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¿Usted ha chuzado?

Las empresas ‘chuzadoras’ se parecen un poco a los carteles de la droga o de la delincuencia. Suprimidas unas, ipso facto surge el reemplazo: mientras exista demanda siempre existirá oferta.

17 de septiembre de 2018 Por: Alejandro Cabra Hernández - Especial para El País

¿Ha querido ‘chuzar’? ¿Alguna vez se le pasó por su cabeza (o por su corazón) la idea de pagarle a alguien para enterarse de los secretos de ‘otro’ corazón? ¿Chuzar para obtener una información financiera es diferente de mandar a chuzar el teléfono de una esposa? ¿Chuzar a un periodista es diferente a chuzar un socio? ¿Y si el ‘merecedor’ de la chuzada es un guerrillero, la acción se vuelve buena a diferencia de si se chuzara un político, que sí es ‘mala’? ¿Cuánta gente ‘común y corriente’ no ha contratado una chuzada para conocer intimidades de su pareja? ¿Ha activado el celular de su hijo con un dispositivo de seguimiento? ¿Ya contrató a detectives, o ‘expertos’, o hackers, para conocer el mundo personal de quien le interesa?

‘Chuzar’ es una de las tentaciones más comunes en la condición humana. ¿Quién no ha deseado conocer lo que otros piensan? O lo que esconden, o lo que traman. Más aún, chuzar es ilusionarse con tener poder sobre otros, desear manejar los hilos de sus vidas. Pero no solo se chuzan teléfonos. También se interceptan cartas, correos, Whatsapp.

El deseo de dominar es tan grande que los límites de la moralidad fácilmente se sobrepasan. La fantasía de la transparencia es una utopía que no se da. Apoderarse del otro como elemento de poder es una atracción llamativa. Coletazos de la cultura patriarcal.

Las chuzadas tienen una larga historia en Colombia. Hay gente en la cárcel por cuenta de esta práctica, María del Pilar Hurtado es una de ellas. Muy seguramente ‘obedeció’ pero no quiere hablar. Por lo mismo, se puede concluir que existen dos modalidades en el trabajo de las chuzadas. El que ordena el acto y el que lo ejecuta. ¿Cuál es más responsable? Porque las chuzadas se mueven a todo nivel. Político, económico, amoroso, social, familiar y para todas las ‘modalidades’ existe la ‘empresa’ lista a prestar el servicio.

Las empresas ‘chuzadoras’ se parecen un poco a los carteles de la droga o de la delincuencia. Suprimidas unas, ipso facto surge el reemplazo: mientras exista demanda siempre existirá oferta.

Atrapar, controlar, manejar, son expresiones muy unidas al deseo de conocer los secretos o intimidades de lo que interesa. Y los expertos que logran hacer el trabajo siempre serán buscados. En cualquier parte del planeta tierra. Pero ¿cuál es el responsable el que contrata o el que ejecuta? ¿Ambos? ¿Cuál es la función del detective privado? ¿Su oficio ‘autoriza’ la chuzada?

El mundo de las chuzadas es un mundo doble: por un lado se pregona su ilegalidad pero por otro su ‘necesidad’. Todo lo que salga de su boca es susceptible de ser escuchado. Lo que haga es susceptible de ser observado. Tenga cuidado, ahora lo puede estar grabando y se utilizara ese registro como material en su contra.

Los abogados y psicólogos sabemos de la ‘urgente’ necesidad que alienta a muchos para buscar ‘especialistas’ en chuzadas. Alguien que oiga lo que no nos dicen y quisiéramos saber. Alguien que ausculte el corazón de quien nos acompaña y sentimos lejano o infiel. Alguien que sea capaz de ‘certificar’ los fantasmas que nos rondan.

Grabar, chuzar, espiar, palabras con un objetivo común: controlar la vida de los otros. Aunque parezca increíble, es un deseo reprimido de muchos ‘sanos’ que rodean nuestras vidas. ¿Pertenece a esta logia?

Sigue en Twitter @revolturas

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