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El constructor de sueños

El río estableció su curso y sus orillas se llenaron de casas y edificios, los árboles que sembraron nuestros antepasados crecieron y hoy son majestuosos chiminangos.

13 de septiembre de 2018 Por: Redacción de El País 

“Soy un enamorado de mi tierra, de sus árboles majestuosos y sus innumerables pájaros, y sueño con que algún día los caleños podamos disfrutar de nuestros siete ríos en siete grandes parques urbanos donde la convivencia nos traiga tolerancia, paz y amor tanto por el prójimo como por la naturaleza”.

Dice Santiago Éder, un caleño que una noche de frío invernal holandés empezó a soñar con chiminangos, mangos, guayacanes y gualandayes florecidos, a ver en sus sueños colibríes guayaberos y barranqueros y oír a las guacharacas en la madrugada. Había también un río donde se bañaba de niño. No estaba divagando, era el grito de su tierra, y se vino a Cali, al Valle de su infancia. Se encontró con otro visionario, Jorge Iván Ospina, quien en su desparpajado caleñismo le dijo: “Vea hermano encárguese de esta joda y sáquela adelante”. Es el Parque Lineal del Río Cali, que cambiará para siempre la vida de la ciudad: 1200 metros de zonas verdes, caminos ciclorrutas, juegos infantiles y gimnasios para la tercera edad, a la orilla del río Cali, que va desde la Calle 25 al frente de la Clínica de los Remedios hasta la Calle 18, entre la Avenida 2 y la 4 norte.

El río estableció su curso y sus orillas se llenaron de casas y edificios, los árboles que sembraron nuestros antepasados crecieron y hoy son majestuosos chiminangos. Se construyeron puentes y la gente no volvió a bañarse debajo del puente Ortiz. Dicen los habitantes del barrio El Piloto que ahora observan el río, que por allí han bajado los guatines pues hace rato que no forman parte de la dieta de los caleños.

Pronto Santiago se dio cuenta que no era solo construir un parque sino que había gente involucrada de diferentes clases sociales y con problemáticas distintas, el mayor reto fue convencer a los habitantes del barrio El Piloto, candidato del Emru para renovación urbana, que él no era un portador de malas noticias.

Consiguió aliados como la fundación Culata, liderada por otro visionario, Andrés Pedroza Salas, y se pusieron en la tarea de recoger los sueños de los habitantes y plasmarlos en 49 murales de artistas colombianos y extranjeros con la idea de convertirlo en algo parecido a Wynwood en Miami y que en vez de que El Piloto sea demolido se convierta en un atractivo turístico, tarea nada fácil, pues incluye capacitar guías bilingües de la comunidad, crear cafés y pequeños restaurantes, enseñarles a los perros a hacer sus necesidades con sus dueños para que el parque permanezca limpio, crear un centro piloto para los habitantes de la calle.

No es ese el único reto, dice Santiago, pues al otro lado del río hay dos prostíbulos y por eso busca ideas de la ciudadanía para ver cómo las trabajadoras sexuales se pueden convertir en narradoras de cuentos como se estila ahora en los museos, y los prostíbulos en monumentos históricos de otras épocas.

Sigue en Twitter @Atadol

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