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Lucha contra la corrupción

Se habla frecuentemente de la corrupción originada en la politiquería. Yo te nombro, tú me favoreces; sin embargo, no es lo único.

7 de agosto de 2018 Por: Redacción de El País y Colprensa

Se habla frecuentemente de la corrupción originada en la politiquería. Yo te nombro, tú me favoreces; sin embargo, no es lo único. Existen otras circunstancias que la estimulan, como normas que mencionaré más adelante, al igual que hábitos y costumbres tan arraigadas como la politiquería.

El presidente, Dr. Iván Duque, dio en el clavo atribuyendo la mayor fuente de corrupción a los feudos políticos, apoderados de dependencias del Estado. “Yo te recomiendo, tú me favoreces con los contratos”. Las designaciones del gabinete ministerial las realizó con total independencia. Se trata de profesionales destacados, con hojas de vida limpias, poseedores de logros académicos y desempeños exitosos en donde ejercieron sus actividades, antes de haber sido nombrados. Los colombianos esperamos con optimismo que demuestren con acierto sus cualidades y talentos.

De esta manera, por lo pronto, el poder ejecutivo nacional, dio el ejemplo, para evitar, en lo posible, la costumbre política, que más incide en la corrupción. La meritocracia y la independencia de las designaciones, debiera ejercerse en todos los estamentos del orden nacional y regional. El sector público responde paquidérmicamente a los manejos oscuros o deficientes de sus servidores, desestimando el efecto sobre el bienestar de los ciudadanos.

La designación de los jueces no deja de ser muy preocupante. Los procesos a cargo de la Justicia se ventilan abiertamente en los medios; no existe confidencialidad. Los magistrados hacen comentarios públicos como si fuesen políticos activos.

Se debiera exigir a todos los funcionarios del Estado presentar sus declaraciones de renta, junto con las de las personas vinculadas en primer grado de consanguinidad, al comienzo y al final de su mandato, para controlar el enriquecimiento ilícito.

Otra de nuestras conductas atávicas son los nombramientos de los directores de los órganos de control a nivel nacional y regional, en donde los electores de los controladores son quienes deben ser controlados.

Las autoridades se hacen los de la vista gorda y permiten que operen libremente los San Andresitos, donde se comercializa mercancía de contrabando. En Cali las ‘gualas’ de servicio público, ya desvencijadas, en muchos casos vehículos hechizos, obtienen el visto bueno de la revisión técnico-mecánica para operar, autorización que deja muchas dudas y conlleva riesgos a los pasajeros.

Existe una concentración excesiva de la actividad económica en Bogotá. Allí tienen sus casas matrices, la inmensa mayoría de las entidades económicas privadas y públicas, como Ecopetrol, también, es la sede de los tres poderes del Gobierno, lo cual aclimata el riesgo de las preferencias que nacen de las relaciones personales.

Los EE.UU., fue la primera democracia con división de poderes. Una de las decisiones iniciales que tomaron fue trasladar la Capital política lejos de los poderes económicos. Ese fue el origen de Washington. Lo mismo ocurre en sus estados. La capital del estado de Nueva York es Albani, la de Florida es Tallahasse, la de California es Sacramento y así sucesivamente. Ellos lograron aislar la actividad económica intensa, de los poderes que los gobiernan, lo cual no impide la corrupción, pero si la dificulta. Un ejemplo que debiéramos adoptar, a nivel nacional y departamental.

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