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Tragedia ambiental en Tumaco: Voces que revelan la 'cruda' realidad

Aunque está a una hora en avión de Cali, Tumaco parece muy lejos del resto del país que negocia su paz. El histórico desastre ambiental causado por las Farc, al atentar nuevamente contra el oleoducto Trasandino y dejar a 150.000 personas sin agua, sin embargo, puso al pueblo otra vez en el mapa. (Voces desde la otra Colombia).

28 de junio de 2015 Por: Redacción de El País

Aunque está a una hora en avión de Cali, Tumaco parece muy lejos del resto del país que negocia su paz. El histórico desastre ambiental causado por las Farc, al atentar nuevamente contra el oleoducto Trasandino y dejar a 150.000 personas sin agua, sin embargo, puso al pueblo otra vez en el mapa. (Voces desde la otra Colombia).

Remendando la atarraya

“Difícil, difícil, debido a que el crudo ya está para desbordarse al mar… Entonces los pescadores no pueden salir a su profesión, como se dice, para el sustento, entonces muy difícil, muy difícil… Ahorita toca echarse a remendar los instrumentos de pesca, adecuarlos, así sucesivamente, ahorita todos estamos es de para… Hay familiares que vienen y miran y ven que la situación está muy crítica, entonces el familiar dice: tené este sustento… y así, para irnos solventizando (sic), pero está demasiadamente pesado, muy crítico. Con el derramamiento la crisis es total porque para donde se va corriendo (la mancha) va matando, hay pescados que desaparecen, no hay posibilidades de trabajar en los mariscos. Antes del derramamiento se sacaba por toneladas, ¡Por toneladas! Antes hubo también un crudo derramado en Ecuador y se desapareció mucha pesca por años, totalmente por años, estamos hablando de unos 8-10 años atrás… Antes de eso se cogía pescado por cantidad y luego hubo una escases tremenda… Ahorita, por lo menos yo, pues toca  ponerse a hacer oficios varios, es decir, a la gente le toca hacer cualquier trabajito para el sustento de los niños porque no se puede uno quedar con los brazos cruzados en medio de tanto atropello… Ahorita estamos hablando de unos cien pescadores parados…”

Solón Silva, 40 años, pescador hace 30, padre de cuatro hijos, habitante del barrio Buenos Aires, en Tumaco, la población del Pacífico nariñense con la que siguen ensañadas las Farc: el 2 de junio dejaron sin energía a toda la población durante cuatro días, cuando volaron dos torres de energía en el corregimiento de Llorente. 18 días después atacaron otra torre en Altaquer y esa vez fueron dos días a oscuras. El 12 de junio, guerrilleros del frente 29 y la columna Daniel Aldana dinamitaron el oleoducto Trasandino, a la altura del kilómetro 44, en la vía con destino a Pasto, contaminando así los ríos Caunapí y Rosario, hasta entonces principal fuente de abastecimiento de unas cinco mil personas que viven cerca de los ríos y muy lejos de la posibilidad de contar con un acueducto. No bastando, el pasado domingo rompieron otra vez la tubería provocando el derramamiento de 400 mil galones de crudo sobre la quebrada Pianupí, que surte al río Guisa, que desemboca en el Mira, que es el que surte al acueducto. Las Farc, además de dejar sin agua a unas 150.000 personas, han provocado un desastre que el Ministro del Medio Ambiente calificó como el peor daño ambiental y social de los últimos diez años.

 Pan con gaseosa

“Los tumaqueños vivimos en una desesperación total, los atentados terroristas de las Farc son permanentes: más de 30 contra la fuerza pública, 19 en el centro de Tumaco que han afectado a la población civil, eso es una angustia total, la gente piensa en cómo preparar los alimentos, ya escasea el agua, la gente vive en un desespero total. Hoy (viernes) los precios están por el cielo, en este momento lo que podríamos decir con certeza, es que la gente se está abasteciendo es de pan, hermano, ese es el almuerzo que se están metiendo hoy por hoy los tumaqueños: pan con gaseosa, esa es la realidad porque la carretera también está tapada con un paro y no dejan pasar los carros de alimentos, entonces es caótico en ese sentido. La gente se siente aprisionada, las autoridades, la Policía y el Ejército, andan en una situación de alerta y eso da para que automáticamente los tumaqueños no sepan en qué momento explote un artefacto. La gente desde las nueve de la noche ya está encerrada, Tumaco a partir de las nueve la noche es un pueblo donde sus habitantes prefieren recogerse”.

Nel Enrique Quiñones, 53 años, exfutbolista, escritor, fundador y director de La Raya, el periódico quincenal que desde hace 25 años circula en Tumaco, la población del Pacífico nariñense que queda a una hora en avión de Cali,  pero que parece realmente muy lejos del país que negocia su paz. El viernes, durante una visita al municipio, el presidente Juan Manuel Santos les pidió a las Farc  que sean “coherentes y no cínicos”: "Esta es una estupidez de gran tamaño y lo que logran es generar más rechazo de la población hacia ustedes, generan más escepticismo al proceso de paz (…) No pueden estar hablando de reparar a las víctimas en La Habana, si al mismo tiempo están generando miles y miles de víctimas inocentes. Son los más pobres de este país los que se ven afectados. ¿Qué coherencia hay en ese sentido? Ninguna. Lo que están haciendo es totalmente irracional.

[[nid:437899;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2015/06/tumaco.jpg;full;{El atentado de las Farc al oleoducto Trasandino que generó el derrame de 410 mil galones de crudo al río Mira, mancha que posteriormente llegó al Océano Pacífico, ha sido catalogada como la peor tragedia ambiental de los últimos 10 años. Así se ve en imágenes este golpe de la guerrilla a Tumaco y al medio ambiente.Fotos: Cortesía Ministerio de Ambiente y Defensoría del Pueblo}]]

De derecha y de izquierda

 “Ya llevamos un periodo largo en que esta región se ha ido complicando con la presencia de grupos armados de toda clase, tanto de derecha como de izquierda. También por la cuestión de los cultivos ilícitos que atraen a otros grupos y todo esto se ha ido complicando dado que aunque se están haciendo las conversaciones en La Habana, la suspensión de la tregua, ya todos saben, ha traído consecuencias realmente dolorosas. Tumaco es una población de unos 600 mil habitantes ahora y realmente presenta todas las características de una zona de conflicto con gran peligro para la sociedad, porque como ya ustedes saben, en los últimos días hemos tenido más de veinte atentados terroristas, ha habido bastantes víctimas tanto de civiles como de militares y, desde luego, la inseguridad está más pronunciada…”

Monseñor Gustavo Girón, 75 años, obispo de Tumaco, la población del Pacífico nariñense donde en este último tiempo probablemente sean más invocados los favores de Dios: el 26, 27 y 28 de mayo, por ejemplo, atentados contra el CAI de la Policía. Tres días seguidos; el artefacto explosivo que le lanzaron al tercer día, causó heridas leves a un uniformado. Una semana atrás, una carga detonada al paso de una patrulla por el barrio Nuevo Milenio había matado al agente Fernando Narváez, de 22 años, y dejado heridos a sus compañeros, Alexis Ramos y Jairo Solarte, de 23 y 37. Aquello ocurrió un día después del cese unilateral de hostilidades que el 22 de mayo anunciaron las Farc, tras el bombardeo del Ejército que dejó 27 guerrilleros muertos en Guapi, Nariño.

La jaula del hambre

 “Hoy no hay situación mala que no se pueda señalar en Tumaco, a Tumaco le han caído las siete plagas. En el caso de mi comunidad, hoy el pueblo Awá está sometido a un plan de exterminio físico y cultural por parte de los actores armados: el pueblo Awá vive de la caza, la pesca, la recolección, y hoy todos los ríos dentro del territorio están contaminados, no hay un río que no esté contaminado y a eso se le suma la presencia de las Farc, de los paramilitares, las violaciones de derechos humanos por parte de la Fuerza Pública. Hoy el territorio está sembrado de minas antipersonales y en los últimos dos meses se ha incrementado la siembra. Si había una crisis alimentaria dentro de las comunidades, si ha habido muertes de niños por desnutrición, hoy se nos pone un desafío porque hay una gran cantidad de familias que en varios resguardos están en situación de confinamiento porque no pueden salir a cazar ni pescar. Hay una serie de niños desnutridos dentro de nuestro pueblo, no te puedo decir la cifra pero son una gran cantidad, hay niños que han muerto por desnutrición. A veces uno se sienta y se pone a mirar el territorio, se pone a mirar el país y el mundo y dice, pero por Dios, ¿qué daño hace la población indígena, campesina y afro, que hoy los actores armados quieren exterminarlos?”

Javier Cortés, 28 años, padre de tres hijos, líder de los Awá asentados en Tumaco, la población del pacífico nariñense que acoge, entre sus bosques y selvas, a 14 mil indígenas de los 22 mil que en total conforman la comunidad Awá. En los últimos dos años, cinco mil de ellos han hecho parte de desplazamientos internos y migraciones a otros territorios. Algunos  han ido a dar a las calles de Tumaco, la población del Pacífico nariñense donde hace tres años 70 personas quedaron heridas y otras 11 perdieron la vida, víctimas del triciclo bomba dejado por las Farc  a las afueras de la estación de Policía, en pleno centro del pueblo. Además de la estación, el estallido dejo en escombros otros 30 locales. Ese año, 5.571 hectáreas de Tumaco, estaban sembradas de coca.

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