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Manual de ‘periodixxxmo’

"Si nos ceñimos a los datos de la ONU, solo una de cada siete putas está en situación de trata. El resto vivimos de trabajar en lo que hemos escogido. Así de simple".

15 de agosto de 2018 Por: Alfredo García Sierra - periodista de El País

Una amiga, la ‘pornstar’ Amarna Miller, me envía el ‘Manual de buenas prácticas’ que ha redactado para desvirtuar los prejuicios que se tejen en torno a la prostitución y para que los periodistas aborden el tema sin amarillismo ni pacaterías. Es una publicación oportuna porque el sexo sigue siendo un tabú y la prostitución una profesión maldita. Estos son algunos de los puntos que la joven profesora desmenuza.

“La pobrecita puta que trabaja en la calle con un chulo que le cuenta cada céntimo que gana, y las mujeres encerradas y obligadas a tener sexo contra su voluntad, son las fábulas más dañinas. Si nos ceñimos a los datos de la ONU, solo una de cada siete putas está en situación de trata. El resto vivimos de trabajar en lo que hemos escogido. Así de simple".

Comentario: la prostitución es un trabajo, la trata una abominación.

“La creencia de que la prostitución es un foco de delincuencia, alcoholismo y drogas, que somos violadas a diario e incapaces de criar a nuestros hijos, les viene como anillo al dedo a los censores para infantilizar a las trabajadoras sexuales y hablar en nuestro nombre”.

Comentario: buena parte de la criminalidad que rodea al mundo de la prostitución es generada por la falta de leyes que regulen la profesión, y por los prejuicios que la satanizan y la condenan a la clandestinidad, no por la profesión misma (nota: Miller es una defensora de la prostitución voluntaria, no de la forzada).

“Trabajamos con el cuerpo, no lo vendemos, como el cirujano no vende sus manos ni el futbolista sus pies”.

Hay un concepto y unos números inquietantes. Citando cifras de la ONU, Miller asegura que el 98,5 % de la explotación sexual (o de género) la ejecuta la respetabilísima economía privada: trabajo doméstico, manufacturas, agricultura, clínicas, oficinas, y solo un 1,5% corresponde a los chulos de la trata.

A los periodistas les aconseja: abandonar las manidas imágenes de archivo de mujeres en tacones y minifalda, y ser más humanos, más creativos; distinguir la trata, la explotación sexual y el trabajo sexual; eliminar el discurso paternalista: las trabajadoras sexuales no necesitan ayuda ni tienen por qué inspirar lástima. La gran mayoría han elegido ese rol por voluntad propia. Miller se pregunta: ¿Por qué no inspira lástima el gigoló?

“El periodismo debe abrirles el micrófono a las que saben, no solo a las académicas, señoras que ignoran el día a día de este trabajo. Mejor apostar por el reportaje y contar historias de trabajadoras sexuales con nombres y apellidos”.

“Deconstrucción personal del periodista”. A la hora de abordar el tema, muchos periodistas reflexionan y escriben con un cúmulo de prejuicios, dogmas y estereotipos que tienen su origen en antiquísimos códigos patriarcales. “Ya va siendo hora de que renueven la neuroteca”.

Una obviedad que hay que repetir: buscar información fiable y contrastar fuentes.

Nota: Amarna Miller es una flaca de 27 años, pelirroja, lasciva, española, graduada en bellas artes, empresaria y actriz de cine porno que se ha convertido en una destacada activista del antiguo y querido ‘metisaca’, y una de las voceras visibles del ‘porno ético’, rama que está en contra de ciertas prácticas del porno extremo. Nota de la nota: soy amigo de Amarna, no cliente. La conocí en marzo de 2017, cuando la entrevisté para Soho. De ahí no hemos pasado (por ahora).

Sigue en Twitter @JulioCLondono

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