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Posesión de Santos: entre el protocolo, los nervios y el folclor

La ceremonia de posesión del Presidente no estuvo ausente de anécdotas. Insólito: hubo puntualidad.

8 de agosto de 2014 Por: Fenner Ortiz R. | Reportero de El País, Bogotá

La ceremonia de posesión del Presidente no estuvo ausente de anécdotas. Insólito: hubo puntualidad.

Apretones de manos, abrazos, besos. Un murmullo como de enjambre de abejas colmó el vasto espacio. Todo estaba dispuesto y el protagonista a punto de salir.El Patio Núñez del Capitolio y la Plaza de Armas de Palacio estaban engalanados. La tricolor ondeaba sumisa al viento de esta tarde de jueves. Hacia calor, bochorno.Con disciplina y sobriedad los asistentes esperaban, algunos no despegaban la mirada del portón blanco de Palacio, era una expectativa como de cónclave papal.Llegó la hora agendada. El reloj marcó las tres de la tarde y la ceremonia comenzó. “Por favor apaguen los celulares”, pidió el maestro de ceremonias. Se abrió el portón y allí estaban el presidente Juan Manuel Santos y su familia. Comenzó el paseíllo por la alfombra roja. El Presidente, sus hijos Martín y Esteban estaban de traje oscuro, que Santos contrastó con una corbata lila. En la solapa estuvo presente la paloma, esa que simboliza la paz y que nunca se quitó durante la campaña.El blanco también estaba en las mujeres de la familia. Su esposa María Clemencia Rodríguez y su hija María Antonia se vistieron con este tono. La elegancia prevaleció.Santos saludó a la Comisión del Congreso que lo esperaba y continuó su marcha, muchas fotos, algunos 'selfies'. Después de estrechar manos, muchas manos y dar algunos besos, no tantos, la familia presidencial llegó al lugar dispuesto para la toma de juramento. A Santos se le veía ansioso. El presidente del Senado, José David Name estaba, literalmente, asustado.Se tomó el juramento y el ya posesionado Presidente hizo lo propio con su coequipero Germán Vargas Lleras. Se veía feliz, su esposa lo estaba más.Sonaron las 21 salvas en el Puente de Boyacá y en un sector aledaño al Capitolio. Santos se alcanzó a asustar, mientras que los invitados se esforzaban para ver los cañones. No lo lograron.Llegaron los discursos, comenzó el senador Name. Tartamudeó, tenía pánico escénico.Fue un discurso extenso. El senador Hernán Andrade cayó en brazos de Morfeo; al rey Juan Carlos se le escapó un estornudo y el presidente de Ecuador, Rafael Correa, lo sofocaba el sol a pesar que no tenía corbata, que reemplazó con una camisa sin cuello y bordada a mano.Diálogos susurrantes en los asistentes. “Quiere llover” dijo uno, a lo que su interlocutor asintió no sin antes mirar las nubes amenazantes.Luz María Zapata, esposa de Vargas, nunca dejó de sonreir y en ocasiones movía su mano para saludar a alguien.Terminó Name y le tocó al Presidente. Varias veces fue interrumpido por los aplausos, una ovación se dio a las 4:24 p.m. y se repitió al final.Llegó la hora de los honores militares que comenzaron con tres drones que dejando una estela con los colores de la bandera aterrizaron en la terraza de Palacio. Uno de ellos casi se precipita.Seis aviones de la Fuerza Aérea rompieron el silencio y pusieron a los invitados a mirar el cielo.Fue justo en el momento de la marcha cuando el general Gabriel Flórez, comandante del Estado Mayor Conjunto pasó trabajos. Cuando tomaban el compás, el oficial tropezó en la alfombra, no se pudo poner al ritmo marcial y se quedó del grupo. Tuvo que acelerar.El Presidente regresó a tarima escoltado por un grupo de marinos que tocaban la gaita. Contrastaba la única mujer del grupo, no por su género sino por su estatura, que estaba por debajo del promedio de sus compañeros. La moda no incómodaEl traje oscuro en los hombres y los colores pastel en las mujeres fue la constante, pero hubo quienes llamaron la atención.Una de ellas fue la segunda vicepresidente de la Cámara, quien lució una corbata verde que combinó con su sastre gris y camisa blanca. Otro congresista, Arturo Yepes, quien en solidaridad con la campaña de la ONU ‘respira paz’ se puso un bandita plástica sobre su nariz. Quiso que el Presidente hiciera lo propio, pero el Jefe de Estado prefirió guardarla en un bolsillo.Pero hubo un grupo que acaparó miradas. Fue la delegación árabe, que con túnicas y turbantes resaltaban entre los invitados.Todos los asistentes recibieron una sombrilla que tenía estampada la paloma de la paz. Hubo que utilizarla varias veces, a veces por el sol, a veces por la llovizna. Otros le dieron diferente uso, como -otra vez- el senador Andrade, quien la utilizó como soporte de su frente, quizás para descansar.Mientras tanto, el ex vicepresidente Angelino Garzón, al lado de su esposa y su hija, permanecía en silencio. Tenía cara de ‘pocos amigos’, de pronto incómodo como se escuchó entre los murmullos.‘Doña Mechas’ y ‘Juan pa’Ana Mercedes Plata, ‘Doña Mechas’, no podía faltar. Muy elegante, con vestido azul rey. Era la misma que dijo que no votaba por ‘Zurriaga’ pero sí por ‘Juan pa’.Llegó por tierra desde Villavicencio acompañada por su hija Yolanda. No estuvo su sobrina, a quien ella mandó a comer algo no deseado.Muy entusiasta saludó, lo propio hizo el Presidente colocándose la mano en el pecho y lanzándole una amplia sonrisa a quien le hizo la mejor de las campañas. La recibió en Palacio y viajó a su tierra. “No me quedo porque en Bogotá hace mucho frío”, le dijo a Santos, dio media vuelta y se marchó.

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