El pais
SUSCRÍBETE

- AMÉRICA DE CALI

La tragedia que hace 35 años empañó el clásico Deportivo Cali Vs. América

El 17 de noviembre de 1982 Cali vivió una de sus noches más tristes, cuando 22 hinchas murieron y 200 resultaron heridos luego de que una de las rampas de la tribuna sur del Pascual colapsara por una orinada, durante un clásico vallecaucano.

17 de noviembre de 2017 Por: Daniel Molina Durango - Reportero de El País

En la noche del 17 de noviembre de 1982, la tragedia llegó cuando la fiesta se estaba acabando. Sobre las 10:40 p.m., mientras el árbitro argentino Teodoro Nitti pitaba el final de un clásico Cali Vs. América, en el que ambos equipos dejaron el alma (empate 3-3), 22 personas perdían la vida en una de las rampas de la tribuna Sur del Pascual Guerrero.

La razón de la catástrofe, 35 años después, sigue pareciendo increíble. El partido parecía liquidado (América lo ganaba 3-1) y por eso algunos hinchas empezaron a abandonar Sur con prisa, para poder tomar sin congestión el bus para volver a casa. Sin embargo, quienes salían empezaron a apurar su paso por la rampa, porque desde arriba de la tribuna varias personas los estaban orinando.

Lo que nadie se imaginó fue lo que ocurrió después: en la cancha, Cali logró el descuento y luego obtuvo un agónico empate con anotación del delantero uruguayo Carlos Amaro Nadal, lo que produjo que muchos aficionados se devolvieran a ver los instantes finales del juego, encontrándose con los que salían apresurados para evitar ser orinados.

Eso hizo que la rampa colapsara y que jóvenes, ancianos y hasta niños quedaran atrapados. Fue tanta la congestión que una de las barandas se desplomó. Hubo caídas, gente con los huesos quebrados y personas asfixiadas. Todo por un gol y una orinada.

***

El clásico que Cali y América disputaron esa noche, por la quinta fecha del octogonal final del campeonato, era imperdible. Los rojos llegaban al duelo como líderes, mientras que los verdiblancos llegaban solo un punto por debajo.

La expectativa era total, porque la ‘Mecha’, dirigida por Gabriel Ochoa Uribe, contaba con figuras como el arquero Julio César Falcioni, el defensa Luis Eduardo Reyes y el goleador Juan Manuel Battaglia, mientras que en los ‘azucareros’, que eran orientados por el argentino Miguel Basílico, los que figuraban eran el golero Pedro Antonio Zape, el magnífico Willington Ortíz y el artillero Carlos Amaro Nadal.

“La final que todos quieren”, tituló el Diario El País en la previa del juego. “Una lucha sin concesiones, abierta, espectacular, será la de hoy en el Pascual”, decía el sumario.

A pesar de que esas líneas estaban muy bien escritas, en realidad se quedaron cortas. En ese partido, las dos escuadras jugaron, con empuje y buen fútbol, uno de los mejores clásicos de la historia. Willington Ortíz adelantó al Cali, pero América remontó con un gol de Battaglia y dos del ‘Martillo’ Penagos. Roberto Mosquera descontó para los azucareros y Nadal puso el 3-3.

Luis Eduardo Reyes, capitán americano de ese entonces, dice que ese fue uno de los mejores clásicos que jugó. “América y Cali eran equipos sólidos, con jugadores de jerarquía y que se preocupaban por dar espectáculo. Lástima que haya terminado como terminó, nosotros no supimos de eso sino hasta horas después”.

Esa noche, muchos futbolistas se fueron a dormir sin saber que había ocurrido una pesadilla en el estadio.

***

Alfonso Vargas Carrillo, en ese entonces, era socorrista de la Cruz Roja. Esa noche fue el coordinador del evento por parte de esa organización. Cuenta que desearía no acordarse más de lo que pasó aquel día.

“Yo estaba en la pista atlética del estadio con la Policía, cuando vino gente desesperada gritando que la tribuna Sur se había caído. Yo miré, pero la tribuna estaba intacta, entonces salimos corriendo a las afueras y vimos esa escena tan horrible. Gente tirada, sangrando”, rememora.

Vargas relató cómo empezó a salvar vidas. “Tuve mucho pánico al principio, pero el ver la situación llamé a todas las unidades, pedimos ambulancias y el tránsito cerró toda la quinta para llevar a los heridos al Hospital Departamental. No habían camillas suficientes, los policías empezaron a cargar gente con sus escudos”.

Vargas, de la Cruz Roja, afirma: “Me acuerdo de un señor que quedó atrapado en uno de los tubos de la rampa, apenas lo sacamos, murió por sobrepresión sanguínea”.

Rosa Elvira Ramírez, en ese entonces de 21 años, estuvo ese día en Sur y vive para contar esa experiencia, curiosamente, porque el miedo la salvó. “Fui a ese partido con mi novio y cuando la gente empezó a salir rápido yo le dije que esperáramos un poquito más para irnos, porque siempre le he tenido miedo a los tumultos. Cuando salimos el panorama era terrible, había gente pisoteada y muerta en el suelo. Fuimos al Hospital a ver si había algún conocido y vimos muchas personas fracturadas. Ese día nos salvamos porque me dio miedo salir rápido”.

Rafael Araújo Gámez, conocido como ‘el narrador que Cali consagró’, relató ese partido para RCN. Cuando se acabó la transmisión, de inmediato corrió hacia el sector Sur del estadio para ver lo que había ocurrido. “Fue una tragedia terrible. La imagen más potente que tengo de ese momento fue la de un niño, que con los ojos desorbitados gritaba “¡¡¡Mamá!!!, ¡¡¡Papá!!!”, un socorrista lo tomó en sus brazos y empezó a ayudarle... no sé si pudo encontrar a sus papás”, recuerda Araújo.

Al otro día, la ciudad amaneció con la conmoción de la noticia: 22 muertos y 200 heridos tras el clásico. Hubo un sepelio para las víctimas. Los jugadores ayudaron a esas familias. Y el alcalde Julio Riascos aseguró que iban a condenar a los causantes de la tragedia, pero esas palabras, al igual que las víctimas, quedaron en el olvido.

"Pensé: si no era gol, quizá no hubiera pasado nada": Amaro Nadal

Carlos Amaro Nadal (Uruguay, 1958) llegó a las filas del Deportivo Cali en 1982 y le bastaron pocos partidos para convertirse en ídolo.

Delantero potente, luchador incansable en el área y certero cabeceador, marcó 45 goles en 106 partidos con la camiseta verde entre el 82 y el 85.
Uno de esos goles significó el empate a tres de los azucareros en el clásico de la tragedia, que produjo que los hinchas de Sur que querían regresar a ver los instantes finales del juego, chocaran con los que salían corriendo para evitar ser orinados.

Desde su natal Uruguay, Nadal dialogó con El País sobre esa noche en la que el buen fútbol exhibido por Cali y América pasó a un segundo plano.

¿Cómo se enteró de la tragedia?
Siempre comento que esa es la tragedia más fuerte que me tocó vivir. Yo no me enteré de lo que había pasado sino hasta mucho después del partido. Tras el empate, que fue sobre el final y nos dio mucha alegría, me duché y me fui para mi casa. Ya en mi hogar empecé a recibir llamadas y a escuchar por la radio todo lo que había pasado y la verdad me sentí apenado, porque quién iba a pensar que por un gol había empezado todo ese desastre.

¿Qué hizo cuando supo lo que pasó?
Yo no lo podía creer, parecía como una película de terror. Quedé en ‘shock’, muy mal, porque yo pensaba que si hubiera tirado ese balón afuera, quizá nada de eso hubiera sucedido. Me parecía imposible que eso hubiera ocurrido. No me sentía culpable, pero me repetía que si esa pelota no entraba las cosas no se hubieran dado así.

¿Cómo era el ambiente en la ciudad al otro día?
No, muy mal. No me cabía en la cabeza que 22 personas hubieran fallecido por un partido de fútbol. Eso creo que fue producto de que en esa época no había tanta seguridad en esa clase de espectáculos. Visitamos algunos heridos pero la cosa no terminaba allí, solo el tiempo ayuda a curar esas cosas, porque nadie está preparado para recibir la muerte de esa manera.

¿Recuerda el gol?
Yo no sé por qué, pero tenía la fortuna de marcarle siempre al América. Cuando había clásico, ahí siempre estaba mi gol. Esa noche vino un centro desde la punta izquierda, yo estaba parqueado con mi marca cerca del primer palo y la única manera de definir era de taco. Empaté en esa situación extrema.

¿Qué lección de vida le quedó tras eso?
Creo que cuando uno es alguien público vive ese tipo de situaciones de querer ganar los clásicos, pero a veces la gente dramatiza mucho y se pone muy mal cuando su equipo pierde. No hay que perder el norte, hay cosas en la vida más bellas, como la vida misma. No se deben exceder.

AHORA EN Deportes