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Liliana Palmera: Una 'Tigresa' con los guantes bien puestos

La boxeadora costeña es la única campeona del mundo que tiene Colombia. Con esfuerzo y dedicación consiguió ser campeona a los 34 años y ahora sueña con poder comprar su propia casa.

21 de marzo de 2016 Por: Por Leonard Gutiérrez Bueno, reportero de El País

La boxeadora costeña es la única campeona del mundo que tiene Colombia. Con esfuerzo y dedicación consiguió ser campeona a los 34 años y ahora sueña con poder comprar su propia casa.

Apenas llegaba a la mayoría de edad, comenzaba a estrenar cédula y el cuerpo de mujer solo se insinuaba, cuando Liliana Palmera Bravo tuvo que aguantarse ‘cipote’ trompada de la panameña Ana Pascal.

“Un día,  el profesor Seferino Sánchez  me dijo que  me veía estampa de boxeadora, que si quería entrenar, y ajá, a mí me pareció que había que probar y me quedó gustando”, asegura de forma desparpajada la única campeona mundial que tiene Colombia en la actualidad, quien se acuerda de ese día que cambió el curso de su vida, antes de tomarle cariño al entreno a las 4:00 de la mañana y un amor masoquista a los puños.

“Recuerdo muy bien que la primera vez que me puse los guantes y me subí a un ring me reventaron toda la boca. Quería desquitarme, pero era duro porque yo apenas aprendía y la otra muchacha ya tenía experiencia”, asegura esta rubia costeña que nació en el corregimiento de Las Palomas, a 40 minutos de  Montería, uno de esos pueblitos empedrados de la costa.

Los primeros días de entrenamiento de Liliana fueron más de sufrimiento que de amor. La chica consentida de la familia no estaba acostumbrada a que le pegaran tanto y menos cuando sentía que en su casa no querían verle los moretones en la cara. “Deja eso que ese deporte es muy violento”, le decían don Pablo y doña Matilde, sus padres, aunque esos consejos con tono de regaño no iban hacer bajar los brazos de Liliana, quien, sin quererlo, comenzaba a edificar puñetazo tras puñetazo su propio destino.

Rapidito le tocó bailar con ‘la más fea’

“Lo mío fue muy de prisa, porque, la verdad, como amateur hice apenas unas cinco peleas y todo fue corto, pienso que me lanzaron muy rápido y de pronto eso me costó”, analiza Liliana, quien se encontró con su primera oportunidad de título mundial ante la panameña Ana Pascal en el 2001, en lo que, más que una opción, era como una exposición de carne de cañón, teniendo en cuenta la trayectoria y el poder de quien iba a ser su rival por el cinturón del título del mundo.

“Yo fui con una preparación muy buena, pero en el primer round con un cruzado de una me tiró al suelo. Me le levanté gracias a la preparación y le aguanté hasta el décimo round”, dijo Liliana, quien, aunque tuvo su primera gran experiencia, recuerda que hasta lloró para montarse al avión.

No solo fue alejarse de su familia o montarse a ese aparato gigante de cuatro turbinas lo que le generó temor. Fue ese porte rígido de su contrincante, con más apariencia de hombre que de mujer, con la que se iba a pegar de tú a tú. Fue apenas unas horas antes de montarse al cuadrilátero, cuando vio por primera vez a quién iba a enfrentar.

“Con solo verle la cara a Ana Pascal me asusté, más aún cuando la vi en el pesaje y su físico era de hombre, mientras que a mí me decían que era una niña. Pero me dije ‘ya estoy acá y no me puedo tirar para atrás’”, recuerda ahora Liliana con una sonrisa eterna.

El destino la enfrentaría dos veces más con la Pascal, pero el resultado no cambiaría, la panameña siempre la superó, aunque ella le dio pelea.

La ‘Tigresa’

“El encargado de ponerme ese apodo fue un árbitro de Montería que se llama Gabriel Sánchez. Él siempre me llevaba una bata que decía así, y mucha gente, al ver cómo luchaba en cada uno de mis combates, fue haciendo eco de eso, y pues se quedó”, dice la boxeadora, quien ha demostrado en sus combates que no se entrega y ha hecho de la rapidez en el ring una de sus mejores virtudes.

Todos los días, a las 4:00 de la mañana, suena el despertador en la casa de la campeona del mundo. Aún no hay luz, la oscuridad y el frío mañanero  harían pensar a más de uno si pone un pie fuera de la casa o no, pero para Liliana Palmera esa es una obligación si quiere lograr sus sueños.

Después de dos horas de entreno la costeña llega a  casa para hacer el desayuno de sus hijos y su esposo, para nuevamente volver a salir y continuar su preparación. Madre, esposa y boxeadora, se podría decir fácilmente que Liliana no es solo campeona en el ring, sino en la vida.

“Esto es duro porque muchas veces estoy muy cansada y hasta se me quitan las ganas de hacer las cosas en la casa, pero esto hay que hacerlo por amor y es lo que me gusta”, dice la pegadora.

La campeona del mundo

El 24 de octubre de 2014, la ‘Tigresa’ dio su primer zarpazo cuando por fin llegó el premio a tanto esfuerzo, con el título  mundial interino del peso Supergallo de la Asociación Mundial de Boxeo ante la venezolana Ana Lozano, en el municipio de Puerto Colombia.

Después vendrían para la colombiana tres defensas del título mundial ante la venezolana Alys la ‘China’ Sánchez, la panameña Chantal Martínez y Liliana Martínez, de República Dominicana. Las tres fracasaron en el intento de quitarle el cinturón a la costeña.

“Liliana es una boxeadora que en un comienzo perdió mucho tiempo, pero ha venido haciendo un buen trabajo y estoy convencido de que Colombia tendrá una campeona del mundo por mucho rato”, aseguró Alberto Agámez, quien es el representante de la pegadora nacional.

Liliana tendrá en el mes de mayo la cuarta defensa de su corona y aunque aún no hay una rival, lo más seguro es que el combate se realice en Montería o Sahagún.

Los sueños que quiere hacer realidad

“La verdad es que siempre he peleado porque anhelo tener mi propia casa. Yo vivo arrendada y pues quiero cambiar eso, busco que cuando me retire poder quedar con lo mío y dejarle algo a mis hijos. Por eso estoy preparada para lo que venga y a enfrentarme con las que me toque”, explicó Liliana Palmera, quien busca por medio de los puños hacer a un lado las dificultades que le ha tocado vivir para que sus hijos tengan algo diferente.

Sus niños son el ‘motor’ fundamental de la vida de la campeona del mundo.

“Por  ellos es que hago muchas cosas, que tengan la posibilidad de estudiar y se preparen bien y tengan cómo ser profesionales. Esta vida del boxeador es muy dura y, si les gusta, pues no me queda nada diferente que apoyarlos, pero tampoco les voy a meter este deporte por los ojos”, dice Liliana, quien nunca se imaginó entrenar un deporte diferente al softbol.

 Liliana solo espera la hora de volver a subir al ring para defender por cuarta vez la corona de campeona y el cinturón con el que sabe que muchos de sus sueños se pueden hacer realidad. Lo que sí es cierto es  que la única campeona mundial de Colombia luchará como una ‘Tigresa’ en el ring.

Frases

"Ella tiene grandes capacidades como boxeadora, y como persona es muy dedicada y lo entrega todo en cada uno de sus entrenos”, Alberto Agámez, Representante. "Cuando llega  la pelea, la verdad es que eso ya es un descanso para uno, lo realmente complicado es la preparación que hay que hacer”, Liliana Palmera, Boxeadora. "A mis hijos no les gusta que yo esté metida en este deporte, les parece que es muy violento. Ellos le piden a Dios que gane, pero no les gusta nada”, Liliana Palmera, Boxeadora.
 
Más palabras de la campeona "A mí me gusta entrenar,  pero tengo ya muchas ganas de que llegue la próxima pelea, porque quiero sacarle provecho  a esta oportunidad tan grande que me ha dado Dios", dijo la pegadora. "A pesar que no  tenía apoyo de mucha gente, siempre seguí entrenando y entrenando y sabía que algún día  Dios me iba a entregar la oportunidad de ser campeona", explicó Palmera. "Mucha gente le  dijo a mi entrenador que para qué me entrenaba, que ya estaba muy vieja, pero siempre  es Dios el que da la última palabra en todo", aseguró la ahora campeona.
   

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