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Un nuevo capítulo

Llegó el final del Gobierno Santos y el de los gobiernos con reelección (afortunadamente).

3 de agosto de 2018 Por: Redacción de El País 

Llegó el final del Gobierno Santos y el de los gobiernos con reelección (afortunadamente). Comienza una nueva administración que tiene por delante grandes desafíos, y grandes oportunidades para que el país pueda desarrollar mucho de su gran potencial.

La polarización y la opinión desfavorable dificultan los balances de la gestión del Gobierno saliente, pues se vuelven emocionales y poco objetivos.

Sin duda hubo errores y muchas cosas se habrían podido hacer mejor, pero son muchos también los frentes en que se avanzó significativamente. Ese es un balance que lo hará la historia pero, en el neto, será una administración que va a salir bien librada y que deja un país bien encaminado en temas como: la reducción de la violencia, la infraestructura, la recuperación del territorio, el crecimiento del turismo, el reconocimiento internacional y el manejo económico frente a situaciones tan complejas como las vividas por cuenta de la caída de los precios de los energéticos, los problemas climáticos o los paros registrados.

Lo que hay que buscar ahora es que al nuevo Gobierno le vaya bien. Eso es sinónimo de que le vaya bien al país y es algo fundamental para evitar veleidades populistas como las que asomaron sus colmillos en las últimas elecciones. Es indudable que hay muchos colombianos insatisfechos con el estado de las cosas y Duque debe dar la importancia que se merece a esta realidad para tratar de reducir esos motivos de insatisfacción.

Temas como el de la corrupción agobian y desesperan al ciudadano con consecuencias impredecibles. Bien se sabe que en buena medida la politiquería es la causante de diversas manifestaciones de la corrupción.

Duque empieza con pie derecho al nombrar un gabinete que en su gran mayoría son personas competentes, conocedoras, alejadas de la politiquería y sus nombramientos no fueron el resultado de transacciones que luego se reflejen en más deterioro del Estado y del establecimiento frente a los ciudadanos.

Ahora tiene un segundo reto y es lograr que los ministros puedan escoger para los puestos claves, en sus respectivas carteras, personas de su confianza y con los perfiles adecuados.

Si es cierto que se está despolitizando el Gobierno, el computador de Palacio tendrá que dedicarse a menesteres diferentes a imponer candidatos en los distintos ministerios. Claro que este enfoque le complicará al Presidente la relación con el Congreso.

Ni la yidispolítica ni la mermelada deberían estar presentes y a quienes están acostumbrados a ellas, para la aprobación de las leyes, les hará mucha falta.

El manejo del Congreso será pues un reto formidable para el nuevo Gobierno y ojalá se puedan superar pronto episodios tan inconvenientes como el de Uribe, donde el acusador termina acusado y todo gira alrededor de testigos y situaciones que solo pueden llevar a más desprestigio del establecimiento. Que si el Caliche, que si el Tuso, que si los presos, que el reloj del superagente 89 y, en fin, situaciones que parecen de novela deben superarse y debe operar la justicia para que el país pueda seguir adelante y las instituciones no se sigan desprestigiando.

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