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El ejemplo singapurense

Esta semana se llevará a cabo la Cumbre Mundial de Ciudades en Singapur, evento al cual asistirán los alcaldes y representantes de la sociedad civil de casi 200 ciudades líderes del mundo.

8 de julio de 2018 Por: Camila Cardona U. / Reportera de El País 

Esta semana se llevará a cabo la Cumbre Mundial de Ciudades en Singapur, evento al cual asistirán los alcaldes y representantes de la sociedad civil de casi 200 ciudades líderes del mundo. En esta nueva edición de la cumbre bienal se integrará por primera vez Santiago de Cali, la segunda ciudad colombiana en hacerlo después de Medellín, y un hecho que nos debe llenar de orgullo a los caleños. Sin embargo, lo más importante de encontrarnos hoy entre el club de ciudades más destacadas del planeta es aprender de las experiencias de las demás para lograr una transformación profunda y sostenible de nuestra Cali.

El ejemplo sobresaliente de este club es el de Singapur mismo. Localizado en una isla del Sudeste Asiático, esta metrópolis es uno de los estados más pequeños del mundo con tan solo 721 kilómetros cuadrados y a la vez uno de los más ricos. Su PIB per cápita en 2017 fue de $57.700 dólares, parejo con el de Estado Unidos o Alemania. Es impresionante pues cuando se independizó Singapur, en 1965, tenían un PIB per cápita de tan solo US$500. Para poner las cosas en perspectiva, el PIB per cápita de Colombia en 1965 era de US$302 y en 2017 fue de US$6.301. Es decir, mientras que Singapur multiplicó su PIB per capita por 115 veces en 52 años, Colombia tan sólo lo multiplico por 20.

Singapur es una ciudad que ha demostrado que el que se lo propone lo logra. Antes de independizarse, este pequeño estado era una colonia inglesa y brevemente parte de Malasia. Cuando lograron la independencia definitiva, no muchos creían que sobreviviría. Al ser una isla de clima tropical muy parecido al de nuestra costa pacífica, sin recursos naturales y con pocas fuentes de agua potable, era más probable su fracaso que el vertiginoso éxito que ha tenido. El arquitecto de esto fue Lee Kwan Yew, su líder autoritario desde unos años antes de la independencia hasta 1990 cuando dio un tránsito hacia la democracia.

La clave de Yew fue juntar a las mejores mentes para estudiar su país e identificar sus ventajas competitivas. La principal que encontraron fue la ubicación geoestratégica de Singapur junto a uno de los corredores más activos del comercio marítimo internacional. A partir de ahí se diseñó un plan para preparar a su población y su territorio para explotarla al máximo. Esto se complementó además con el desarrollo de una cultura de planeación para aprovechar al máximo cada centímetro de su pequeña isla y para prever hacia dónde debían formar las capacidades de su pueblo para poder seguir explotando sus ventajas o crear nuevas. Hubo más elementos, claramente, como la cero tolerancia con la corrupción y buscar el mejor sistema de educación posible.

La experiencia de Singapur es única como lo es la de cualquier territorio. Sin embargo, hay lecciones importantes que deben inspirar a ciudades y naciones como lo es el tener un enfoque constructivo. En nuestra sociedad tenemos la costumbre de ser destructivos y de buscar siempre las razones por las cuales no podemos hacer las cosas en vez de juntar nuestras mentes para lograr lo imposible sin trampas y sin atajos. Si el pueblo de Singapur sufriera de este mal, hoy no estarían en la cima del desarrollo. Las diferencias de una sociedad como la nuestra con la de ellos son muchas y diversas, pero la lección de plantear un nuevo rumbo partiendo del sí se puede y del trabajo en equipo es una que no podemos ignorar.

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