El pais
SUSCRÍBETE

Mala sangre

La huella negra del paso de empresas españolas en Colombia desde su aterrizaje a “hacer la América en los años 90”, por cuenta del boom económico de la transición a la democracia con Felipe González, es imborrable.

12 de julio de 2018 Por: Por Gabriela Cárdenas / Semillero de Periodismo UAO

Los escándalos de corrupción alrededor de la Corona española ya trascendieron al yerno del rey -Iñaki Urdangarín, quien paga una condena de cinco años por corrupción en la cárcel de Brieva- y a su hija la infanta Cristina -también involucrada por omisión o complicidad- y empiezan a cercar al propio rey Juan Carlos. Su famosa amante Corinna Sayn, la de las fotografías en el safari de Botswana entre elefantes y cebras, pagado con dineros públicos españoles, ha salido a acusarlo de movidas non-sanctas que lo involucran en una operación de lavado de activos en que la utilizó como testaferro para ocultar su patrimonio en Mónaco. Al rey siempre le han gustado las pesetas y no lo ha disimulado. Para no ir muy lejos, sus viajes a Colombia con fachada protocolaria solían tener doble rasero para favorecer, con lobby de alto nivel, para sacar de sus entuertos a coterráneos suyos, propietarios de constructoras como Sacyr o el grupo ACS de Florentino Pereza.

La huella negra del paso de empresas españolas en Colombia desde su aterrizaje a “hacer la América en los años 90”, por cuenta del boom económico de la transición a la democracia con Felipe González, es imborrable por sus costos económicos en desfalcos, incumplimientos y sobornos para el país. El escándalo de Inassa en la Costa (Electricaribe, la Triple A) es el último de la cadena que involucra a la Constructora Typsa que dejó a Ibagué sin escenarios deportivos; la constructora Acciona en Navelena que comprometió la navegabilidad del río Magdalena y así... Ninguno de los negocios españoles en Colombia parecerían estar exentos de líos jurídicos, pleitos y reclamaciones, Isolux-Corsan en Bioneergy, Gas natural Fenosa, Sacyr y el puente Pumarejo. Aunque muchos empresarios no estén judicializados se sabe que ‘don dinero’ ha marcado la pauta sin remilgos y con codicia, con ventajismo e incumplimientos.

Y ni pensar en la corrupción en la propia España, una variable de la crisis del país de la cual apenas ahora empiezan a levantar cabeza, y que se ha llevado por delante al Partido Popular en pleno y hasta al presidente del gobierno español, Mariano Rajoy.

Comportamientos de hoy que confirman la mala sangre, base de nuestro mestizaje, que nos viene como una herencia con más de quinientos años de cola. Desde la conquista. Quienes desembarcaron eran aventureros, pillos salidos de las cárceles, una soldadesca de desocupados de otras guerras, ejercitados en el pillaje y la bribonería que llegaban sin propósito distinto al de alzarse con el botín. Conquistadores abogados que como Jiménez de Quesada se pasaron empapelando el Consejo de Indias para obtener un mando, igual que muchos de sus coterráneos que no eran otra cosa que unos truhanes de toga y espada.

La conquista fue una empresa de particulares que por su cuenta y riesgo capturaban una riqueza que compartían con el rey. Particulares desbocados que un Estado español pesado y normativo intentaba controlar sin resultados porque desde entonces imperó la frase, que sigue haciendo carrera: “Se obedece pero no se cumple”. Burócratas de escritorios, con virreyes, reales audiencias, oidores de reglamentos y formalismos ajenos a la tramposa realidad del día a día que confirma que mucho de lo de hoy está enclavado en el alma colombiana, y que la vuelve tan difícil de cambiar.

Sigue en Twitter @elvira_bonilla

AHORA EN Contenido Exclusivo