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“Con el Dépor me jugué mi patrimonio”: Gustavo Moreno

Dépor fue el único equipo del Valle que no logró la clasificación a la siguiente fase del Torneo Postobón, ya que Cortuluá y Pacífico avanzaron entre los ocho.

15 de mayo de 2011 Por: Redacción de El País

Dépor fue el único equipo del Valle que no logró la clasificación a la siguiente fase del Torneo Postobón, ya que Cortuluá y Pacífico avanzaron entre los ocho.

Mientras el jueves 12 de mayo la sub 20 del Dépor Aguablanca buscaba por todos los medios perforar el arco del Pacífico Fútbol Club en la cancha de la Candela, en sus adentros Gustavo Moreno Arango, presidente del equipo caleño, parecía jugarse un partido diferente.Sus ojos ocultos tras unas gafas de sol seguían el balón, pero su mente no podía olvidar el episodio del viernes 6 de mayo, cuando los jugadores se negaron a viajar a Tunja para enfrentar a Patriotas si no les pagaban primero al menos un mes de sueldo atrasado. Era como ver rebelarse a los hijos ante el papá, como tumbar de un balonazo el castillo, todavía frágil, que viene construyendo con el Dépor desde el 2005.“Si hubiéramos viajado esa mañana habríamos llegado el viernes a las 7:00 de la noche a Tunja y habríamos jugado el sábado tranquilos, podríamos haber ganado los tres puntos y estaríamos entre los ocho en la final”, se lamenta. El recuerdo le desencaja el rostro y le aprieta el corazón.Moreno reconoce que los jugadores tenían derecho a reclamar, pero “no valoraron la empresa, no la defendieron; este equipo no aguanta hambre”, advierte, pero sí tiene líos para transportarse. De los 18 equipos de la B, más del 70% se desplazan en avión, pese a estar en la zona centro. “Yo estoy en desigualdad de condiciones, viajamos en bus y somos el equipo más retirado de la zona centro”, explica el directivo.En la cancha de la Candela, entre tanto, Walter Escobar —el potro Escobar que fue goleador del Deportivo Cali—, está encargado del equipo, grita en la raya a sus defensas que no referencian las marcas, manotea cuando los medios no abren bien la pelota para los delanteros. Para ese momento Stiven Tapiero, el generador del fútbol del Dépor, ya está afuera del campo por el pisón de un contrario que le luxó un tobillo.En el botiquín no hay ni esparadrapo. Sólo se consigue hielo para mitigar la hinchazón y calmar el dolor de Tapiero, quien debe esperar que termine el partido para ser llevado al médico. Por fortuna tiene una EPS que lo atienda porque la seguridad social es lo único que no ha dejado de pagar el dueño del club, así se atrase unos días. Pero botiquín para atender a jugadores lesionados no hay.Tampoco hay cancha para entrenar, ni para jugar la liga. Ya no usan el estadio Cacique Jamundí donde eran locales porque el club pertenece ahora a Aguablanca. De las canchas de El Limonar que Comfenalco le prestaba al equipo para entrenar “ya nos están desplazando”, se lamenta Moreno; y el Pascual Guerrero, que sería su casa compartida con el América, no está en servicio. Así que al Dépor Aguablanca le toca jugar los torneos en la cancha de la Candela, que está en la avenida Cañasgordas, o en el estadio del Deportivo Cali cuando éste se lo presta. Y entrenar donde puedan. SIN PATROCINIO Entre el 2006 y el 2008, la Alcaldía de Jamundí patrocinó al Dépor que llevaba el nombre del municipio como apellido y su sede era el Cacique Jamundí, un estadio con capacidad para 2.500 espectadores.Esa ayuda se acabó, pero en el 2008 el alcalde de Cali Jorge Iván Ospina le dio una manito y se logró el patrocinio de las Empresas Municipales de Cali como parte de un trabajo social y deportivo con jóvenes de Aguablanca. Por eso cambió de nuevo su apellido y la mayoría de sus jugadores son del Distrito. Pero en el 2010, ese apoyo económico también le fue retirado.El logo de Emcali en la franja amarilla de la camiseta azul rey del Dépor fue tapado con un parche negro y el equipo quedó dependiendo sólo del aporte de Postobón, patrocinador del torneo y de algunos derechos de televisión.Como si fuera poco, el año pasado cerraron el Pascual Guerrero para su acondicionamiento y eso se convirtió en un golpe definitivo para el club, porque no sólo se quedó sin cancha dónde jugar, sino que no puede tan siquiera vender una valla publicitaria porque no tiene dónde exhibirla.Para completar la tragedia, en la sede del barrio Las Vegas, al sur de Cali, donde el equipo se concentra cuando juega de local, ya se deben tres meses de arriendo y el propietario les pidió el inmueble. Los recursos para sobrevivir no aparecen.“El patrimonio mío me lo jugué, yo no puedo dejar acabar esto. Espero recuperar cuando el equipo reaccione, cuando llegue la camada que me va a sostener el equipo, para poderlo ascender a la A”, dice Gustavo Moreno.Pero quienes le siguen los pasos al Dépor Aguablanca advierten que la crisis está precisamente en el paternalismo con que lo ha manejado su presidente.

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