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Boxeo: un puñado de sueños por cumplir

Los jóvenes del centro de protección Villa Paz, en Jamundí, quieren que el boxeo sea el vehículo para ser personas de bien en la sociedad.

7 de marzo de 2016 Por: Por Leonard Gutiérrez Bueno- Reportero de El País

Los jóvenes del centro de protección Villa Paz, en Jamundí, quieren que el boxeo sea el vehículo para ser personas de bien en la sociedad.

“El boxeo es realmente fácil. La vida es mucho más dura”. Esa frase del pugilista norteamericano Floyd Mayweather Jr podría resumir la historia de muchos jóvenes que irremediablemente perdieron la pelea en las tentaciones de la calle, pero que ahora buscan con los guantes hacer el mejor combate de sus vidas.

 “Hay quienes piensan que el boxeo es un deporte para brutos. Están equivocados, el boxeo es una  disciplina muy inteligente, donde  el respeto y la tolerancia son importantes, y eso  lo puedo aplicar en la vida”, asegura Samir, quien con 18 años encontró en medio de las cuerdas y las duras rutinas de entrenamiento la forma de hacer a un lado la violencia y las drogas que llevaron a que fuera  un hijo del Estado y protegido por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

En Jamundí existe el centro de protección especializado Villa Paz, que hace parte de la ONG Crecer en Familia, y que cuenta con el apoyo del Icbf. En este lugar  se encuentran por lo menos 60 adolescentes que han llegado ahí debido a que han sido vulnerados de alguna manera por sus familias o la sociedad, o porque en algunos casos han cometido delitos y no pueden ser judicializados. Sin embargo, a pesar de que la vida les ha propinado uno que otro golpe bajo, en muchos casos por sus propias decisiones, gracias a Villa Paz han encontrado una nueva oportunidad que, aunque para muchos poco ortodoxa, ha resultado efectiva a la hora de ayudar a unos chicos que no quieren ser noqueados de por vida.

“Los jóvenes que tenemos acá en algún momento ingresaron al sistema de responsabilidad social, lo que quiere decir que hay un delito de algún tipo. Pero el juez ha suspendido de momento la medida mientras se hace el proceso de restablecimiento de derechos”, dice Daniela Pulgarín, coordinadora del centro de protección.

   Por lo menos cuatro días a la semana, y por dos horas seguidas, 18 chicos levantan los brazos y se ponen en guardia. Esta vez no para defenderse de una ofensa callejera o apuntar un arma. Ellos les sacaron el cuerpo a las malas andanzas y ven en el deporte de las narices chatas la forma de alejarse del microtráfico, las pandillas, el porte ilegal de armas y hasta en muchos casos de la violencia intrafamiliar. La misma que se encarga de mandarlos a probar suerte a la calle.

 El ‘profe’

Gracias a un convenio con Indervalle, los futuros pugilistas tienen la posibilidad de  que el profesor  Lizardo Viáfara se encargue de enseñarles  cada uno de los secretos del boxeo durante la semana.

Su sola presencia infunde respeto y mientras el entrenador  habla y enseña lo aprendido durante toda una vida, ellos escuchan atentos. El silencio no es más que la demostración de respeto.

Durante 13 años Lizardo Viáfara se ha encargado de pulir en el ring a los talentos de Jamundí y hace tres se entrega totalmente para ayudar a que sus alumnos enderecen el camino de sus vidas, no a las trompadas como creen muchos, sino con disciplina y control de emociones.

 “Yo no tengo problemas con los muchachos. La verdad, ellos trabajan muy bien y siempre están atentos al trabajo que hacemos. Lo primero que hay que hacer es quitarles la actitud violenta que muchos tienen en un principio, y eso sa hace escuchando lo que quieren y hablando mucho”, explica el profesor.

El sueño

“Mi gran sueño es lograr que estos chicos, que están luchando por salir adelante, me los puedan llamar a una selección Colombia. Es que aquí tengo por lo menos cinco que están en condiciones y que tienen mucho talento. Aquí estamos cambiando vidas, no solo estamos formando boxeadores, sino moldeando  seres humanos que cuando se vayan de acá, lo hagan con propósitos de vida y siendo excelentes personas”, dice el ‘profe’.

Así como en la semana los guantes tienen su espacio, el estudio es infaltable. Durante toda la semana, cada uno de los integrantes del centro especializado deben asistir a las clases y cuentan con una serie de actividades que deben cumplir diariamente.

El sueño de Jefferson

Cuando Jefferson llegó a la institución tenía 14 años. Ya pasaron dos largos años desde que el joven que consumía estupefacientes y tenía problemas con la agresividad cruzó la puerta para conocer un mundo desconocido donde inicialmente su esquema callejero no tenía cabida.

Un par de guantes fueron la escapatoria para Jefferson, quien encontró en ellos la manera de canalizar sus emociones.

 “En un principio no quería ni estudiar, no le gustaba hacer tareas, fue el boxeo el que le ayudó a cambiar”, asegura Daniela Pulgarín.

“El boxeo fue el camino que encontré para superarme. El bandido no dura, por eso quiero hacer las cosas bien y ayudar a mi familia”, dice Jefferson con una mirada ilusionada y llena de sueños.

Acaba de ganar en los Juegos Departamentales medalla de plata en la división de los 69 kilos, aunque la opción era la de oro.

 Jefferson es uno de muchos ejemplos de chicos que aterrizaron sus sueños gracias a los guantes y se mantienen en cintura gracias a las cuerdas.

DatosHace pocos meses  el grupo de boxeadores cuenta para poder entrenar con un ring, el cual tienen, en parte, gracias   a la colaboración que brindó la Liga Vallecaucana de Boxeo.Guantes, sacos y cuerdas  son algunos de los implementos con los que trabajan  los muchachos en el centro de protección.Los jóvenes que no  entrenan boxeo tienen otro tipo de actividades. De hecho, algunos  han sido parte de Defensa Civil. En Villa Paz también  se trabaja con el Sena en la preparación  de los alumnos.En la institución se  encuentran muchachos que hacen parte de distintos  municipios del Valle.La ONG Crecer en Familia  construyó los salones de clase de la fundación y el municipio facilita  los profesores para las clases.

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