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Seis malos hábitos de conducción que lo van a terminar 'varando'

Guía para evitar los costosos daños causados por el mal manejo de un coche.

4 de febrero de 2017 Por: Redacción de El País

Por desconocimiento o por simple descuido muchos automovilistas conducen de forma inapropiada, causando daños paulatinos o averias severas en los elementos mecánicos del vehículo.

Para evitar las costosas varadas y daños generados por los malos hábitos de conducción, aprendidos generalmente en las escuelas de conducción o por herencia, El País detalla a continuación las causas, efectos y ‘remedios’ de algunos de los malos hábitos en que incurren a diario los conductores de vehículos.

1. Calentar el motor en el garaje

Este frecuente error causa el deterioro paulatino de los rodamientos y piezas internas de la transmisión, por ejemplo, que se ven forzadas a trabajar sin alcanzar la temperatura ideal de funcionamiento para la que están diseñadas. 

Solución: Caliente todas la partes móviles del auto en  movimiento y a bajas revoluciones (2.000-3.000 rpm).

2. Mantener el pie sobre el pedal de embrague

Sin que el conductor lo perciba, la acción de la bomba hidráulica que facilita la labor de embragar multiplica el peso del pie y del mismo zapato.

Este peso multiplicado crea la fuerza suficiente para abrir la ‘araña’ (parte central del disco) y hacer funcionar el rodamiento (balinera), obligando a reemplazarlo mucho antes de lo esperado, pagando una alta cifra.

Solución: Retire el pie izquierdo del ‘clutch’ tan pronto haga el cambio de marcha.

3. Marchar a bajas revoluciones

Al conducir a bajas rpm (por debajo de 1.800 rpm) un motor a gasolina, que debe vencer la ley de gravedad, se ve precisado a realizar un sobreesfuerzo para impulsar las piezas móviles, como son el cigüeñal, bielas y pistones, entre otras partes.

 Este trabajo extra al marchar a bajas r.p.m. se traduce en una reducción de la vida útil de las piezas internas de la máquina, acumulación de partículas de carbón en el catalizador, mayor consumo de combustible y un ‘castigo’ mucho más severo que el ‘sufrido’ por un motor trabajando en el rango de revoluciones adecuado.

Solución:   Mantenga el motor (a gasolina) entre las 2.000 a 3.000 revoluciones en ciudad y aproveche todo el tacómetro (hasta antes de la línea roja) en carreteras pendientes.

4. Abusar del freno en descensos

Este pésimo hábito, que es más frecuente de lo que se piensa, produce el sobrecalentamiento y consecuente evaporación del líquido de frenos, lo que torna ‘esponjoso’ el pedal del sistema de frenos que pierde su efectividad. Además, causa la ‘cristalización’ y obligado cambio de pastillas de freno.

Solución: Utilice la caja de cambios a manera de ‘freno de motor’ y aplique el freno con la fuerza suficiente para que el disco se detenga y no siga girando, desgastando y calentando las pastillas.

5. No calibrar las llantas

Unas llantas sobre-infladas se desgastan prematuramente en su centro y las sub-infladas pierden rápidamente el caucho en sus costados, obligando a un pronto recambio del tendido, por el que se debe pagar una cifra de 6 dígitos.

Solución: Calibre las llantas (incluida la de repuesto) ojalá cada semana y máximo cada mes. Tenga en cuenta las presiones de inflado recomendadas por el fabricante del coche.

6. No usar el aire acondicionado

Al igual que ocurre con las neveras e inmensa mayoría de los equipos de refrigeración, los sistemas de climatización vehicular se averían más por no usarlos, que por utilizarlos constantemente. Esto se debe al mismo funcionamiento del sistema, que se encarga de lubricarlo y mantener la presión requerida para evitar la dañina contaminación por humedad que termina por arruinar el compresor y otras costosas partes.

Solución: Haga uso del A/C de manera frecuente y recuerde que este sistema filtra la humedad, polvo y partículas nocivas presentes en el medio ambiente.

Como se puede apreciar, siguiendo estas sencillas recomendaciones usted se convertirá en un mejor conductor, que verá recompensado su cambio de ‘chip’ con un significativo ahorro en dinero, derivado de la prolongación de la vida útil de los sistemas y partes que se averían prematuramente por malos hábitos de conducción.

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