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Santiago Moure, un fracasado exitoso

Todos lo recuerdan por sus comentarios ácidos en Radioacktiva de los años 90, y por sus osadas críticas en El Siguiente Programa o en La Tele, con su amigo de siempre, Martín de Francisco, los primeros espacios animados que hicieron historia en la televisión nacional.

26 de junio de 2010 Por: Alda Mera | Redacción de El País

Todos lo recuerdan por sus comentarios ácidos en Radioacktiva de los años 90, y por sus osadas críticas en El Siguiente Programa o en La Tele, con su amigo de siempre, Martín de Francisco, los primeros espacios animados que hicieron historia en la televisión nacional.

Todos lo recuerdan por sus comentarios ácidos en Radioacktiva de los años 90, y por sus osadas críticas en El Siguiente Programa o en La Tele, con su amigo de siempre, Martín de Francisco, los primeros espacios animados que hicieron historia en la televisión nacional.Luego, Santiago Moure comenzó a actuar en telenovelas y seriados, pero siempre en roles secundarios. Sin embargo, el irreverente y mordaz comediante ha logrado darle visos protagónicos a dos roles totalmente opuestos en seriados enfrentados en los dos canales privados. Ambos en horario triple A: en El Cartel I y II, del Canal Caracol, interpreta al narcotraficante alias ‘Don Mario’ (Lopera). Y en A Corazón Abierto, del Canal RCN, sube de estrato y se caracteriza como un ahorrativo médico administrador del Hospital Santamaría. El País habló con el artista que personifica estos y muchos más personajes en su carrera.¿Cómo ha logrado cautivar la audiencia en los dos canales opuestos?No sé si estarán cautivos, pero es una situación un tanto extraña estar enfrentado a sí mismo, en roles tan diferentes, entre la comedia y el drama. Me parece un poco raro, nunca me había pasado. ¿Lo reconocen como el Dr. de la Pava?Sí me reconocen, pero no te puedo decir el epíteto con que se refieren a mí porque es una grosería. Me dicen Ministro de Protección Social, que es casi un insulto.¿Será el hospital Santamaría el único en Colombia que no va a entrar en quiebra?Gracias al Dr. de la Pava que está siempre pendiente de abaratar los costos y de coger por el atajo económico para no despilfarrar. Por eso siempre he dicho que él podría ser un excelente ministro.¿Ha tenido que ir al médico en estos días?Sí, al psiquiatra. Me dijo que tengo unos conflictos éticos por los personajes que estoy haciendo y me aconsejó: ‘aguante, mi hermano, porque lo que se viene es duro’.Dice que se encontró con las víctimas de sus críticas mordaces y hasta se volvieron amigos...Es cierto. Yo estaba un poco asustado porque me había burlado de ellos, había sido un poco intolerante; pero me encontré con tipos de una calidad humana muy valiosa, como Luis Eduardo Arango, a quien respeto y admiro mucho y con quien me hice amigo en el trasegar del colegaje de actor. Su calidad humana me impresiona. Después de esa pésima película, El Trato, ¿ha hecho otro mal papel como ese?Eso fue frustrante para mí. No, no, mentiras, bueno, sí. Manolo Cardona está produciendo la película de El Cartel y voy a actuar ahí. También en otra producción de Dago García, que empieza a rodar en julio. Así voy a tratar de reinvidicarme y hacer olvidar lo que ocurrió en El Trato.Usted ya se aproxima a los 50 años, ¿cree que ya lo van a llamar Don Anciano?Eso que me acabas de decir me puede empujar al suicidio. No, pero a mí no me molesta ser viejo. Desde chiquito siempre funcionaba y me relacionaba mejor con la gente de edad, creo que nací para ser viejo.¿Lo han insultado diciéndole cerdo?No, no me ha parecido un insulto. Considero un insulto fuerte que me digan representante a la cámara, por ejemplo. Lo expulsaron de cuatro colegios...Por buen estudiante. Me expulsaron del Cervantes, del Británico, del San Lucho (San Luis Gonzaga), del José Max León y ya, creo que es suficiente con esos...¿Y cuáles fueron sus travesuras?Mi peor travesura fue sacar la mejor nota en un examen de historia y pensaron que yo me había robado las respuestas, pero era que había estudiado. ¿Y su familia qué decía?Mi padre me cruzó la cara de un manotazo con un anillo de la Escuela Militar, porque él era militar, y las cicatrices aún las tengo. Háblenos de Marcela Vargas...Ahhh, Marcela es una mujer muy chévere, yo la quiero mucho, nos conocimos trabajando en Ciudad X y nos enamoramos y ahí estamos luchando, tú sabes lo difícil que es mantener una relación. Llevamos cinco siglos, ah no, cinco años. ¿Cómo conquistaba a las mujeres?Les mentía, les decía que era muy inteligente, pero al cabo de un tiempo, cuando ya convivían conmigo se daban cuenta que era simplemente un mediocre. ¿Qué es lo más chibchombiano de Moure?Mi falta de carácter y de compromiso.Es gran lector de literatura y filosofía...Me gustan mucho Stefan Zweig, Borges y Condorito. Así soy yo, cambio de tópico de una manera impresionante.Zweig, ¿el de ‘24 horas en la vida de...?Sí señora. Me impresiona Stefan Zweig porque es una persona muy sensible, que conocía mucho a la gente, sobre todo a las mujeres, y lo admiro porque a una mujer no la conoce nadie, ni siquiera ella misma.¿Y por qué su devoción por E.M. Ciorán, un reivindicador del suicidio?A mí me encanta esta frase de Ciorán: ‘El suicidio es bueno, pero no hay que abusar de él’. En el fondo todos somos unos suicidas inconscientes, cuando tomamos consciencia de nuestro rol en la vida empezamos a ser suicidas conscientes. Mientras seamos optimistas y pensemos que hay oportunidad de mejorar, estamos equivocados, pero cuando descerrajemos una calibre 32 en el cráneo vamos a saber lo que es volar, lo que es malo también.Martín De Francisco lo define como un monstruo. ¿Por qué?Porque me conoce. Pero creo que lo hizo a manera de piropo, un monstruo en el buen sentido de la palabra. David Murcia Guzmán fue su mensajero en ‘Anónimos’. ¿Lo recuerda?Es de una imaginación y creatividad impresionantes. Nos dijo que debíamos inventar nuestro propio dinero y pagarnos nosotros mismos. Era un adelanto de lo que ya fraguaba en su cabeza con las tarjetas de DMG, pero se enfrentó al sistema financiero y nunca iba a derrotarlo. Me impresiona que él me pagaba las cuentas, la luz, y yo le decía ‘quédese con las vueltas’.¿Cómo pasa su tiempo libre?Cuando no estoy en las lides actorales o payasescas, me dedico a montar en bicicleta o a jugar frisby. Es lo que más me gusta en la vida, además de no ir a trabajar. Una anécdota de A Corazón Abierto?Odio el reggaetón y en el set de maquillaje estoy sometido a altas dosis de reggaetón diarias y eso ha influido en mi manera de actuar y mucho del Dr. de La Pava se lo debe al reggaetón que debe soportar.Y una de El Cartel...Que me pagaron y eso para mí ya es suficiente. No me tocó pelear, ni amenazar, me pagaron sin problema y yo agradezco mucho eso. Culto a sí mismo“No soy un paracaidista como es usual en las lides televisivas, donde cualquiera se para ante una cámara y vomita unos gestos. No, yo estudié teatro y arte dramático en la Escuela Nacional de Arte Dramático, empecé en el teatro y siempre procuro no olvidar esa referencia para resolver mi problema ético porque si me dedicara sólo a la Tv. no podría dormir tranquilo. El teatro es el refugio donde me reinvindico conmigo mismo”.Así se describe Santiago Moure, el excelente intérprete del teatro de Shakespeare, pero que le debe su éxito a lo que él llamó ‘la caja boba’. De lo que siente una mezcla de miedo y de vergüenza el comediante bogotano. Y así el público lo reconozca por sus ‘payasadas’ como él llama despectivamente sus actuaciones en televisión, es un intelectual estructurado y un artista con formación académica. Iconoclasta, mezcla de bufón y filósofo, o “muy inquieto, intelectualmente tirando a necio”, como lo describe Sergio Osorio, su amigo y su director en A Corazón Abierto, estudió un semestre de Filosofía y Letras, pero se graduó en la Facultad de Música de la Universidad de los Andes.La actriz Adriana Bottina, quien actuó con él en la novela ‘Gabriela, giros del destino’, confiesa que Moure es de las personas más divertidas que ha conocido, además de la afinidad que tuvieron como músicos, pues Santiago es clarinetista.“Él se convirtió en la persona más graciosa del elenco. Nos reímos mucho, tiene una chispa y un humor negro únicos”, dice.“El ambiente de trabajo, así fuera extenuante, sin descanso, tensionante, con él era más agradable. Una vez hizo que le celebraran el cumpleaños y un mes después dijo que él cumplía años en noviembre, luego de que le cantamos y le dedicamos poesías”, cuenta Adriana.La palmirana dice que “nuestras escenas amorosas (en la novela), fueron muy graciosas porque la relación no daba lugar a nada serio; para darnos un beso era una risa permanente, las escenas de cama no eran nada comprometedoras”.Pero a veces se hace del todo aparte o es introvertido con quien quiere. “Santiago tiene visos de monje tibetano en su disciplina. Él es casi un asceta. Sólo con los amigos habla mucho”, dice Osorio. “Si se siente bien en un grupo, hace dos comentarios y se integra. Pero no es un común y corriente. No es un individuo típico. Hay gente con quien no le motiva hablar. Tiene cierta locura y es amable, pero no es monedita de oro”, dice Adriana.Osorio exalta sus virtudes histriónicas. “Es muy recursivo, ingenioso e improvisa mucho. Incluso, el Dr. de La Pava no existe en la serie original Grey’s Anatomy. Pero lo creamos y esperábamos que la gente se divirtiera tanto como nosotros haciéndolo. Santiago es un divertimento, va agrandando la escena, es un actor aguerrido, que aporta y enriquece el personaje con su humor y eso funciona. Lo que se nos ocurre, lo hace, otros se enredan”.Su esencia de tomador de pelo trasciende fuera de escena: “Siempre se nos robaba las papas, el maní, las uvas pasas. Luces Velásquez llevaba lonchera y él era el primero que la atracaba”, dice Bottina. Sus amigos lo confirman: es un glotón. El actor cubano Rolando Tarajano (el Dr. Burgos), define a Moure como “un gran hombre, inteligente, que hace un personaje muy exitoso. En el elenco hay gente como Santiago que, además de ser actores son intelectuales, y fuera de escena nos retroalimentamos mucho”.Para entender mejor a Santiago basta conocer a Marcela Vargas, su pareja hace cinco años, una periodista y presentadora de 30 años que creció entre Medellín y Bogotá. Es una amante del cine, de montar bicicleta, leer buenos libros, es melómana y le fascina disfrutar de un buen vino.Justo lo que le gusta a Moure, amante del buen vino y de la cerveza alemana, pésimo bailarín que compensa con su sentido del humor, personalidad y talento con los que ha conquistado también al sexo femenino. “En materia de mujeres admira a las admirables. Pero su humor no diferencia género”, añade Osorio. “He conquistado mujeres bellas, porque todas son ciegas con método braille”, es una de las frases famosas de Moure. O la de que él no es un ídolo de barro, sino un ídolo de barros, refiriéndose a su marcado acné juvenil. “Eso me ayudó a fortalecer mi personalidad. Cada esfuerzo por salir a la calle implicaba un reconocimiento de mí mismo, de mis limitaciones físicas, algo que me ayudó a tener esta personalidad desbordante y arrolladora que tengo”, dice ahora. Su gran compinche de proyectos de juventud fue el hoy comentarista deportivo caleño Martín de Francisco. Y admite que ya no comparten el día a día como en los viejos tiempos, pero son grandes amigos. “El que es mal amigo soy yo”, dice sobre con quien se proyectaron como adolescentes tardíos, fracasados y con su imagen basada en la estética gamín en contravía con los niños bien de la sociedad. “Nunca hemos apostado para ver cuál es más feo de los dos. Somos gente fea, pero seria”, fue casi que su eslogan.Filosofía del fracasoEl Siguiente Programa fue la serie de dibujos animados con la que Santiago Moure, con su alter ego de la época, Martín de Francisco, pusieron a pensar al país sobre diversos temas y sobre todo sobre la malograda identidad de los ‘chibchombianos’.Producida por Cenpro TV. en 1997 como la saga de La Tele y derivación del programa radial homónimo de Radioaktiva (Caracol) donde se caricaturizaban a sí mismos como locutores de radio.Influenciados por el estilo de animación de series como ‘Beavis and Butthead’, El Siguiente Programa rompió el molde la televisión nacional, acartonada durante sus 40 años historia, y le abrió espacio a la parodia con un humor crudo, satírico, grotesco, irónico hasta ridiculizar personajes y situaciones de la política, la farándula y la idiosincracia criolla. Allí desfilaron las caricaturas de periodistas (Edgar Rentería, Graciela Torres ‘La Negra Candela’), presentadores (Jorge Barón), actores, reinas, gobernantes, levantando ampollas... y enemigos.Irreverencia que no era improvisada. Moure había hecho carrera en ello, por lo que fue expulsado de cuatro colegios. “Era muy inteligente y en el colegio los que sobreviven con mayor facilidad son los brutos, como en la vida real”, se justifica, y recuerda cuando el profesor Mora lo despidió: “Señor Moure, coja sus corotos y vaya al patio de su casa a que su papá lo eduque”.Además de haber sido vetados él y Martín por el Concurso Nacional de Belleza, no por feos, sino por burlarse de las candidatas, algunas víctimas reaccionaron. “Una vez Poncho Rentería se salió de la ropa, estaba muy bravo con nosotros y nos esperaba a la salida de donde grabábamos el programa. Pero no pasó de una querella como de barrio, nos careó, nos insultó, nos dijo que fuéramos varones, y como no dimos la cara, no pasó a mayores”, dice.“Es que Santiago dice lo que piensa como lo piensa. No se excede en palabras, salvo que sea para argumentar su punto de vista, es un repentista brillante que con pocas palabras impacta mucho. Es introvertido con los menos conocidos, pero cuando saca a relucir su mordacidad no tiene límites”, dice... Además de inteligente, preparado y buen actor, “es un hombre muy culto, fácil habla de música o cualquier tema, ha leído mucho, sabe recomendar muy buenos libros”, dice Bottina del artista que tiene ya su epitafio: “Nunca logró el éxito, pero fracasó triunfalmente”.

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