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Eduardo Aguilar, el hombre que le habla a la cancha del Pascual Guerrero

Eduardo Aguilar no es atleta, es arquitecto, pero diariamente le da varias vueltas a la cancha del estadio Pascual Guerrero. Camina repetidamente los 105 metros que tiene el campo a lo largo para reparar la grama y hacerle mantenimiento.

9 de agosto de 2011 Por: Katherine Arredondo - El País

Eduardo Aguilar no es atleta, es arquitecto, pero diariamente le da varias vueltas a la cancha del estadio Pascual Guerrero. Camina repetidamente los 105 metros que tiene el campo a lo largo para reparar la grama y hacerle mantenimiento.

Eduardo Aguilar no es atleta, es arquitecto, pero diariamente le da varias vueltas a la cancha del estadio Pascual Guerrero. Camina repetidamente los 105 metros que tiene el campo a lo largo para reparar la grama y hacerle mantenimiento.Su tarea, anónima, no es sencilla. Debe tapar los divos (huecos) de una grama que tiene apenas 20 milímetros de alto para soportar el impacto de 22 atletas corriendo durante 90 minutos. Eduardo también controla que los herbicidas no quemen la cancha y calcula la dosificación del agua. Si riega el pasto más de lo necesario, puede dejarlo tan húmedo que se dañe con una pisada; si no lo riega, puede secarse y el pasto deja de ser verde, pasa a amarillo triste, abandonado. Aunque la grama no ha cambiado de color, Eduardo sí. Esas largas y exigentes jornadas le han oscurecido la piel y hasta le han hecho perder varios kilos. Pero él prefiere que el clima y las caminatas le pasen cuenta de cobro y no Mister Ching, el delegado de la Fifa a quien debe entregarle la cancha antes de cada partido disputado en el Mundial Sub20 de fútbol. Para cumplir a tiempo con los estándares de calidad de la Fifa, Eduardo comenzó a recuperar la grama del Pascual Guerrero desde septiembre del año pasado. Él es uno de los arquitectos de Equiver Ltda, la empresa encargada de todos los campos deportivos del país de cara al Mundial.Desde que el arquitecto está a cargo del mantenimiento de la cancha del Pascual, modificó el sistema de riego, cambió los aspersores, mejoró el drenaje y reniveló, rellenó y compactó el campo de juego, el cual debe cortar antes de cada partido para que se le vean las bandas anchas desde lo alto.Para fortalecer la cancha, es necesario hacerle una fertilización cada semana y media. De resto, Eduardo y su equipo de trabajo tienen entre dos y tres días para demarcar las líneas blancas y realizar el mantenimiento. Por ejemplo, después de cada partido, hacen una ‘cilindrada’. Consiste en pasar un cilindro de unos 600 kilos por el prado para aplanar el área. También levantan, manualmente, la maleza. Ese trabajo se repite cada tarde.Entonces es cuando Eduardo le habla, a la cancha. "Como a las matas, le hablo para que se porte bien. Para tirarle buena energía", dice. Y la cancha le ha respondido. Es, sin duda, de las mejores de Colombia.

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