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Carlos Antonio Vélez, periodista deportivo colombiano. | Foto: Foto: Especial para El País

PERIODISMO DEPORTIVO

Carlos Antonio Vélez revela los secretos de sus 50 años en el periodismo deportivo

Carlos Antonio Vélez llegó a la 'mayoría de edad' en el periodismo. Ya son 50 años en el oficio, lo que le valió recibir el 'Micrófono de Oro'. Historia de un seminarista que con los años se convirtió en un profeta del fútbol.

10 de abril de 2022 Por: Francisco Henao Bolívar, Redacción El País

Doña Cielo Naranjo, una disciplinada maestra de Manizales, no estaba ni tibia sobre cuál sería la verdadera profesión, o pasión, del mayor de sus cinco hijos.

Para orgullo de la familia, de la ciudad, y seguramente del país, ella quería que Carlos Antonio Vélez fuera “el primer Papa de Colombia, y de Manizales”.

Y en eso empezó a trabajar decididamente, encontrando respuesta positiva en esos primeros pasos. Carlos Antonio llegó a estar en el Seminario Menor de la capital caldense y parecía destinado a ponerse la sotana por siempre, para felicidad de doña Cielo.

Pero, como el balón rueda y nunca se sabe dónde va a parar, los deseos e ilusiones se fueron al piso porque pudieron más las ganas de su hijo mayor de ‘ser libre’, de caminar las empinadas calles de Manizales y de ver otras cosas en la vida.

El “No voy con esto” de Carlos Antonio fue un duro golpe para doña Cielo. Y mientras ella digería esa frustración, su hijo, siendo menor de edad, se dio el lujo de probar en la política que era la otra vocación de los manizaleños en esa década del 60 y comienzo de los 70.

Para sorpresa de todos en su casa, fue elegido concejal por el partido Conservador, que dirigían dos reconocidas figuras, Pilar Villegas de Hoyos y Fernando Londoño Londoño.

Sin embargo, el no tener la mayoría de edad le impidió ejercer el cargo, pero no le cerró las puertas a sus ambiciones de querer ser alguien en la vida.

Sin embargo, lejos estaba de pensar que cinco minutos hablando de política en La Voz de los Fundadores, la emisora de moda en Manizales, lo catapultaría definitivamente al periodismo deportivo que fue donde se afianzó, hasta el punto de ser una figura reconocida a nivel nacional e internacional.

Comenzó haciendo reemplazos, viajando a Bogotá para comentar partidos de la Selección, hasta que se decidió por un traslado definitivo a la capital, donde logró consolidarse y crear un estilo no exento de polémica.

De esos inicios en el periodismo deportivo hasta hoy, ha cubierto 18 mundiales de fútbol, unos Juegos Olímpicos, 17 copas América, 11 eliminatorias mundialistas y ocho finales de Champions, además de infinidad de partidos de la Liga colombiana, de la Selección y de juegos por Copa Libertadores.

La semana pasada Carlos Antonio se hizo acreedor al ‘Micrófono de Oro’ por parte de RCN, su casa de toda la vida, por 50 años en el periodismo. “Toda una vida porque esto es mi vida”, dice el manizaleño que fue ‘propuesto’ para Papa, y terminó siendo una biblia, pero en el fútbol.

1. Cambio de chip

¿Cuando se llega a 50 años en el periodismo se puede decir: “Misión cumplida” o que se está por encima del bien y del mal?
Esto ha sido con mucho esfuerzo, es toda una vida, sigo activo, me siento vivo; me hace sentir tranquilo y funcional el seguir aprendiendo. Acabo de terminar un curso de la Conmebol, eso me mantiene la mente despierta. Y en ciertas cosas uno puede estar por encima del bien y del mal porque la experiencia le va diciendo en qué se puede meter uno, en qué no y qué situación la puede dejar tranquila. Pero en esto hay que dormir con un ojo abierto y otro cerrado.

¿Cuando comenzó en el periodismo, pensó llegar al lugar en el que está?
No, nunca. Empezando porque probé distintas cosas; estuve en el Seminario y allí no pude avanzar; y luego en la facultad de Derecho llegué hasta donde pude. Hoy es distinto porque los muchachos se programan. Nosotros teníamos en esa época otro tipo de vida, era como que caminemos a ver hasta dónde llegamos.

¿Por qué no siguió en el Seminario?
Era una disciplina muy difícil para mí; tuve un prefecto en la Universidad —el padre Mario Isaza—, un hombre que llegó a los más altos cargos de la Iglesia. Me sirvió mucho para mi formación durante dos años, pero la disciplina era muy rígida y no me sentía cómodo. Yo quería ser más libre, yo era más de la calle y estar privado de muchas cosas en la juventud no era sencillo.

¿Decepcionó a doña Cielo, su madre, que quería que usted fuera el primer Papa de Manizales?
Sííí... seguro (risas)... el día que regresé del Seminario mi mamá lloró; le dije que estuviera tranquila, que no pasaba nada. Yo estaba en el Seminario menor y estudiábamos latín, me puse sotana, salía una vez al mes. Mi mamá soñaba primero con tener un sacerdote en la familia y hasta un Papa, pero qué pesar con ella, conmigo no pudo.

¿Pudieron más las tentaciones fuera del Seminario?
Lo único que yo extrañaba eran mis amigos; los fines de semana uno se tomaba sus traguitos y además yo empezaba a fumar, cosas que en el Seminario no se podían hacer. Nosotros teníamos retiros espirituales y no se podía hablar, algo duro para mí que siempre he sido habladorcito. Rezábamos el rosario, pero no me sentía bien. Ya me comenzaba a gustar el fútbol, pero tentaciones, no.

¿Cómo llega a postularse para el concejo de Manizales siendo menor?
En 1972 entro a la Universidad de Caldas y allí tengo amigos que eran excelentes abogados y me encarrilaron en esto; Manizales era una ciudad manejada por Pilar Villegas y Fernando Londoño, y ellos tenían un partido político fuerte. Yo estuve en las juventudes de ese partido y sacaban una lista de 20 personas para las elecciones del concejo. Yo estaba ahí y clasifiqué, pero como era menor de edad no pude posesionarme.

¿Cómo se da el salto a la radio?
Precisamente hablando de política. En marzo de 1972 yo hacía cinco minutitos en el noticiero del mediodía en los que hablaba de la política de Manizales. Todo era parroquial. El gerente de la Voz de los Fundadores, Augusto Salazar, también era narrador, había trabajado en Caracol. Y en una ciudad pequeña donde uno no tenía mucho que hacer, me quedaba por ahí tomando café en la esquina de la 23 con 30; con Augusto hablábamos de fútbol y una vez me dijo que por qué no le daba la mano haciendo entrevistas. De una dije: acepto, por lo menos me ahorro la entrada al estadio. Y así comencé en un partido entre Caldas y Tolima.

¿Con el fútbol les sacó tarjeta roja al Seminario y al Derecho?
Yo seguí en la facultad, pero se me empezó a complicar todo porque viajé a Bogotá para comentar un partido de Copa América de 1975. Jairo Anchique se fue para la Vuelta a Colombia que en ese tiempo era lo máximo, y se jugaba un partido de Copa entre Colombia y Paraguay, entonces me trajeron a hacer un reemplazo. Me mandaron a la concentración de Paraguay en el hotel Bacatá y en el partido hice vestuarios. Desde ese momento comencé a venir a Bogotá y luego me llevaron a Lima a la primera final de esa Copa América, que me tocó comentar. De regreso a Bogotá, Armando Moncada Campuzano me dijo que por qué no me quedaba en la capital y eso fue lo que decidí después.

¿El comienzo fue lo esperado?
Yo tenía qué comer y dónde vivir. Había visto allí una gran oportunidad, me ofrecieron un buen sueldo. Yo no sabía en ese tiempo cuánto valía el dinero. Pero pasé los primeros meses con muchas dificultades mientras me pagaban. Comí en el mismo plato del ‘Bocha’ Jiménez, que ya estaba en Bogotá.
Él tenía crédito en el restaurante El Arriero, en la séptima con 24; a mí ahí no me conocían, y él me dio de su plato. Aguanté y luego me hicieron un contrato, viví por la Avenida Jiménez y ya después me acomodé. Luego arranqué en Caracol y me fui acomodando en varios programas que fueron mi ingreso a las grandes ligas siendo muy joven.

¿Qué considera que ha sido lo máximo que ha hecho?
No sé si lo habré hecho ya porque uno siempre quiere más, y mientras tenga hambre... por eso es que no les perdono a esos que no tienen hambre. Uno no puede renunciar a la gloria. En el caso de los futbolistas, son millonarios, pero deben tener una ‘pizca’ de hambre, ganar algo. Pero me han tocado cosas bonitas. Por ejemplo, el Canal RCN nació conmigo porque fui el primero que habló ahí, lo mismo en Win. Son como hijos de uno, también Antena 2.

Me considero un hijo suyo porque cada día aprendo más de él en siete años a su lado, por eso el agradecimiento y el cariño que siempre le profeso”, Faryd Mondragón, exjugador.

¿Guarda recuerdos de sus viajes a diferentes partes del mundo?
Todo lo guardo porque eso me trae recuerdos y me hace feliz. El muñeco del Mundial de Italia siempre lo veo porque lo tengo en mi estudio, es un muñeco raro, pero lo tengo. Estas cosas me fascinan porque son parte de mi historia. Cada Mundial tiene su historia. Por eso me golpea cuando dicen que un Mundial sin Colombia no vale nada. Eso lo dirá un hincha porque un Mundial es lo máximo.

¿Prefiere un Mundial o una final de la Liga de Campeones?
La final de la Champions supera el Mundial. Me enamoré de la Champions en esta década, siempre he ido a la final, aunque este año me la pierdo porque hay elecciones el 29 de mayo y no quiero que nadie decida por mí. Estoy esperando la otra semana a ver si clasifica el Real Madrid o el Atlético de Madrid para ir a las semifinales en abril y mayo como consolación. Pero para mí la Champions es lo máximo.

Los primeros partidos que Carlos Antonio Vélez comentó fueron en la década del 70 en el viejo estadio Mora Mora de Pereira. De allí dio el salto a la radio de Bogotá.

¿Se arrepiente de algo?
Me arrepiento de muchas cosas, pero también es cierto que si volviera a nacer haría el mismo recorrido, de pronto con menos errores.

¿Cuál es la opinión o la crítica que más problemas le ha traído?
¿Sabe que no tengo problemas por eso? En el fútbol tengo pocos amigos, pero mantengo buena relación con muchos de los que critico porque yo puedo tener una crítica ácida, pero no insulto a la gente, no soy capaz. Vivo en un estudio donde tengo todo, mis libros, recuerdos de viajes, de torneos, de mundiales, fotos, etc. Vivo feliz y ese es mi mundo. No leo comentarios, no entro en disputas en redes, tengo mi cuenta de twitter donde comento lo que quiero y desactivo los comentarios ajenos. Si existiera buena intención de confrontar, pero cuando van a hacer un reproche este va acompañado de un insulto. Prefiero cuidar mi salud mental.

¿Guarda autógrafos?
Sí, Mourinho se dio cuenta que yo era su fan y me mandó con Eduardo Lara una camiseta autografiada del Inter, cuando lo dirigía. También tengo el autógrafo en una camiseta de Pepe, el portugués que jugaba en el Real. Y tengo una foto en la que estoy en el palco del Real con mi señora, con mi hijo Luis Carlos, con el desaparecido Alejandro Nieto y con Florentino Pérez. Florentino me firmó esa fotografía que fue antes de un partido entre Real y Barcelona.

Una vida en los estadios

Mundiales
El primero que cubrió fue el de Argentina 1978. Luego le siguieron España 82, México 86, Italia 90, USA 94, Francia 98, Japón y Corea 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018. Tiene además siete mundiales juveniles.

Copas América
Tiene 17 cubrimientos de este torneo, siendo el primero el de 1975 que no tenía sede fija.

Los medios
Desde que llegó a Bogotá ha pasado por Caracol, el Grupo Radial Colombiano y RCN. En la televisión pasó por QAP, Teledeportes, Noticiero Promec, Fox Sports, Canal RCN y Win, entre otros.

Consagración
Entre los muchos premios están el de Mejor Presentador de Deportes en Televisión en 2002, Mejor Periodista Deportivo en 2003 y Mejor Transmisión Deportiva internacional en TV en 2004.

2. Una sólida familia

El talón de aquiles de Carlos Antonio Vélez, como el de todos, sin duda, es la familia.

De hecho nació en una que fue muy sólida gracias a la disciplina, educación y consejos que siempre impartían doña Cielo, su madre, y don Carlos, su padre.

Y con base en esos valores, Carlos Antonio Vélez formó, educó y consolidó su familia, integrada por su esposa Ana María Teresa Marroquín, peruana, y sus hijos Luis Carlos —también periodista—, y la abogada Paola Vélez.

El flechazo con Ana María se dio de una forma curiosa y, tal vez, inesperada porque Carlos Antonio había ido a la capital peruana a trabajar en el cubrimiento de un partido de Millonarios en Copa Libertadores. “A mi esposa la conocí durante la Copa Libertadores de 1976 cuando fui a un partido de Millonarios y Alianza Lima. El Bocha Jiménez, mi compañero en Antena 2, estudiaba arquitectura en la Nacional y me pidió el favor que le llevara unos libros a una señorita que había conocido y que se llama Rosa Ponce Valdeiglesias. Le entregué los libros y agradecida, nos invitó a almorzar. Ella llevó a una amiga, una chica que era de su misma ciudad, Arequipa, y que estudiaba en Lima psicología en la Garcisalo de la Vega. Ella, Ana María Teresa Marroquín, después fue mi señora”, recuerda Carlos Antonio.

Dice que al comienzo fue muy difícil porque él en Bogotá y ella en Lima, por lo que le tocaba gastarse los ahorros para visitarla una o dos veces al año. Hasta que tomaron la decisión de organizarse y vivir en Bogotá.

“Ella arriesgó todo, era de una familia de bien, se vino y aquí arrancamos de cero. Desde esa época hasta hoy es mi esposa, son 45 años de matrimonio, con dos hijos y tres nietos”.

Dice que su esposa le respeta tanta pasión por el fútbol que lo lleva a estar viendo partidos todo el día, comentando por diferentes programas, analizando esquemas y hablando con técnicos y entrenadores casi que a diario.

“Yo entro a mi estudio que es mi espacio y ella entra a la hora que quiere, pero no invade. Veo fútbol todo el día, ese es mi mundo, ella me ha respaldado, antes me dice que si quiero café. En la tarde me como tres o cuatro empanaditas y me meto a mi estudio para seguir viendo fútbol”, dice.

Uno de sus hijos, Luis Carlos, hoy director de la FM, siguió sus pasos en el periodismo y fue más allá hasta el punto de que asegura, lo superó.

“Claro que me superó, Luis Carlos es un muchacho muy brillante y preparado. Ojalá yo hubiera tenido la oportunidad que él tuvo. Por ejemplo, en mi época hablar inglés era un privilegio. Después intenté y no pude. Los idiomas me han dado duro y esa es una de las carencias que tengo”.

Agrega que “Luis Carlos tiene extensión en Gerencia de Países en crisis de Harvard, dentro de poco se va a graduar en la Escuela de Gobierno de Harvard y una de sus compañeras es la dueña del Liverpool; ojalá yo hubiera tenido la oportunidad de ir a la Escuela de Economía de Londres como fue él. Se preparó para ser un gran economista y era lo que queríamos. Trabajó en la octava empresa más importante del mundo, fue funcionario de Enron (empresa energética) en Houston”.

Su hija Paola es abogada de la Universidad de la Sabana, especializada en Propiedad intelectual y Derechos de Autor en la Carlos III de Madrid y actualmente es funcionaria de la Contraloría General de la Nación.

La familia la complementan tres nietos, dos hijos de Luis Carlos y uno de Paola.

3. La radio, su pasión

Aunque a Carlos Antonio Vélez se le escucha más en la radio, en los otros medios como la prensa escrita y la televisión, también ha incursionado con mucho éxito.

Sin embargo, no cambia la radio por la inmediatez y porque llega hasta los rincones más apartados del planeta.

En Bogotá, en la década del 70, fue cuando comenzó a abrirse paso decididamente gracias a sus conocimientos y a la forma de ver el fútbol.

“Él prácticamente llegó sin nada a Bogotá, yo le ayudé en esa época porque ya estaba acomodado en la capital. Vivió en mi apartamento mientras se organizaba, pero al comienzo fue duro para él”, dice Henry ‘El Bocha’ Jiménez, su inseparable compañero en Antena 2.

Jiménez asegura que el éxito de Carlos Antonio se debe “a su esfuerzo, trabajo y profesionalismo. Es una persona consagrada a su trabajo. Lee mucho, se prepara demasiado para los partidos, es disciplinado. Es un comentarista agresivo y el día que cambie eso no será el mismo”.

El ‘Bocha’ cuenta una anécdota que ratifica la vocación que en su juventud tuvo Vélez. “Es muy devoto. Cuando llegamos a cada ciudad, no le falta la misa. Siempre me invita y yo le digo que lo acompañaba, pero que no entraba. Me iba a caminar por el parque más cercano mientras él estaba en misa. Y cuando salía, se le veía feliz”.

Otro de sus compañeros, con los que también se inició, Luis Alfredo Céspedes, recuerda que “Yo le cargaba los cables a él cuando vino a trabajar a Pereira. Y desde ese instante, a pesar de que Carlos era muy joven, ya se le veía la personalidad para comentar, era recio y severo”, dice Céspedes.

Agrega que “es una magnífica persona, gran profesional, estudioso y exageradamente dedicado al periodismo y al fútbol. Conozco a su esposa y prácticamente vi nacer a sus hijos. Nunca pensé que años después sería jefe de él como gerente de Deportes de RCN. Y de él nunca tuve una queja”.

Faryd Mondragón, quien lleva 7 años comentando al lado de Vélez en Win, solo tiene palabras de admiración.

“Es una persona que siempre se está actualizando, está al día en todo los temas del fútbol, es un gran profesional y un gran ser humano que sabe manejar todas las facetas de su vida. El grado de exigencia es alta cuando se trabaja con él y eso es muy bueno para todos los que tenemos el privilegio de estar a su lado”, dice el exarquero de la Selección.

Mondragón opina que “las críticas que hace están justificadas y eso lo da saber del reglamento y del fútbol. Ayuda también la credibilidad que ha forjado en muchos años. Me considero un hijo suyo porque cada día aprendo más de él, por eso el agradecimiento y el cariño que siempre le profeso”.

Carlos Antonio tuvo un paso por el Grupo Radial Colombiano (GRC), gracias al doctor Mario Alfonso Escobar que fue quien lo recomendó.

La vigencia de Carlos en el periodismo se debe a su esfuerzo y al gran profesional que es. Es una persona consagrada a su trabajo. Lee mucho, se prepara demasiado para los partidos”, Henry Jiménez, compañero en Antena 2.

“Yo le dije en ese entonces a Willy Vargas, que era el gerente del GRC, que en Manizales había un muchacho que comentaba bien. Yo ya lo había escuchado, pintaba bien desde el comienzo porque era muy claro para ver el fútbol. Y desde ahí lo contrató el GRC y lo mandó a Bogotá a comentar con Pastor Londoño Pasos”, dice Mao.

“Carlos se hizo solo porque tenía capacidad. Recuerdo una anécdota con él de una vez que fuimos a Hong Kong a un partido de la Selección y nos recorrimos toda la ciudad buscándole un computador a su hijo Luis Carlos que debía tener unas características especiales. Al final lo logramos, pero él se quedó sin viáticos y yo me quedé sin piernas de tanto caminar”, dice Mao.

Uno de sus compañeros de set en Win Sports, el técnico Juan José Peláez, reconoce en Vélez su deseo permanente de buscar cosas nuevas.

“Tiene una capacidad de reiventarse constantemente, de investigar, de innnovar y de buscar siempre lo último que hay en el fútbol”, dice el técnico.

Asegura Peláez que “a Carlos Antonio no le gusta estar en zona de confort, es rápido para entender una situación de juego y comentarla... siempre está un paso adelante. Y como persona es vertical y transparente”.

En el periodismo, Vélez se ha codeado con otros grandes de los medios.
De Hernán Peláez dice que “es un historiador bravo del fútbol, no se mete en lo táctico, conoce muy bien esto”.

Y a Iván Mejía lo considera “un magnífico periodista; es un desperdicio que no esté trabajando, es futbolero, capaz y muy enterado de todo”.

También tiene un consejo para la nueva generación del periodismo: “Tienen que estudiar y prepararse mejor. Como ahora todo es el que grite más y haga más show... Deben entender que el fútbol no es de los últimos 10 años, que lo inventaron hace mucho tiempo. Necesitan muchas bases para leerlo e interpretarlo”, dice Vélez.

Señala que “es malo en un medio ser hincha de un equipo, ni siquiera de la Selección. Uno tiene que ser ante todo un profesional y debe asumir posturas que tengan que ver con la realidad y no con el sentimiento, el fútbol debe pasar por la cabeza y no por el corazón”.

Hoy Carlos Antonio estará viendo y comentando fútbol, porque es su gran pasión. En esas lleva 50 años y espera seguir así dando cátedra a través del micrófono, llamando las cosas por su nombre y criticando con dureza lo que él siempre llama “la mediocridad”.

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