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La singular historia del árbitro Byron Moreno

Byron Moreno, detenido en Nueva York por posesión de heroína, era un perfecto desconocido en Europa hasta que llegó el Mundial de 2002. Allí, en tierras coreanas, Italia conoció a fondo a este árbitro ecuatoriano, seleccionado por la FIFA entre los mejores del mundo.

22 de septiembre de 2010 Por: EFE-Enlajugada

Byron Moreno, detenido en Nueva York por posesión de heroína, era un perfecto desconocido en Europa hasta que llegó el Mundial de 2002. Allí, en tierras coreanas, Italia conoció a fondo a este árbitro ecuatoriano, seleccionado por la FIFA entre los mejores del mundo.

Byron Moreno, detenido en Nueva York por posesión de heroína, era un perfecto desconocido en Europa hasta que llegó el Mundial de 2002. Allí, en tierras coreanas, Italia conoció a fondo a este árbitro ecuatoriano, seleccionado por la FIFA entre los mejores del mundo.Dirigida por el conservador Giovanni Trapattoni, Italia tenía un gran equipo, con figuras de la talla de Buffon, Panucci, Maldini, Nesta, Del Piero, Totti y Vieri.La "azzurra", tres veces campeona del mundo, aspiraba al título, pero en octavos de final se tropezó con Moreno y con un "gol de oro" anotado por el entonces jugador del Perugia Jiung Hwan Ahn en el minuto 117.Los italianos acusaron a Moreno de la despedida del Mundial por una serie de "errores", entre ellas un gol anulado a Tomassi y la expulsión de su estrella Totti en el minuto 102 por simular una falta. El media punta sostuvo después que había sido objeto de un claro penalti.La eliminación irritó a Italia entera y hasta el presidente del Perugia, Luciano Gaucci, llegó a proclamar que no le renovaría el contrato a Ahn, pero se retractó después. Al final, fue el delantero coreano el que se marchó.La FIFA cortó las actuaciones mundialistas de Moreno, le retiró el carné y le abrió una investigación que concluyó sin cargos, aunque no volvió a dirigir partidos internacionales.Moreno, que a los 26 años había recibido el carné FIFA para pitar encuentros internacionales, sí fue condenado por los italianos. Totti no dudó en calificarle de "gordo". "Le sobran 20 kilos, no puede correr y está siempre lejos de la acción", dijo.Luego, lo resucitaron en una de las operaciones comerciales más descaradas que se pueda imaginar. Moreno pasó de villano a héroe y en febrero de 2003 fue el "invitado de honor" del carnaval de Cento, uno de los más famosos de Italia.Su presencia incluyó una entrevista con el programa deportivo y de humor "Quelli che il calcio.." y hasta una conexión en directo con la cadena pública "Raidue", de cuyo espacio satírico "Stupido Hotel" había sido la estrella dos meses antes con un salario que, según algunas fuentes, alcanzó los 25.000 dólares.Singular también fue la explicación del productor del programa, Adriano Aragozzini, cuando le criticaron por usar fondos públicos para pagar a Moreno: "Necesitábamos un personaje negativo y por eso pensamos en el más odiado de los italianos".Nadie le puede negar a Moreno su vocación de árbitro: comenzó a dirigir partidos con 18 años después de jugar al balompié, primero como defensa y luego como delantero, lo que en su opinión le sirvió para saber cómo actúa un futbolista.Sus antecedentes eran temibles: en la Copa América de 1997, Moreno dejó a Argentina con 8 jugadores en sólo dos minutos en el partido contra Perú. La "albiceleste" perdió por 2-1 y seguramente tampoco olvidó al árbitro ecuatoriano. Un año más tarde, en un partido en Río de Janeiro entre el Vasco Da Gama y el América, expulsó a seis jugadores, dos del equipo brasileño y cuatro del mexicano.Todo cambió para Moreno en agosto de 2003, no sin antes coquetear con la política como candidato a concejal en la provincia de Pichincha, a la que se presentaba para sacar "tarjeta roja" a la corrupción. Perdió.En un partido del torneo ecuatoriano, Moreno permitió que se jugase durante 103 minutos y en el tiempo añadido la Liga Deportiva Universitaria de Quito anotó los goles que le dieron el triunfo por 4-3 sobre el Barcelona de Guayaquil.Moreno anunció su retirada el 9 de junio de ese año y responsabilizó al presidente de la FEF, Rómulo Aguilar, de maniobrar en su contra mediante las malas calificaciones que le otorgaban los inspectores de juego.

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