ingreso de la misma por cuenta propia, pero la que se vende en los pocos puestos asignados para ello dentro del Pascual fue por lo menos insuficiente para la gran masa de espectadores que asistió a la inauguración y que además debía pagar precios exagerados para obtenerla pues no tenía más opción.Cito casos como el de una gaseosa dos litros por 20.000 pesos cuando en las tiendas o supermercados no sobrepasa los 4.000 pesos o el de un paquete de papas fritas por 7.000 pesos, el doble o más de lo que cuesta normalmente. Para colmo, tampoco habían los insumos necesarios para servir los productos. Se acabaron los vasos para las bebidas y en medio del segundo partido de la primera jornada del mundial ya había escaseado la comida dispuesta para la venta. "Lo siento todo se acabó y no queda más en bodega", le dijo una vendedora a un espectador que no tuvo más que retirarse de la kilométrica fila que había hecho para comprar algo. Una respuesta inaceptable si se tiene en cuenta que en eventos como éste la oferta de comidas y bebidas que sirven para soportar largas jornadas de estos duelos deportivos debe ser mayor a la demanda que pueda presentarse y más cuando el aficionado paga los altos costos adentro porque no puede ingresar comida ni bebidas. No es posible decir "no hay más" cuando hay niños en medio de los fieles espectadores y tampoco es concebible que para atender a miles sean pocos los vendedores para despachar los pedidos.Así las cosas, aunque aún quedan pendientes la cubierta y los palcos en oriental, las autoridades no perdieron detalle para que los visitantes encontraran un entorno espectacular donde disfrutar cada partido, pero eso sí no previeron los protocolos para lograr que la estadía fuera 100 por ciento satisfactoria.Lo que queda es pedirle a las autoridades que revisen este tipo de situaciones para que la estadía en el Pascual durante el Mundial sea tan memorable como su fachada.

AHORA EN Deportes