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De la fiesta al duelo: la tragedia que borró los sueños de Chapecó

Esta ciudad, verde y pequeña, aún no puede asimilar la tragedia aérea que sufrieron sus ídolos.

29 de noviembre de 2016 Por: Redacción El País

Esta ciudad, verde y pequeña, aún no puede asimilar la tragedia aérea que sufrieron sus ídolos.

Los golpes más duros son los que nunca se esperan, los que por ningún lado se ven venir. Eso fue lo que le pasó a Chapecó, esa ciudad brasileña, pequeña, verde y pujante, de poco más de 200.000 habitantes, que tuvo que ponerse su traje de luto ayer, cuando hacía apenas 24 horas todo era fiesta y alegría.

Ubicada en el estado de Santa Catarina, cerca de Paraguay, Chapecó o “lugar desde donde se ve el camino de la plantación” (el significado de su nombre en tupí-guaraní), que vive de la ganadería y de la agricultura, estaba viviendo un sueño más grande que su historia, porque su equipo de fútbol, el Chapecoense, estaba a poco tiempo de jugar su primera final internacional, la de la Copa Suramericana 2016 ante el Atlético Nacional.

Todo en la ciudad estaba preparado para ese acontecimiento: ver hoy a su escuadra del alma jugando en Medellín ante el actual campeón de la Libertadores, con el sueño de ocho días después estar en las gradas del estado Arena Condá para el partido de vuelta.

Sin embargo, el accidente aéreo que sufrió el equipo camino a la capital antioqueña se llevó las vidas de casi todos los integrantes de esa escuadra que encarnaba el deseo de gloria de una población poco conocida en el mapa del fútbol. 

Se borró esa sonrisa efusiva pero humilde que se les vio a los chapecoenses a medida que iban avanzando  en la Copa, donde eliminaron a grandes como el Junior de Barranquilla y los argentinos Independiente y San Lorenzo.

 El último fue precisamente San Lorenzo, ese club laureado de Argentina que sucumbió en Chapecó ante un equipo verde aguerrido, que no le comió de camiseta y se le agrandó tanto en casa como en Buenos Aires.

Jugar esa final les hubiera traído otra de esas bellas sonrisas.

Consternados

La gente en Chapecó aún no asimila el golpe, y mucho menos el dolor. “Salimos de un sueño para estar en una pesadilla”, expresó con lágrimas en los ojos el alcalde de la ciudad, Luciano Buligon, quien además es hincha y socio del Chapecoense.

Tras conocer la noticia, y con el pasar de las horas, los hinchas poco a poco fueron llegando al estadio, que tiene capacidad para 21.000 personas, para orar por los ídolos que se fueron y por la salud de los que pudieron sobrevivir a esa embestida del destino.

Desconsolada se mostró Carine Valer, pareja de Adriano Bittencourt, jefe de seguridad del equipo, que falleció en el accidente. Ella estuvo muy cerca de montarse en ese avión, pero por un tema del pasaporte no pudo hacerlo. 

“No fui porque estaba en trámites con mi pasaporte, pero el viernes me dijeron que no llegaría a tiempo. Él (Adriano) me dijo que siguiera intentando, pero no resultó. Dios sabe cuándo deber hacer las cosas y creo que no era mi hora”, sostuvo. Agregó: “Él decía que me iba a dar una vida de reina, y eso ocurrió en todos los sentidos. Infelizmente no voy a tenerlo nunca más”.

La mayoría de los aficionados fueron al Arena Condá con la casaca verde del Chapecoense, que, sin duda, estaba viviendo el mejor momento en su historia deportiva, a los 43 años (fue fundado el 14 de mayo de 1973).

Y es que en el 2013, después de jugar  durante mucho tiempo en la D, la C y luego la B de Brasil, este modesto equipo ascendió a la A para jugar el Brasileirao. 

Era tan bueno su momento, que el club clasificó para jugar la Copa Suramericana 2015, donde se dio una tremenda vitrina internacional enfrentándose al histórico River Plate, a quien puso contra las cuerdas a pesar de perder la serie.

Y para este 2016, en su segunda participación en un torneo internacional, llegaron contra todo pronóstico a la gran final.

“Nunca abandonaré este club. Con un amigo prometimos tatuarnos el escudo del Chapecoense si salía campeón de la Suramericana, y el sentimiento  es todavía más fuerte”, afirmó John Víctor Carraro, hincha de 18 años de este equipo brasileño.

Chapecoense merecía jugar esa final más que nadie, pero no se le dio. Sin embargo, ese grupo de valientes ganó un título simbólico mucho más significativo: quedar en el corazón de toda esa gente que hoy llora su partida.

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