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El mensaje y las elecciones

Cada elección presidencial es decisiva para el futuro del país, pero la de este domingo es particularmente sensible. Colombia camina sobre el filo de la navaja, ni más ni menos.

15 de junio de 2018 Por: Redacción de El País 

Cada elección presidencial es decisiva para el futuro del país, pero la de este domingo es particularmente sensible. Colombia camina sobre el filo de la navaja, ni más ni menos. La desinstitucionalización que ha sufrido el país, promovida en parte, hay que decirlo, por algunos políticos, ha generado que muchos compatriotas, entendiblemente decepcionados, quieran un cambio.

Aunque reconozco la importancia que tienen las redes sociales para la democratización de la información, es inevitable la contaminación de las noticias falsas que la contienda electoral ha generado por quienes insisten en usar el ‘todo vale’ para intentar manipular la opinión ciudadana.

Con todo, más peligroso que las llamadas ‘fake news’, es el mensaje construido para decirle a la gente lo que exactamente quiere escuchar, con el fin de apaciguar los miedos que posturas ideológicas previas y soterradas han generado. Porque lo que dicho mensaje debe producir es gran desconfianza y, sin duda, temor porque denota que la ambición de poder supera cualquier signo de coherencia, ética y respeto por el votante.

Lo anterior puede llevarnos a una era que es ya conocida por las grandes decepciones que han dejado en otros países, fruto de movimientos atractivos porque prometen ilusiones. Lo malo es cuando estas ilusiones no se logran concretar, como pasó en Chile con Bachelet, en Argentina con los Kirchner o en la misma Nicaragua con Ortega.

Lo peor es cuando el cambio viene a la manera ciclónica de experimentos irresponsables y destructivos como el ocurrido en Venezuela, donde se instauró el miedo y la dictadura, disfrazados de reivindicaciones de clase y contra la corrupción.

Iván Duque encarna un aire fresco, de una persona joven, sin pasado y con la mejor propuesta para el futuro del país. Ha prometido gobernar con base en una agenda seria y abierta al diálogo. Asimismo, tomar las decisiones de manera independiente y técnica. Esa será su responsabilidad histórica en un momento crucial para Colombia.

En una decisión sin precedentes, el Consejo Gremial Nacional decidió apoyarlo al considerar que es la persona adecuada para superar la polarización, desarrollar las reformas que la Nación requiere, recuperar el crecimiento económico, fortalecer el empleo y luchar contra la corrupción.

El principal mensaje que necesitamos los colombianos es el de la grandeza, por eso Duque busca unir a la sociedad y alejar divisiones. Es fundamental generar las condiciones para que todos los sectores de la sociedad trabajemos en promover el desarrollo económico y a la vez velar porque se superen las condiciones de inequidad y desigualdad que nos aquejan.

Por eso su principal llamado es a hacer un Acuerdo por Colombia, a la manera del histórico Pacto de la Moncloa en España, cuando la democracia sucedió la dictadura de Franco, y todos los partidos acordaron que en los asuntos de Estado y bienestar colectivo no estarían sometidos al fragor de la contienda política. Un pacto que esté por encima de ideologías y rompa con la polarización agobiante, las cuales, cualquiera sea su orientación, nos deben generar el mayor de los respetos.

La propuesta de Duque se ajusta a la necesidad imperiosa que tiene el país de pensar en los asuntos estructurales y fortalecer la confianza, para trabajar en el crecimiento de las empresas y el bienestar de los más desfavorecidos, a través de una agenda que permite generar soluciones y no más divisiones que nos tienen hartos a los colombianos.

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