¿Y cómo firmar la paz en las redes sociales?
Después del fuego cruzado entre partidarios del Sí y del No por el plebiscito, quedó en evidencia que aún no hay cese bilateral en el mundo virtual. ¿Por qué los colombianos somos así? ¿Cómo desarmarnos?
Después del fuego cruzado entre partidarios del Sí y del No por el plebiscito, quedó en evidencia que aún no hay cese bilateral en el mundo virtual. ¿Por qué los colombianos somos así? ¿Cómo desarmarnos?
Como en la peor riña callejera del más burdo nivel. Así fue la batalla virtual que vivimos los colombianos en redes sociales antes y después del pasado plebiscito. Y eso que era por la paz. El más candente cruce de improperios, insultos, amenazas, sarcasmos, descalificaciones y agresiones que circularon por Facebook, Twitter y WhatsApp, fueron prueba de cuan armados vivimos los colombianos para pelear por lo que sea. Porque así como nos herimos porque Sí y porque No, este país pendenciero también tira a matar por el acuerdo de paz, se ofende por las cartillas del Ministerio de Educación, pelea porque Nairo gana o porque no, enfrenta a evangélicos y a católicos por el matrimonio y la adopción para parejas gay, condena a Falcao porque se lesiona, amenaza a James... en fin. ¿Por qué están activados los improperios y las ofensas en redes sociales? Porque se dan en un contexto polarizado, contestatario, intolerante, explica María del Socorro Peláez, psicóloga clínica y docente de la Universidad Javeriana Cali. No son las redes sociales, sino el lenguaje interiorizado en nosotros, dice. Víctor Solano, consultor en reputación digital de Impacto Comunicaciones, complementa que tal agresividad en redes sociales es reflejo de lo que somos como sociedad. La gran diferencia con lo que sucedía antes, es que nos podemos escuchar, pero esa agresividad siempre ha estado latente, escondida. Lo que pasa es que hoy sale a la luz, pero es lo que somos, lamentablemente, comenta. Para Luis Fernando Muñoz, docente de Icesi, hay saturación de información y estrés (virtual) porque la gente vive muy conectada al celular consumiendo tal sobrecarga informativa. Y como hay mucho rencor, la gente se despacha en una posición facilista, pues en las redes no se está construyendo nada positivo, cogen temas de coyuntura y se dan muchísimo garrote. Muñoz advierte que eso es flor de un día, de momentos importantes como los deportivos. Y da el ejemplo del matoneo a Nairo porque no le ganó a Froome en el Tour de Francia, sin entender que no estaba listo, que no es un robot, para luego, elevarlo a la categoría de héroe al ganar la Vuelta a España. En el escenario político las redes nos polarizan al extremo como sociedad, dice Solano, y nos sirven para exorcizar esas furias, iras y esos sentimientos negativos, que mezclados con miedos e incertidumbres, van creando unos odios que se traducen en expresiones racistas, en contra de las minorías, de los discapacitados, los homosexuales, y el regionalismo se exacerba desde lo negativo. Podría ser positivo para mostrar sentido de pertenencia y amor por las regiones. Pero se ha convertido es en un escudo superagresivo de unas regiones contra otras, opina Solano. Carlos García, experto en comunicación digital, coincide en que la agresividad no es inherente a las redes sociales, sino que es una expresión del comportamiento de los colombianos. Si en la calle nos damos en la jeta por cualquier cosa, pues en redes sociales no es distinto, dice. La causa, opina, es la falta de respeto por los demás, los altos niveles de intolerancia, ese comportamiento perverso en el que estamos sumidos hace muchos años. La diferencia es que hoy las redes sociales amplifican los malos comportamientos; es un espacio de encuentro social virtual y allí se refleja lo mejor o lo peor de nosotros, añade. Muchas personas han tenido que salir de las redes sociales porque son víctimas de ciberacoso selectivo, intenso, masificado, con calumnias, fotomontajes y ciberataques que lanza gente que se escuda en el anonimato. Un caso reciente es el de la amenaza a James Rodríguez por la Legión Holk, un colectivo de adolescentes de Iberoamérica, que se dedica a matonear o a trolear a una persona por día, pero no son conscientes de que están cayendo en la calumnia y la injuria. Es grave porque son muchachos que transitan en el delito informático sin saberlo, dice Solano. Muñoz, catedrático de mercadeo en redes sociales en Icesi, señala que lo que más se mueve es la crítica y el rencor y de ahí pasan a atacar. Mas si la persona o la marca da papaya, como Viva Colombia, que hizo una publicidad para muchos sin trascendencia, pero se benefició porque todo el mundo habló de ella. Es que las redes sociales logran el fenómeno de sumar indignaciones, pasiones, emociones, luchas, temores y amores, resume García: Si te siguen el juego, terminas convirtiéndote en líder de opinión y si hallas aplausos de quienes van en la misma vía, así sea de la agresión, acaban exaltándote, como el que cuenta un chiste y todos se ríen, pero si nadie lo hace, a lo mejor deja de contarlos. El analista dice que la gente ya no protesta en las calles, sino en las redes. Un artículo del New York Times decía que las redes sociales se han convertido en un espacio de odio porque es fácil atacar desde el celular a gobernantes, políticos, artistas, deportistas, modelos, que como todo ser humano, se equivoca, pero la gente es muy dura: los tratan con palabras soeces, memes, unos divertidos, otros agresivos. Como le sucedió a la ex ministra Gina Parody, tras la marcha contra las cartillas, que rebasó el límite a su vida personal e intimidad, indica Muñoz. Una cosa es estar de acuerdo o en desacuerdo y otra atacar pretendiendo un planeta ideal, donde solo haya hombres y mujeres y los niños nazcan dentro del matrimonio tradicional, comenta. El docente advierte sobre el rol de los community manager para saber sortear los ataques: No se trata de ponerse a pelear ni a contestar todo, porque la confrontación en redes sociales no acaba nunca. Hay que saber canalizar y ser creativo. Y cita ejemplos: cuando criticaron la camiseta de la Selección Colombia del Mundial 2014, el community manager se dejó enganchar y dijo: Si no les gusta es porque Colombia está lleno de criticones y descerebrados. Esa era una posición personal, no la de la empresa que elaboró la prenda, que salió a aclararlo, porque eso se puede volver en contra: ¿cómo así que esta marca pelea con sus clientes? y deja de comprar sus productos, explica. Es cuando hay que tener capacidad de rebote y no conectarse con el atacante. Como lo supo hacer la marca Doritos, cuando lanzó en México un producto de paquete con mensajes alusivos a la diversidad sexual con la bandera gay. Un sector lo rechazó y amenazó con boicotear sus productos, pero sus community manager lo resolvieron de forma natural, sin casar pelea, dando mensajes de podemos vivir juntos, así ustedes no estén de acuerdo. Muñoz advierte que se debe pensar en qué intereses hay detrás de cada mensaje. Con influenciadores (ver nota anexa) en escena, es claro que muchas cuentas son falsas creadas solo para una campaña publicitaria, religiosa, electoral, etc., para atacar y crear ejércitos para una persona que busca un efecto, que renuncie alguien, por ejemplo. Las redes sociales han adquirido tal fuerza y pueden influenciar tanto, que ya superan la capacidad que tenían los medios masivos, argumenta Muñoz. La pregunta es cómo se forma el criterio de la gente, a quién le creemos y a quién no le creemos, reflexiona el docente. Otro elemento de juicio es que solo el 20 % de usuarios de redes sociales publican el 80 % de los contenidos. Es el llamado principio de Paretto, en el que la gran masa anda por las redes de miranda, no crean ni publican nada, solo son seguidores de los que las mueven.Eso indica que la mayoría termina siendo manipulada, influenciada, porque no razonan en quiénes son los autores de los contenidos, qué intereses tienen y que eso que dicen no es tan espontáneo como parece, advierte Muñoz. Incluso, algunos andan viendo qué pescan en río revuelto para generar polémica, porque es muy fácil criticar desde la cama viendo televisión. Seguro, los que criticaron a Nairo por lo del Tour de Francia, jamás se han subido a una bicicleta. Igual pasó con Falcao García, que se lesionó y le decían que se había pasado a trabajar a un banco porque le gustaba la banca. Hay que tener mucha fortaleza interior, o sino, lo pueden destruir, opina Muñoz. Para Carlos García, la campaña que vivimos esta semanas fue la más desastrosa del país porque mezcló todo: plebiscito, una supuesta ideología de género que no existe y la idea de que los homosexuales van a homosexualizar al país. A artistas, periodistas, a todos les dicen que los van a matar, pero la gente no sabe que es posible denunciarlos por todo lo que llegue por Facebook, Twitter, Instagram o correo electrónico. Alba Lucero García, magister en psicología y docente de la UAO, plantea que las nuevas tecnologías cambiaron el cómo nos relacionábamos antes: Hace unos años interactuábamos en comunidad, viéndonos, reconociéndonos, sabiendo quién es el uno y quién es el otro. La ciberintolerancia refleja algo que no anda bien en nuestro yo y no el nivel académico. Sencillamente hace parte del acervo moral recibido en el hogar, en la socialización primaria, aquello con lo que nos mandan desde casa, sentencia Solano. La pantalla empodera, la virtualidad da una suerte de anonimato que facilita conductas que a nivel personal no harían. Típico de los que postean mensajes sobre la envidia, el orgullo, la hipocresía, etc., sin destinatario preciso. Está interpelando a otro, pero no frente a frente y lo deja sin oportunidad de responder, controvertir, debatir. Las redes sociales son como un baño público, llenos de grafitis insultantes; en redes sociales ves lo mismo, potenciado a los extremos y como no tengo que responder de inmediato, la responsabilidad es menor que si la tuviera al frente, concluye García. Aprenda a controlar las emociones Todo empieza en casa, desde la infancia. Todos los adultos o adolescentes que hoy se comportan mal en las redes, solo están mostrando su formación de infancia. La psicóloga y magister en psicología clínica, Alba Lucero García, docente de la Universidad Autónoma de Occidente, UAO, afirma que hay que hacer una labor juiciosa, sistemática y convincente durante la crianza, de enseñar a los hijos el deseo de querer vivir bien con el otro, generar clima positivo de convivencia. Esa tarea nunca caduca: enseñar a vivir bien, a respetar el otro y la diferencia en el otro, indica. Para desactivar ese coctel molotov de odios, iras, venganzas y otras emociones negativas que explotan en redes sociales, ella propone enseñarles a los niños a controlar los sentimientos y las emociones y canalizarlos en forma positiva. Lamentablemente los padres están muy ocupados trabajando o tienen otros intereses, y sus hijos pasan a un segundo lugar. Estos niños van creciendo sumergidos en un mundo del narcisismo y del principio del placer, que no son positivos para la convivencia en ninguna sociedad, comenta. Su consejo es aprender a poner límites, no darles todo lo que quieren en el instante que quieren. Eso es ir formándoles su carácter, su manera de ser que les facilite vivir en sociedad, real o virtual, afirma Alba Lucero. Víctor Solano, consultor en reputación digital de Impacto Comunicaciones, aconseja acompañar la experiencia de consumo digital de los hijos. Cuando delegamos la tarea de ser padres a los medios de comunicación, a internet y a las mismas redes sociales, estamos desatendiendo nuestro gran deber, argumenta. Hay que sintonizarse con los intereses de los hijos, dice, para tener una experiencia de consumo de esos contenidos, compartida, y así haya socialización sobre qué se puede y se debe hacer en las redes, añade. Insistir en crearles conciencia de que afectar a alguien en redes sociales es igual que hacerlo presencialmente, continúa Solano. Con la diferencia que por las vías virtuales es peor, porque es más masivo y termina hiriendo muchísimo la autoestima de la persona. Para controlar los pocos niveles de tolerancia al otro o a la diferencia, se vale el principio básico de las relaciones humanas: tener consideración con el otro. Mas que estar de acuerdo con los acuerdos de paz, tenemos que llegar a un consenso para expresarnos en lenguaje positivo, asertivo, no agresivo. No significa censura, sino argumentar sin arengas ni insultos, opina Solano. Si no le importan los demás, hágalo por sí mismo, con conciencia de que lo que hacemos en redes sociales deja una huella digital y si nos comportamos negativamente, va a afectar nuestra reputación con un impacto negativo en nuestras vidas, explica Solano. Luis Fernando Muñoz, gerente de la agencia de mercadeo digital Creatis Tech S.A., coincide en que es fundamental mostrar los alcances de la huella digital (como la huella dactilar): todo lo que se publique en redes sociales queda grabado, así lo borre, lo elimine o lo oculte, puede que antes le tomen foto o una captura de pantalla. Y puede ser, a futuro, un obstáculo para obtener un empleo. El problema es que, infortunadamente ese lenguaje violento, descalificante, intolerante, ya está permeando a los niños, que están hablando de la misma forma que los adultos, opina la psicóloga María del Socorro Peláez. Por ejemplo, repiten que no se puede perdonar, que hay que matar al otro, un lenguaje totalmente irrespetuoso frente a las diversidades, cuenta. Ella ha visto casos de niños y adolescentes que han sido violentados en su intimidad, a quienes les han publicado fotos sin su consentimiento, que crean páginas ficticias haciendo creer que es de otro niño, se han burlado de la vida privada o lo amenazan con qué pasa si te publico tal cosa. Y los medios de comunicación están muy ensimismados en vender el ideal del consumismo, el excesivo narcisismo, que torna una sociedad demasiado egoísta y manipuladora, cuestiona la profesora Alba Lucero. El sistema no está diseñado para enseñar la importancia de vivir con los valores de respeto, solidaridad, generosidad y tolerancia a los demás, se queja. La profesora María del Socorro recava en que en las redes sociales también hay mensajes positivos. Pero depende del uso que hagagamos de ellas. Si mi lenguaje es conflictivo, intolerante, agresivo, eso es lo que voy a escribir en redes sociales. ¿Qué dicen los influenciadores? Mi trabajo es insertar mensajes en las redes sociales. Si el público las acepta o no, depende de su credibilidad o de sus niveles de influencia, pero es algo muy subjetivo o también muy relativo si su audiencia le copia o le hace caso. Este testimonio es de un periodista y estratega digital pidió reservar su identidad, quien admite que los políticos contratan influenciadores para crear tendencia sobre temas puntuales. Con más de 5000 seguidores en Facebook, 80.000 en Twitter y 14.000 en Instagram, cultivados en 9 años de trabajo como influenciador, dice que esta labor se pudo apreciar en la encarnizada guerra entre los del Sí y los del No, del pasado plebiscito. El espectador no podía saber si quienes trinaban o posteaban eran pagados o si era gente en verdad hablando de eso, lo que uno ve es una manipulación en este tipo de situaciones, acepta. Esta situación se da porque el público desconoce que así como hay campañas para informar, también las hay para desinformar, mal informar, tergiversar, distorsionar y en últimas, manipular, indica. En su opinión, una campaña muy efectiva fue cuando Uber activó influenciadores, y esa firma aún no era muy reconocida, pero así logró fidelizar bastantes clientes a la marca. Comenta que los medios de comunicación ayudan a viralizar situaciones como la del ¿Usted no sabe quién soy yo?. Según él, el tipo estaba borracho, pero ni siquiera estaba conduciendo, pero los medios le dieron trascendencia porque él cometió un error al decir que era familiar de César Gaviria. Eso aumentó la viralidad de inmediato, le tocó esconderse, casi lo llevan a la cárcel, no era tan grave como se mostró, pero los medios se pegaron de eso y en redes satanizaron el caso, pidieron cárcel para él y hasta protagonizó una webserie del tema, cuenta y advierte: En casos así hay que tener mucho cuidado, porque se puede volver hasta un problema nacional. Ahora está rodando una denuncia de los abusos al Sisbén, de personas que se están colando en el sistema y quitándoles los beneficios a los que no lo tienen. Otros influenciadores reconocen que algunas veces los han contratado para hacer campañas sucias para inclinar la opinión pública hacia un lado. Por ejemplo, contra un proyecto de ley o normatividad que el Gobierno quiere tramitar y que ciertos políticos o sectores de opinión rechazan. O el caso contrario, para que dejen hacer algo, porque a veces hay intereses que van en contra del mismo Gobierno. Entonces, toca controlarlos, afirman. Para controlar esos odios colectivos, alimentados muchas veces por el combustible de influenciadores digitales a sueldo, la psicóloga y docente de la Javeriana, María del Socorro Peláez, recomienda que se debe tener una postura crítica ante esos comentarios que piden echar a la hoguera algo o a alguien. Sus consejos son: No reenvíe hasta que esté seguro, lea por lo menos tres posturas distintas sobre el tema para tener una visión más completa y neutral, vea más de un noticiero, no el de un solo canal o el de siempre, verifique las fuentes para saber qué cosas son reales y cuáles no. Y muy importante, educar a la población sobre cuáles son los buscadores con bases de datos fidedignos y cuáles no. Otro truco efectivo es: contrapreguntarle a quien le manda un mensaje por WhatsApp, ¿Usted está de acuerdo con lo que publicó o solo lo reenvió? Porque muchas veces reenvían, comparten o retuitean un mensaje sin siquiera leerlo ni mucho menos pensar en el daño que se puede llegar a causar con él, concluye la psicóloga Peláez. Piense antes de... No publicar en caliente, sino cuando la emocionalidad inicial y la situación se hayan decantado.Tampoco se debe publicar si se está de mal genio, mucho menos si está con unos tragos en la cabeza.Preguntarse siempre: ¿puede dañar o herir a alguien este contenido? ¿Vale realmente la pena que lo publique? Saber manejar los ataques como con un escudo. Debemos ponernos en diálogo acerca de la responsabilidad que tenemos cada vez que escribimos. Las personas activas en redes sociales casi no dimensionan la responsabilidad social que tenemos cuando publican. Se debe ser prudente con la palabra y comprender los alcances de esta en la red virtual. Entender que somos adultos, que influenciamos a los demás.Cuidar su lenguaje. Si no nos comprometemos a adoptar un lenguaje más propositivo, es difícil. Asegúrese de no dañar la imagen del otro, nunca transgreda la intimidad del otro, no amenace con publicar contenidos que no le corresponden y verifique que el contenido tenga piso.Tenga en cuenta la legislación sobre los niños, no publicar nada que dañe la salud emocional o física de ellos.Cuídese de su círculo de amigos, agregados y seguidores. Saber que estar en las redes sociales es estar en lo público, y si usted quiere privacidad absoluta, lo mejor es que no esté en ellas, porque por más filtros que tenga, termina siendo una vía pública.Exprese su opinión en forma tranquila, reposada, pero, ante todo, respetuosa. Porque si va en contra de los demás con palabras insultantes y amenazantes, prácticamente está aportando a la misma podredumbre de las agresiones en redes sociales.