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¿Cómo piensa la gente?

Nos cuesta mucho analizar bien la realidad porque tenemos prejuicios y estereotipos, aceptamos solo la información que refuerza nuestras opiniones y nos relacionamos solo con personas semejantes a nosotros.

26 de septiembre de 2018 Por: Redacción de El País 

La gente piensa poquito, pero mal. Las pruebas abundan. Los colombianos reprueban la paz, los ingleses aprueban el bréxit, los estadounidenses eligen a Trump. Repiten un viejo lamento: “Todo tiempo pasado fue mejor” y consideran que el fin del mundo es inminente. Pero si miramos los indicadores o leemos investigadores serios y estadísticas de larga escala (Matt Riddley, Yuval Noah Harari, Steven Pinker o Alejandro Gaviria) la conclusión es que la humanidad ha hecho enormes progresos en desarrollo y en bienestar.

(Ojo: estos señores no dicen que todo está bien sino que hoy tenemos más bienestar. La felicidad es asunto de pastores, de un ministerio venezolano y de gente rara).

Entonces, ¿por qué somos tan pesimistas? Quizá es que la mente humana privilegia la información negativa. Es un rezago de la mente del hombre primitivo, que veía problemas y amenazas en todo, recelo que le resultó muy útil para sobrevivir en ese peligroso mundo.

Nos cuesta mucho analizar bien la realidad porque tenemos prejuicios y estereotipos, aceptamos solo la información que refuerza nuestras opiniones y nos relacionamos solo con personas semejantes a nosotros. Es un círculo perfectamente vicioso. Oímos solo lo que queremos oír y solo nos escuchamos a nosotros mismos.

Las falencias en matemáticas también conspiran a favor de nuestros errores de percepción. Leer una curva, interpretar las cifras, sopesarlas, e incluso entender los porcentajes son tareas difíciles para muchos.
Todo esto distorsiona completamente nuestros preceptos, afecta las encuestas y complica el diseño de las políticas públicas. Una alta percepción de inseguridad, demos por caso, hace que se destinen a la Policía recursos que deberían invertirse en otras áreas.

En los ‘Peligros de la percepción’, Boby Duffy, un psicólogo que analiza encuestas hace 20 años para Ipsos Mori en más de 40 países, pone en evidencia el absoluto despiste en que vive la gente con respecto a casi todas las cosas.

Por ejemplo: se les preguntó a personas adultas de 30 países si consideraban que la tasa de homicidios había subido o bajado en los últimos 20 años. Casi la mitad de los encuestados respondió que había subido cuando en realidad había disminuido en 25 de los 30 países.

A la pregunta ¿usted cree que las vacunas producen autismo?, ¡tres de cada cinco personas contestaron que sí… o que no estaban seguros!
Cuando se les preguntó si el número de muertos por terrorismo había aumentado luego del 11 de septiembre, la mayoría respondió afirmativamente cuando lo cierto es que ha disminuido en el 73 % de los países de los encuestados.

En India, la gente piensa que el 64 % de la población tiene acceso a Internet. La cifra real es 20 %. Los italianos creen que el desempleo llega al 42 %, cuando en realidad es el 12 %. Los colombianos creen que los venezolanos desplazados hacia acá ya constituyen el 20 % de la población y que las adolescentes que dan a luz anualmente constituyen el 50 % de los partos totales. Las cifras reales son 2 % y 4,9 %.

Hay dos preguntas. La primera es fácil. ¿Qué debe hacer la gente para mejorar sus percepciones de la realidad social? Informarse bien, tomar un curso elemental de aritmética y abandonar prejuicios. Y chequear los datos, para no ser presa fácil de los embaucadores de la posverdad.

La pregunta imposible es: si les creemos a los optimistas de arriba (Harari, Pinker, Riddley, Gaviria), ¿cómo diablos ha progresado el mundo con tanto zombi suelto?

Sigue en Twitter @JulioCLondono

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