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Reportaje: La aventura del 'bel canto' en Colombia

Celebrar los 35 años de una institución como La Nueva Ópera de Colombia resulta significativo en un país con poca tradición en este género. Su historia se ha escrito con un libreto que se ha movido entre el drama y la comedia.

28 de febrero de 2011 Por: Ricardo Moncada Esquivel | Periodista de Gaceta

Celebrar los 35 años de una institución como La Nueva Ópera de Colombia resulta significativo en un país con poca tradición en este género. Su historia se ha escrito con un libreto que se ha movido entre el drama y la comedia.

La presencia en Colombia del destacado tenor peruano, Juan Diego Flórez, para conmemorar los 35 años de Ópera de Colombia, podría calificarse como un singular colofón de lo que ha sido la historia de este género lírico en el país. Una historia que ha estado repleta de anécdotas dramáticas, irónicas, insólitas e incluso cómicas. No hay duda, nuestra historia del ‘bel canto’ da para escribir una gran ópera. Si bien la celebración se remite a la creación en 1976 de la Ópera de Colombia como una entidad adscrita a la entonces Colcultura, lo cierto es que esta singular tradición europea, cuyos orígenes se remontan cuatro siglos atrás, hizo su aparición en la escena cultural colombiana en el Siglo XIX, en tiempos de la Independencia. El 17 de noviembre de 1826, el maestro caraqueño Nicolás Quevedo interpretó por primera vez oberturas de Giacomo Rossini, entre ellas de la ópera ‘Tancredo’, para agasajar al Libertador Simón Bolívar, quien llagaba a Santa Fe, procedente de Lima. Años después, en octubre de 1850. Quevedo ofreció un recital que incluía piezas como ‘Dúo de Semíramis’, ‘Duo de La gazza ladra’ y el ‘Gran trío del barbero de Sevilla’ de Rossini, así como ‘Cavatina de Norma’, de Bellini.Poco a poco el país fue visitado por compañías y figuras operáticas, algunas de gran renombre, como la soprano Emilia Benic, quien en 1881 dirigió y protagonizó obras completas como ‘La Traviata’, y ‘Un ballo in Maschera’ y de Giuseppe Verdi. La diva contó en ese entonces con el apoyo del músico José María Ponce de León y del pintor y cantante Epifanio Garay. Y fue el músico bogotano, Ponce de León, nacido en 1846, quien compuso las dos primeras óperas colombianas llevadas a escena. La primera fue ‘Ester’, que se estrenó la noche del 2 de julio de 1874, a beneficio de la señora Florellini de Balma. Seis años después, el 13 de mayo de 1880, fue presentada por primera vez ‘Florinda’ en casa del compositor y con presencia del presidente Núñez . Pero el 22 de noviembre de ese año, ‘Florinda’ fue representada con mayor pompa en un teatro capitalino. La soprano Emilia Benic hizo el papel de Florinda y Epifanio Garay se desempeñó como bajo. De forma sucesiva muchas compañías visitaron el país, como la de Eugenia Bellini en 1865, con la cual llegó el músico Oreste Sindici, compositor del Himno Nacional. Ese mismo año estuvieron las compañías Marina Barbieri y Matilde Cavaletti y en 1891 la compañía de Augusto Azzali estrenó en el Teatro Municipal de Santa Fe, ‘El trovador’ de Verdi. Esta misma compañía regresó en 1895 al teatro Colón y en 1897, año en que debutó la compañía de Turconi-Bruni. Gira nacionalEn las primeras décadas de 1900 la presencia del napolitano Adolfo Bracale, está asociada con muchos momentos inolvidables del ‘bel canto’ y la vida cultural del país. Él fundó la Compañía de Ópera Nacional. Bracale actuó en Bogotá y otras ciudades del país entre 1922 y 1928, y murió en Bogotá en 1935. “Su presencia marcó un hito en la historia del género si tenemos en cuenta que llegó a Colombia después de encargarse de la puesta en escena de ‘Aida’ en 1912 en las pirámides de Egipto y de dirigir a tenores de la talla de Enrico Carusso”, dijo el director de orquesta y compositor Alberto Guzmán.En 1922 la compañía Bracale llegó a Manizales y para verla, los asistentes debieron pagar la altísima suma de cinco pesos oro por cada función que se presentó. Precisamente con ‘El trovador’ la compañía de Bracale inauguró el Teatro Municipal de Cali, el 30 de noviembre de 1927. La temporada se constituyó en un gran suceso, al contar con la presencia del afamado divo español Hipólito Lázaro, llamado por entonces ‘El tenor de todos los siglos’. Además de Lázaro en las décadas de los 20 y 30, los escenarios de las ciudades colombianas fueron visitados por grandes figuras del canto operático, como el tenor español José Palet y el barítono italiano Titta Ruffo. Sobre la visita de Ruffo a Bogotá el musicólogo Germán Rodríguez anotó en una entrevista con GACETA que “a su llegada a Bogotá fue recibido por un grupo de jóvenes quienes le traían flores, pensando que se trataba de una dama. El artista se enfureció con la confusión y se negó actuar, razón por la cual fue encarcelado, hasta que finalmente aceptó dar su recital”. El historiador y crítico de arte Miguel González señaló que en el año 52 estuvo en Colombia la Compañía Itinerante del Metropolitan Opera House de Nueva York, que trajo entre sus figuras a los italianos Nicola Moscona, bajo, y Salvatore Baccaloni, famoso bajo bufo. “En la década del 60 se realizaron temporadas con Faustino García, quien básicamente traía zarzuelas, pero también presentaba algunas óperas. Las temporadas que organizaba esta compañía en el Municipal solían extenderse de quince días a un mes con lleno total”.La edad doradaEn 1976 el movimiento operístico recibió un nuevo impulso en el país con la creación de la Opera de Colombia, una iniciativa promovida por Alberto Upegui Acevedo que fue acogido por el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura, que dirigía Gloria Zea. Entonces se trajeron artistas, directores escénicos y musicales extranjeros que trabajaron con el talento local. Se creó la Asociación para la Divulgación de las Artes, Asartes, que se encargó de conseguir recursos para realizar las temporadas. “Estábamos haciendo un género que no existía en Colombia, pero tuvo mucho éxito”, recordó, Gloria Zea, quien estuvo al frente del proyecto en su primera etapa entre el 1976 y el 1982.La Ópera de Colombia se convirtió en el trampolín para muchos artistas. “Allí consolidaron su carrera cantantes como Marta Senn, Zorayda Salazar, Marina Tafur, Juan Carlos Mera, Gerardo Arellano y naturalmente con el apoyo de Francisco ‘Pacho’ Vergara, que fue determinante”, agregó la directora de la Ópera de Colombia.La soprano caleña, Zoarayda Salazar, quien reside en Italia dijo que las temporadas que hizo con la Ópera de Colombia fueron sin duda las más hermosas de su vida. “He tenido la oportunidad de cantar en muchas partes del mundo, pero la familia que conformábamos acá no la he tenido en ninguna otra parte, junto a figuras como ‘Pacho’ Vergara, Marta Senn, Gerardo Arellano, Alejandro Ramírez, con Carmiña Gallo con quien tuve el honor de debutar, fue una escuela para todos. Desde luego, tuvimos el apoyo de Gloria Zea y Alberto Upegui entre muchos otros”.Salazar dijo que entre los personajes interpretados por ella recuerda el de Musetta, en ‘La Boheme’ y Gilda, en ‘Rigoletto’. Con una sonrisa en sus labios la artista evocó una anécdota que vivió en una función de ‘Lucía di Lammermmoor’: “Llevaba puesto un desavillé y en un momento de mi actuación en el cual debía expresar locura se me salió un seno, pero sólo me di cuenta después de varios minutos, cuando el director comenzó a hacerme señas, desde luego fue una actuación muy comentada por aquella escena fuera de programa”.En la década de los 80 la temporada operística contó con la presencia de figuras del Metropolitan como Martina Arollo, una soprano negra de Estados Unidos y Joan Ponse, un bajo barítono catalán. También vino Luigi Alva, el tenor peruano que había cantado junto a María Callas. Sin embargo, este impulso se perdió con la desaparición de Asartes y las temporadas se redujeron a dos títulos por año. En 1983 el caleño Francisco Vergara se hizo cargo de la entidad hasta 1985 cuando el entonces director de Colcultura, Carlos Valencia, le puso fin.Mientras la Ópera de Colombia agonizaba, en Cali surgía un nuevo proyecto: la Ópera de Cali, creada en 1988 por Zorayda Salazar, el barítono caleño, Francisco Vergara y Luz Stella Rey, entonces directora del Teatro Municipal. El resultado fue la presentación de ‘Rigoletto’ con la participación de la Orquesta Sinfónica del Valle, el Coro Polifónico de Cali y un grupo de intérpretes locales e internacionales, como Gerardo Arellano, Franco Giovini, Carlos Tuand y Joaquín Paz entre otros. Sin embargo, el proyecto desapareció al poco tiempo por falta de apoyo.Segundo aireEn la década del 90, Gloria Zea, quien en ese momento dirigía la fundación Camarín del Carmen, volvió a retomar el proyecto operático inspirada por un grupo de jóvenes cantantes que le propusieron revivir la Ópera de Colombia. “Cuando me hicieron la propuesta les pregunté cómo podríamos hacerlo sin teatro, sin orquesta, sin nada, pero me dijeron que ellos eran producto de la Ópera de Colombia, pues se habían formado en los coros infantiles o habían visto por primera vez el canto lírico por televisión. Entonces me di cuenta que tenía que hacerlo”, agregó la gestora. A partir de 1991 surgió entonces la Nueva Ópera de Colombia, que ha mantenido una actividad con pequeñas temporadas de dos obras por año. Allí han resurgido figuras del canto como Díver Higuita, Luis Fernando Tangarife y Juanita Lascarro, a los que se suman otras figuras como Valeriano Lanchas o Juan José Lopera.En CaliEn junio del año 2000 se estrenó en Cali la versión completa de ‘Las bodas de Fígaro’, con un elenco de alumnos y docentes de la Escuela de Bellas Artes. El Taller de Ópera de la Universidad del Valle, dedicado a la formación de cantantes en el arte lírico, también ha realizado varios montajes. Al frente de este trabajo se encuentran la soprano Emperatriz Figueroa y la pianista Patricia Pérez.Pero mientras en el Royal Ópera House realizan óperas contemporáneas como la que acaba de estrenarse sobre la conejita play boy Anna Nicole Smith, en Colombia se insiste en el repertorio más clásico del género. “Hay que anotar que hace unos pocos años la Ópera de Colombia llevó a escena una versión muy contemporánea de ‘La flauta mágica’, que tuvo una gran acogida y resultó todo un fenómeno”, dijo González. Pero el crítico también recordó que al año siguiente, cuando el mismo equipo de productores y artistas montó ‘El elixir de amor’, los realizadores trasladaron la acción a la Colombia actual con presencia de mafiosos y otro tipo de personajes, tal como se hace en las grandes casas de ópera en el mundo. “Pero hubo revuelo y muchos puristas devolvieron sus boletas y rechazaron la atrevida propuesta. Entonces tuvieron que regresar al repertorio tradicional”. Un tanto más radical, el músico y director de orquesta Alberto Guzmán señaló que el atraso que ha tenido el género en el país es abismal. “En una oportunidad Otto de Greiff se lamentaba que en nuestro país, casi dos Siglos después de su creación, se estrenara una obra tan emblemática como ‘Don Giovani’, de Mozart. Eso da cuenta de lo reaccionario que ha sido el criterio con que se ha manejado el repertorio de la ópera en Colombia con excepciones como ‘Don Giovani’ o la ‘Flauta Mágica’, como si la ópera acabara en el romanticismo italiano”, se quejó. Guzmán agregó que el catálogo de la ópera del Siglo XX es mucho más amplio que el del Siglo XIX. “Los grandes teatros de ópera en el mundo presentan montajes contemporáneos y eso lo vemos a las proyecciones que se están haciendo en salas de cine de la temporada del Metropolitan donde la gente asiste para ver obras como ‘Nixon en China’. De otra parte, en toda la historia de la ópera en Colombia apenas se ha estrenado un puñado de obras de autores nacionales, entre ellas una de Luis Antonio Escobar y otra de Blas Emilio Atehortúa, que se presentaron sólo una vez y jamás se volvieron a repetir, dijo Guzmán. Miguel González señaló que sin duda la ópera es el espectáculo más caro del mundo. “Por eso no es posible que un proyecto de este tipo sea una responsabilidad de una entidad particular y el Estado debe participar activamente, si es considerada como sucede en Europa en donde es inconcebible no tener una ópera nacional, como tampoco es posible no tener un museo nacional, una sinfónica, coros o un ballet nacional”. No obstante, cuando hila todo lo que ha sucedido en estos 35 años, Gloria Zea saca un balance positivo. “Desde su creación en 1976 hasta el 2010 se han puesto en escena 30 títulos y realizado 695 representaciones en Bogotá, Cali. Medellín, Barranquilla, Ibagué, Buga, Bucaramanga, Cartagena, Santa Marta, Armenia, Pereira, Manizales, Neiva y Tunja. Eso nos da una proporción de la importancia que ha tenido la Ópera de Colombia y una muestra de ello es la celebración que tuvimos de los 35 años de esta entidad cultural con la presencia del tenor peruano Juan Diego Flórez. Este año tendremos tres obras en nuestra temporada que iniciará en agosto, entre ellas el estreno de ‘Don Carlo’, de Verdi. Pese a sus limitaciones la ópera sigue viva en Colombia”, concluyó.PerfilesZorayda SalazarEsta soprano caleña reside en Italia y ha actuado junto a grandes figuras en teatro europeos. Con su esposo, el barítono Bruno Pola, trabaja para formar nuevos talentos caleños.Juan Carlos MeraSobrino del barítono Luis Ángel Mera, este caleño que ha hecho parte de la Ópera de Colombia, viajó a Alemania donde desarrolló su carrera musical, apoyado por el bajo barítono Francisco Vergara. Emperatriz FigueroaEsta artista caleña se formó en París y luego regresó a Colombia donde participó en proyectos al lado de Carmiña Gallo. Actualmente co dirige el Taller de Ópera de la Universidad del Valle.ArellanoReconocido por su trayectoria en la música popular y la actuación, el bugueño Gerardo Arellano fue una de las figuras protagónicas de las Temporadas de la Ópera de Colombia en los 70 y 80.Francisco VergaraRealizó una brillante carrera en Alemania, donde se convirtió en el principal embajador del talento nacional. El bajo barítono caleño es un gran maestro e impulsor del género lírico en Colombia.

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