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Baloncesto: inicio de un sueño sobre ruedas para la selección Colombia

El primer objetivo de la primera selección Colombia de baloncesto en silla de ruedas será la Copa Suramericana que iniciará el próximo martes en Cali.

28 de febrero de 2015 Por: Diana Carolina Hernández - Reportera de El País

El primer objetivo de la primera selección Colombia de baloncesto en silla de ruedas será la Copa Suramericana que iniciará el próximo martes en Cali.

Las ampollas en los dedos, casi a punto de sangrar; los moretones en los brazos y piernas, producto de los fuertes choques a la hora de bloquear una jugada o recuperar un balón, no son obstáculo para las nuevas guerreras vestidas de amarillo, azul y rojo, que conforman la primera selección Colombia femenina de baloncesto en silla de ruedas. Estas hijas, madres y esposas montadas en sus sillas ruedan hacia un sueño en común: clasificar a los Juegos Parapanamericanos de Toronto. Desde 2013, Carlos Alberto Ortiz, presidente de la Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Física, Fedesir, le apostó a las mujeres e inició el proyecto de conformar la selección en la rama femenina y en diciembre de ese año tuvieron su primer gran desafío internacional: los Juegos Parasuramericanos de 3x3 en Santiago de Chile, donde se colgaron la medalla de plata.Bajo la batuta de Alexánder Carrillo, exdeportista paralímpico que hizo parte del club Barcelona de baloncesto en silla de ruedas, en España, estas mujeres quieren hacer historia. “Actualmente no tiene un nivel óptimo como para una selección porque esta es la primera vez que incursionan en este deporte, pero para el tiempo que llevan tienen una evolución muy buena. Las chicas están aprendiendo esquemas de juego, esas son cosas que se tienen que ir asimilando para buscar un objetivo en común, que es clasificar a Toronto”, cuenta Carrillo, técnico de la selección tricolor.El reto no ha sido fácil, ya que la mayoría viene procedente de otros deportes con discapacidad física. Los términos ‘bloque’, ‘drible’, ‘pivotear’, ‘balón muerto’ y ‘alero’ son nuevos en su diccionario personal. “Este es un reto muy difícil porque en Colombia no hay ligas ni clubes de baloncesto femenino en silla de ruedas, por eso nos tocó dedicarnos a recolectar en otros deportes las jugadoras. Ha sido un duro proceso, pero ya tenemos nuestra primera selección”, resalta Ortiz.Comprometidos con este nuevo proyecto, Fedesir, en colaboración con Coldeportes, inició la organización de la primera Copa Suramericana de baloncesto femenino en silla de ruedas, la cual se realizará a partir del próximo martes en la instalaciones del Coliseo Evangelista Mora de Cali.En este evento deportivo participarán las selecciones de Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela, Argentina y Colombia, las cuales buscan uno de los tres cupos a los Juegos Parapanamericanos en Canadá. “Me inquieta Brasil, esta selección siempre ha sido una potencia deportiva. Incluso, el año pasado estuvo en el Mundial y su posición fue la número once. El sueño está puesto en Toronto, tenemos tres cupos y queremos clasificar”, expresa Carrillo.Como antesala de certamen deportivo que acogerá la capital vallecaucana, El País cuenta las historias de tres de las jugadoras que conforman esta selección nacional. Un ejemplo de vida “Mi accidente fue a los 5 años. Yo iba con mi papá en las horas de la noche en el barrio Santa Elena. Me le solté de la mano, me atravesé la carrilera, se me metieron los pies en el riel y venía el tren sin luces, no lo habíamos visto y me pasó por encima de las piernas y a mi papá se lo llevó. Lo mató. Todo por intentar salvarme”. Este es el trágico relato de Luz Alba Muñoz, una de las integrantes de la selección Colombia de baloncesto en silla de ruedas.Luego de ese suceso el deporte fue su refugio. A los 10 años de edad, Luz ingresó al Club Nuevos Horizontes, donde comenzó a practicar natación. Luego pasó al tenis de mesa, donde también estuvo en la selección tricolor y hoy, 30 años después de su primer tope con el deporte, esta caleña incursiona en el baloncesto.“El apoyo de mi familia fue fundamental en ese proceso, ellos nunca me escondieron y siempre me inculcaron que podía hacer mis sueños realidad”, cuenta. Madre de dos hijos de 24 y 25 años de edad, esta atleta disfruta —a pesar de las ampollas— de su nueva disciplina. Está feliz de emprender este nuevo proyecto. “Tengo ampollas por todo lado. Cada vez que entreno me sale una diferente, pero estos son gajes del oficio. Yo estoy muy contenta de hacer parte de este grupo y, sobre todo, de ser una de las pioneras de esta selección”, sostiene la vallecaucana, quien sueña con verse en Toronto con la Selección.Gladys, la capitana Gladys Gómez es la más ágil, las más rápida. Ella no da ningún balón por perdido. Su meta siempre es llegar a la canasta y encestar. Con esa actitud, esta, la más joven del grupo con 25 años de edad, es también la de más experiencia. Sus cuatro años entrenando con hombres en el Club Nuevos Horizontes de Cali le permiten hoy a Gladys hacer historia al convertirse en la capitana de la primera selección femenina de baloncesto en silla de ruedas.A pesar de su nueva faceta en la selección tricolor, el cargo que más disfruta desempeñar es el de madre. Su hijo, de 7 años, es el motor que impulsa su vida. “Ante todo, amo ser madre. Mi hijo es mi todo, es quien me acompaña a cada entrenamiento, es mi fan número uno”, cuenta la capitana.Y ese amor que le profesa a su hijo es el que la inspira a ser la mejor. A pesar de haber perdido su pierna derecha a los 2 años de edad, en un accidente de tránsito cuando la embistió un bus urbano, ella demuestra día a día que su discapacidad no es una incapacidad. “La mayoría de personas cuando tienen una discapacidad tienden a estancarse, a creer que el mundo se acaba. Pero mi filosofía es distinta, si Dios me dio la capacidad de seguir viviendo, es para realizar grandes cosas”, resalta la joven.Con ese empeño y ganas de salir adelante, Gladys asegura que no dejará escapar su sueño de “poder clasificar a los Parapanamericanos en Toronto, donde buscaremos ganar el oro“. Una luz en el camino La violencia que se vive día a día en Colombia acabó con los sueños de Luz Marina Cortez, quien a sus 18 años quedó en medio de un enfrentamiento entre pandillas en Medellín y una bala perdida la postró en una silla de ruedas. “Ese proceso fue largo y muy duro, porque uno queda con muchos miedos, con frustraciones”, cuenta una de las nuevas jugadores de la selección nacional de baloncesto en silla de ruedas.Sin embargo, Luz Marina empezó a sanar sus heridas y sus odios tras el infortunado suceso. “Llegó un momento donde me dije a mí misma que tenía que luchar, que tenía que salir adelante sin mirar hacía atrás. Sin más remordimientos”.Luego de tomar esa decisión, la antioqueña decidió reconstruirse. Los sueños que se destruyeron con su accidente fueron reemplazados por otros. Uno de ellos, convertirse en deportista de alto rendimiento.Y fue así que ingresó a practicar natación, disciplina a la que no se adaptó. Luego pasó a levantamiento de pesas, donde se destacó por su fuerza y resistencia, y hace dos meses fue invitada al equipo nacional de baloncesto.“Nunca pensé hacer parte de una selección. Saber que representas a todo un país, que llevas en tu espalda la responsabilidad de Colombia, es algo único”, resalta la deportista paisa, madre de un joven de 14 años de edad. En este nuevo proceso, Luz se propuso como meta clasificar y ganar los Parapanamericanos para estar presente en Río 2016.

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