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El amor de sus hijos, la cábala de los jugadores de la selección Colombia

En el 3-3 ante Chile, en el Metropolitano de Barranquilla, duelo que confirmó la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil-2014, los futbolistas nacionales mostraron su principal amuleto: sus hijos.

13 de octubre de 2013 Por: John Eric Gómez - Colprensa

En el 3-3 ante Chile, en el Metropolitano de Barranquilla, duelo que confirmó la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil-2014, los futbolistas nacionales mostraron su principal amuleto: sus hijos.

Persignarse antes de entrar a la cancha, ponerse primero el guayo derecho, salir con una camiseta debajo del uniforme, dirigir con el saco de un color, decir una oración previa a un partido, convocar a un determinado jugador. Todas cábalas que dicen tener los jugadores de la Selección Colombia y el cuerpo técnico, pero ninguna comprobada. Sin embargo, en el 3-3 ante Chile, en el Metropolitano de Barranquilla, duelo que confirmó la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil-2014, los futbolistas nacionales mostraron su principal amuleto: sus hijos. Dulce María, Valentino, Pablo Josué, Yeilou y Salomé, fueron algunos de los pequeños que salieron en brazos de sus padres para los actos protocolarios. Cada uno de ellos miraba asombrado a las más de 40.000 personas que estaban en las tribunas mientras sus padres les susurraban al oído. Y es que los últimos compromisos de la Selección en Barranquilla se han convertido en una reunión familiar. El mismo José Pekerman celebró en el campo de juego junto a sus dos hijas. El ritual en esos encuentros es el mismo. Sus hijos los acompañan desde el camerino mientras sus esposas y familiares los esperan en la pista atlética para recibirlos tras los actos protocolarios. Ante Chile, los pequeños salieron vestidos con el uniforme de la Selección y algunos jugadores les dieron un toque especial. Por ejemplo, Salomé, la hija de James Rodríguez, portaba tres flores de colores amarillo, azul y rojo en su frente. Dulce María, la heredera de David Ospina, usó una balaca con los colores de la bandera nacional. A Valentino, el pequeño de Mario Alberto Yepes, se le notaba asustado por la algarabía, pero la forma afectuosa como lo cargaba el zaguero, evitaba que explotara en llanto. Con uno que otro puchero demostraba sus emociones. Pablo Josué, por su parte, se aferraba a su padre, Pablo Armero, quien intentaba acomodarle el uniforme, porque le quedaba algo grande. El lateral apretaba el rostro de su hijo contra el suyo, demostrando el cariño que profesa por él. Pablo Josué es brasileño y se le nota en la sonrisa la misma alegría de su padre, que le puso el nombre de Josué debido al significado bíblico que tiene: "Dios es el que salva". Teófilo Gutiérrez también disfrutó del momento con su pequeña Yeilou, nombre que le dio a su hija por la admiración que le tiene a la cantante neoyorquina Jennifer López. En ese momento el delantero parecía un niño más mientras le sonreía a su pequeña. Allí en la cancha del Metropolitano desapareció el Teófilo temperamental y mal humorado. Apareció un padre amoroso. Y allí mismo todos buscaban a Dominique, la hija del que sería el héroe de la jornada por sus dos goles, pero la pequeña de Falcao no estuvo y al Tigre se le notaba con envidia "de la buena" al mirar a sus compañeros. Al final, la cábala dio resultado y los futbolistas colombianos demostraron que el amor de sus hijos impulsó el sueño de un país hacia Brasil-2014.

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