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Patria

Qué tristeza es confrontar la ignorancia histórica, pues en ella se encuentran insertados los valores patrios, nacionalistas y la identidad.

28 de agosto de 2018 Por: Redacción de El País 

Veinte de julio, 25 del mismo mes, 7 de agosto, 11 de noviembre, y por no dejar pasar, una sencilla pregunta: ¿usted sabe cómo se llama el parque frente a la iglesia de San Nicolás y de quién es la estatua que hay allí?

He iniciado con estas fechas porque nos ayudan a pensar rápido. ¿A qué se referirán? ¿Tendremos alguna memoria de ellas? ¿Servirán para afianzar nuestro sentido de Patria? Si no es así, por lo menos podrán interesarnos para hacernos entender que debemos tener claras nuestras raíces para saber de dónde venimos y para dónde vamos.

Cali era la ciudad cívica por excelencia y se hablaba de su comportamiento en todo el país. Lamentablemente ya no es así y al respecto compartiré una anécdota:

Me encontraba trabajando en un sector comprendido entre la 54 y la 70, entre la Novena y la Autopista Suroriental de la ciudad. Como de costumbre, caminé por todo el sector para hacer ejercicio, pero también aproveché para observar, preguntar y además recordar el civismo con el cual debemos convivir para ser mejores.

Era el día 20 de julio, que se sabe que es un día festivo, pero muchos no sitúan la clase de fiesta, eso noté al preguntar por el uso de la bandera y su no aparición. Las personas responden que estamos en un país libre y que eso depende de cada uno, que ya se abolió la esclavitud. Cada quien hace lo que quiere.

En ese recorrido, teniendo el desfile de la Independencia por la autopista, solo observé ocho banderas en todo el sector y eran casi invisibles.

Pero qué tristeza es confrontar la ignorancia histórica, pues en ella se encuentran insertados los valores patrios, nacionalistas, la identidad, aquella que aprendimos en la escuela recitando los versos de Miguel Antonio Caro:

“¡Patria! Te adoro en mi silencio mudo y temo profanar tu nombre santo; por ti he gozado y padecido tanto; como lengua mortal decir no pudo.
No te pido el amparo de tu escudo, sino la dulce sombra de tu manto; quiero en tu seno derramar mi llanto, vivir, morir en ti, pobre y desnudo.
Ni poder, ni esplendor, ni lozanía son razones de amar. Otro es el lazo que nadie, nunca desatar podría.

Amo yo por instinto tu regazo; madre eres tú de la familia mía; ¡patria!, de tus entrañas soy pedazo”.

Vale la pena conocer, por ejemplo, que el parque del 20 de julio es aquel que se encuentra frente a la iglesia de San Nicolás, donde se hizo una estatua en honor a Ignacio de Herrera y Vergara, el único caleño que firmó el acta de la Independencia de 1810.

También sería bueno que supiéramos cómo se preparó la Batalla de Boyacá con el Pantano de Vargas y con esos valientes Lanceros. O recordar la vida del niño Pedro Pascasio Martínez, que no se dejó corromper por amor a su Patria, un verdadero ejemplo. O que fue Cartagena la primera provincia en declarar la Independencia de la corona española.

Hay que recuperar el amor patrio, con la verdadera historia de nuestras raíces, esas que nos hicieron Nación y que nos llevan a vivir en Colombia, porque hay lazos que nadie nunca podría desatar.

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