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"Tenemos la obligación de apostar por la paz": sacerdote Jorge Humberto Peláez

Jorge Humberto Peláez, S.J., deja la rectoría de la Javeriana Cali para asumir la de Bogotá. Habló del proceso de paz, del Papa Francisco y del reto que le espera.

16 de febrero de 2014 Por: Alda Mera | Reportera de El País

Jorge Humberto Peláez, S.J., deja la rectoría de la Javeriana Cali para asumir la de Bogotá. Habló del proceso de paz, del Papa Francisco y del reto que le espera.

La oración de San Francisco de Asís es su credo. Todas las noches la reza: donde haya odio lleve yo amor, donde haya duda lleve yo esperanza... Es lo que ha hecho el padre Jorge Humberto Peláez durante sus 40 años de sacerdocio jesuita, los últimos doce de ellos como rector de la Universidad Javeriana de Cali.Nacido en Cali en el seno de una familia profundamente católica, vivió hasta los 7 años en el barrio Centenario, detrás de la antigua sede del colegio Berchmans. Luego, sus padres se trasladaron a Medellín. Allá estudió con la comunidad jesuita, a la que se unió para siempre. No sintió el llamado divino con signos sobrenaturales. No. Solo el deseo de servir a los demás lo dejó desde 1968, a sus 23 años, consagrado a la causa jesuita.El padre Peláez, quien se posesionará como rector de la Universidad Javeriana de Bogotá el 28 de febrero, mientras hace duelo por dejar la ciudad, su red de afectos, así como su homilía dominical que ofició durante estos doce años en el templo jesuita del barrio Centenario, se despidió de la comunidad caleña que lo aprecia y agradece su obra, a través de El País.¿Cómo se siente con el nombramiento de la rectoría en Bogotá?Tiene un sabor agridulce. Es muy motivante este reconocimiento de la comunidad académica que propone mi nombre, de los superiores que lo acogen y de la Santa Sede, que da su aprobación. Entonces, digo: 33 años trabajando en la universidad, como que no lo he hecho tan mal. La parte agria es que me cuesta salir de Cali, soy una persona muy afectiva, aprecio mucho la gente y me entrego a ella con pasión. En estos doce años he construido una red de afectos muy honda, he sido feliz trabajando. Estoy asumiendo el nuevo reto en Bogotá, pero elaborando duelos con Cali.El actual rector en Bogotá, padre Joaquín Sánchez, también dirigió la Javeriana Cali. ¿Es el prerrequisito?No, no, ha sido coincidencia. Pero permite una lectura diferente de la universidad y del país. Aquí uno comprende que Colombia es un país de regiones y esa perspectiva regional es un valor agregado. No es la óptica centralista del funcionario sentado en Bogotá, que no conoce del país más allá de los pollos que venden en Fusagasugá, es una visión enriquecida por los diversos colectivos.¿Qué logros destaca de su gestión?Es una estupidez creer en los protagonismos individuales. Lo más maravilloso ha sido trabajar con un equipo humano de excelencia. Todo lo que se ha hecho no es Peláez – no es falsa modestia, lo digo con el corazón–. La seccional se fortaleció durante estos años, casi dobla su oferta académica en pregrado y en posgrado.Me complace cómo la Javeriana ha establecido vínculos sólidos con los actores sociales de la ciudad y de la región: sector público, empresarios y organizaciones sociales. Cada mes nos reunimos académicos de la Universidad con las juntas directivas de los gremios para buscar convergencias y así hemos realizado proyectos que benefician el desarrollo de la región. ¿Qué proyecto social destaca?Hay varios consentidos. Como crear una conciencia y un trabajo transformador con las comunidades afro y con el sector azucarero, de enorme incidencia e impacto para la paz, la estabilidad, la calidad de vida de las comunidades afro y la sostenibilidad de la industria azucarera del Valle del Cauca. Igual con las comunidades indígenas del Cauca. Es una apuesta muy fuerte.¿Y a nivel académico?Otro logro es el desarrollo del emprendimiento. Muchos dicen ‘sí, buenísimo que los administradores de empresas o los ingenieros industriales estén en capacidad de armar su empresa’. No, es desarrollar una actitud interior de innovación, que se traduzca en identificar nuevos productos, nuevos servicios, ser capaces de generar riqueza y empleo. Sicólogos, abogados, comunicadores, todos van incorporando ese chip que tendrá gran impacto en el Valle del Cauca.La Javeriana fue en el país la primera que habló de reconciliación, construcción de paz y posconflicto...La palabra reconciliación es profundamente bíblica, religiosa, teológica. Como universidad regentada por jesuitas, vemos la reconciliación como la capacidad de reconocer las heridas, los errores, de abrir un capítulo de esperanza, confiando en la ayuda de Dios y generando procesos para salir adelante. En los colombianos hay odios viscerales, desgarres muy hondos, muchas lágrimas. Como Javeriana debemos ayudar a que Colombia pueda pasar la página de la violencia, a sanar heridas y a reconstruir la institucionalidad que está tan maltratada.¿Cómo asumir el posconflicto?Construir la Colombia del posconflicto convoca el esfuerzo de todos los colombianos, aportando lo que cada uno sabe hacer: los empresarios capacitando y creando trabajo, el Gobierno reconfigurando la institucionalidad con políticas de Estado, el sistema educativo educando para que los niños incorporen los valores ciudadanos. Es un reto independiente del color político, credo religioso, estrato socioeconómico, debemos asumirlo desde nuestras fortalezas. Es una responsabilidad con la historia.¿Cómo ve los diálogos de paz?Tenemos que apostar por la paz. No hay otra opción. Todos tenemos profundos interrogantes y desconfianzas, pero la prioridad debe ser la búsqueda de la paz, sin ingenuidades. Me genera mucha confianza la calidad y el profesionalismo del actual equipo negociador. No son personas ingenuas, conocen perfectamente quiénes son sus interlocutores y no tienen agendas individuales o egoísmos personales, sino una mente y un corazón en los que les cabe el país. En medio de todo escepticismo, no podemos negarnos a apostar por la paz.¿Confía en el equipo de las Farc?Parece que ahí están los duros. Uno los ve como maduritos (risas), como veteranos. La pregunta es si la lectura que estos líderes de las Farc están haciendo, ¿qué acogida o resonancia tiene en las bases? Ni idea, porque son mundos distintos: el guerrillero que está en las montañas con leshmaniasis, malaria, ¿qué le dice lo que está pasando en La Habana? Ni idea, pero son los que tienen gran capacidad de negociación y de decisión. ¿Qué le diría al equipo de las Farc?No les haría ninguna exhortación piadosa... (risas). Simplemente les diría: sean pragmáticos. Es el momento, si se deja desaprovechar esta oportunidad, tanto para la sociedad civil como para la guerrilla, difícilmente se vuelve a presentar este momento. No sigamos destruyéndonos, matándonos, seamos realistas, las cosas están maduras para que se den.Llevamos un año con el Papa Francisco. ¿Qué opina de su misión?El Papa Francisco tiene una presencia de un profundo impacto global. Basta ver las carátulas de revistas que nada tienen que ver con la Iglesia: Rolling Stones, Time, Vanity Fair. Eso muestra que su mensaje está tocando el corazón de todos. Y para la renovación de la Iglesia, significa volver a los valores evangélicos fundamentales. La Iglesia es pecadora, sus miembros somos pecadores, había situaciones dolorosas y el Papa quiere ir hasta el fondo en el tema de pobreza, de sencillez de vida, en comportamiento sexual, en defensa de los niños.Pero los críticos del Papa dicen que es maquillaje y no hará cambios...Soy absolutamente optimista, está avanzando a velocidades fantásticas. El padre Gerardo (SJ) utiliza una imagen gráfica. En una bicicleta uno puede dar un viraje y cambia de dirección de inmediato, pero un trasatlántico no puede dar la voltereta que da la bicicleta. Y es un trasatlántico de 2000 años de antigüedad y muchas culturas por su universalidad. Tenemos el mejor capitán, el gran timonel y tiene clarísima la carta de navegación: está dando el cambio de rumbo que la Iglesia necesita. ¿Cree que hará cambios sobre anticonceptivos, aborto, comunidad LGBTI?El Papa es claro respecto a la moral cristiana. Lo que sí vemos es un cambio de estilo. En La Alegría del Evangelio nos pide una iglesia que no se esté autoreferenciando ni encerrada en su pequeño mundo, sino que entre en contacto con las mujeres y hombres y necesitan un mensaje de esperanza. Ahí están las personas buenísimas, pero también el marihuanero, el maltratado, el desplazado, gente del mundo real.Es totalmente incluyente...Ese llamado es coherente con Jesús, él entabla un diálogo de fondo con la samaritana, una excluida, con los enfermos – los leprosos– con la pecadora, la de los cinco maridos, todos eran sus amigos. ¡Ese es el Papa Francisco! Jesús no iba con una ‘check list’ diciendo: ‘Uy, este excluido, tachado’.¿Qué opina del escándalo de la iglesia cristiana de la señora Piraquive?Quisiera ser delicado y discreto frente a ese hecho, pero es un dolor que en nombre de Jesús, se haga riqueza. No me refiero solo a este escándalo, sino a sacerdotes, pastores negociantes que en nombre de Jesús, hacen funcionar la registradora. La corrupción, la quiebra de Interbolsa es por ambición, el ambicioso vende los valores más sagrados, no hay amistad, no hay vida de familia, no hay fidelidades, nada.Aparte del apostolado intelectual jesuita, desde la cátedra, su otra pasión es el trabajo con las familias en crisis.En los colegios y en la universidad sentimos los efectos nefastos en esos niños y jóvenes heridos por familias disfuncionales. Vemos problemas de concentración, de rendimiento académico, de rebeldía y en el 99.9 de los casos hay un problema de familia. Ese joven tiene desajustada su vida porque se le desajustó lo más importante: sus amores, sus afectos, que es su punto de referencia.Poco se reflexiona sobre el compromiso personal...Como ciudadanos y como miembros de Iglesia, debemos de dejar de levantar el dedo acusador sobre las instituciones –tienen una responsabilidad grandísima–, pero no es la única explicación: hay una corrupción que lo contamina todo, pero preguntémonos si no hemos contribuido a esa corrupción. Muchos profesionales se mueven en una seudoética del “como los demás lo hacen”, hay licencia para robar, para ser indelicados, la mordida. Familia, escuela, universidad, convergen en esa construcción colectiva del ser humano. Por eso, ser educador es lo más lindo y los papás son los primeros educadores.¿Cuando realizará el empalme?Voy dos días a la semana en los que me entrevisto con los decanos de las 18 facultades, donde está la universidad vibrante. No quiero que me presenten ni me proyecten nada en power point. Les pido que conversemos sobre el punto central de la universidad y el reto principal, la debilidad. Y alrededor de esas dos preguntas, surgen los acentos que quisiera dar a mi gestión.¿Qué le da nostalgia dejar en Cali?Mi comunidad jesuita, somos diez compañeros que vivimos en familia. El ambiente de trabajo es muy amable y con la solidez del equipo de trabajo todo funciona, los proyectos se realizan, las cosas pasan. Las amistades que he tejido y esta naturaleza de mangos, palmeras, samanes, ardillas, la iguana que se asoma a la ventana, eso no lo tendré en la carrera séptima ni de riesgos.... (risas).

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