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Procurador Fernando Carrillo. | Foto: Foto: Jorge Orozco / El País

"Ningún superhéroe va a acabar la corrupción": procurador Fernando Carrillo

El Procurador Fernando Carrillo dice que no cree en los mesías que ofrecen destruir ese flagelo y afirma que para lograr ese objetivo se requiere del apoyo de un “batallón de ciudadanos”.

2 de abril de 2017 Por: Paola Andrea Gómez P. y Diego Martínez Lloreda / El País

Los niveles de polarización en los que tirios y troyanos se embarcan para defender causas con fines electorales, le terminan haciendo mucho daño a la democracia del país.

Esa es una de las consideraciones que el procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, hace sobre el caldeado ambiente político nacional, que según él lo que amerita es una reflexión de fondo para “buscar una concordia, una unidad de país frente a los grandes temas nacionales; eso es lo que llamamos unas políticas de Estado y no políticas de gobierno. La política de paz debe ser una política de Estado y la de la lucha contra corrupción, también”.

Con un discurso que marca respetuosa pero clara distancia del de su antecesor, Alejandro Ordóñez, y en el que sobresale su tinte liberal y de ‘defensor de las instituciones’, el Procurador habló con El País, durante su visita esta semana a Cali, donde estuvo revisando en la Universidad Javeriana cómo hacer la instrumentación de los acuerdos de paz, además de analizar la compleja crisis institucional que atraviesa el país, causada por la corrupción:

Usted parece predestinado para ser protagonista en momentos claves de la historia: estaba en el Nuevo Liberalismo cuando murió Galán; fue líder de la séptima papeleta, estuvo presente en la Constituyente del 91 y ahora le corresponde ser Procurador, cuando el país afronta uno de los mayores escándalos de corrupción de su historia…

Estamos atravesando un momento difícil, pero precisamente hablando aquí en las universidades de Cali decía que la apuesta tiene que ser por las instituciones. Hemos gastado tantos esfuerzos, se ha sacrificado tanta gente por hacer una constitución democrática y fortalecida que no podemos caer en la trampa del populismo, del autoritarismo o en la locura, porque aquí cualquier fórmula que aparentemente sirva para acabar la corrupción le puede hacer daño a la democracia.

Los chilenos tienen una historia: cuando uno hace reformas lo comparan como cuando se está bañando un bebé en la bañera y al final tienen que botar el agua, pero no botar el bebé. Resulta que el bebé aquí es la democracia y la Constitución del 91. Eso es lo que hemos tratado de fortalecer durante tanto tiempo, un Estado de Derecho que funciona, donde hemos tenido episodios en los que la justicia funciona muy bien en algunos momentos y en otros no tanto, pero tenemos que acudir a las instituciones. No podemos llegar a desinstitucionalizar el país.

La corrupción en Colombia ha existido siempre. ¿A qué atribuye usted esta preocupación nacional en torno al tema?

Son los cambios en las prioridades de la agenda política de Colombia. De pronto todo el humo de la guerra y el ruido de los acuerdos de paz no nos dejaban ver la corrupción. Entonces pasada la página, que no la hemos pasado del todo pero la gente cree que sí, sacó la cabeza la corrupción. Y hoy en día, lo que es paradójico, es que el humo de la corrupción no nos está dejando ver cómo estamos consolidando la paz.

El tema de la paz como que pasó a un tercer nivel. La gente cree que aquí ya hay paz y resulta que no, que aquí hay es unos acuerdos pero todavía no hay paz. La paz es mucho más que los acuerdos.

La Procuraduría creó un grupo especial para el caso Odebrecht, ¿que parte nos puede dar de la labor de esa comisión? Usted prometió que en su balance de los cien días iba a tener resultados, ¿Cómo va eso?

Yo creo que ya ha habido muchos, resultados, no tuvimos que esperar los cien días. Hemos armado seis líneas de investigación del caso y hemos establecido en buena parte cómo llegaron a influir el funcionamiento del Estado en todo sentido, cómo se infiltraron y cómo eso hace parte de un escenario internacional, muy parecido a lo que era el crimen organizado tradicional. Hay un gran tratadista de la corrupción que es el profesor Fernando Cepeda que dice que no hay corrupción si no crimen organizado transnacional y eso nos da la posibilidad de tener acuerdos internacionales, de medir la dimensión internacional del crimen, sobre todo en esta versión de la corrupción que le hace tanto daño a la democracia es fundamental.

¿Entonces estamos en una etapa muy inicial de la investigación?

No. Por ejemplo ya hemos mostrado resultados a nivel de indagaciones en el caso del Banco Agrario, en cuanto a los vínculos que se dieron con funcionarios públicos y abrimos una veta de doctrina muy importante y es que no vamos a permitir que prescriban los procesos, porque en teoría se aplica a los funcionarios públicos que a los cinco años se da la prescripción, eso no puede ser posible.

Por ejemplo, si hubo sobornos, el dinero se siguió repartiendo y reabrimos una cantidad de procesos que estaban archivados o cerrados y por supuesto estamos recibiendo declaraciones y eso va a terminar en sanciones, que como ustedes saben tampoco las puedo imponer de la noche a la mañana, porque existe un debido proceso que debo respetar.

Recientemente usted dijo que lo más riesgoso es que se crea que los que nos va a rescatar de este fango de la corrupción son los superhéroes populistas, que van a romper la legitimidad del Estado y que no creen en las instituciones. ¿Se refería a alguien en especial?

Le estoy echando un puyazo a todos los que han asumido que este es un tema de superhéroes y caudillos. Cuando arranqué en este cargo dije que aspiraba tener una Procuraduría fuerte, que aspiraba tener más Procuraduría que Procurador y pienso que lo mismo se aplica en la lucha contra la corrupción. Uno no puede aceptar que aquí una sola persona es la que arropada con la bandera nacional va a derrotar la corrupción.

Lo que se necesita es fortalecer un batallón de ciudadanos que lucha contra la corrupción, que denuncia, que es veedor, que cree en las instituciones de control. Yo en lo que estoy firmemente comprometido es que aquí va a haber resultados, pero resultados para la ciudadanía, más que figuras que se van levantando y que más adelante pueden demostrar que tienen pies de barro y en eso me refiero en general, a los salvadores que nos hemos inventado.

Siempre se ha dicho que la corrupción está enquistada en las regiones, pero el caso Odebrecht y otros como el carrusel de la contratación han demostrado que no es así...

La corrupción está descentralizada. Eso entra por todos los poros. Pero siendo optimistas yo creo que aquí sí van saliendo los resultados y lo importante es que la gente sepa que esto es una cruzada de todos. Los gobernadores y los alcaldes tienen la obligación de armar unos comités anticorrupción en donde estén los funcionarios públicos, la empresa privada, la universidad, los veedores: todos. Uno solo no gana la pelea.

¿Cuál es la fórmula para romperle el espinazo a la corrupción? Cambiar la gente, cambiar las leyes...

Yo creo que es todo al tiempo. Hay una caja de herramientas en donde uno coge, por ejemplo, las leyes, las nuevas instituciones. Les pongo un caso: la pérdida de investidura de los congresistas está reconocido como un instrumento súper efectivo en la lucha contra la corrupción. El Consejo de Estado revivió esa arma.

Y los cambios culturales, que esos son cambios de varias generaciones; es que lamentablemente aquí el narcotráfico nos hizo un daño al promover la cultura del dinero fácil y de cambio de valores. Esa cultura se enquistó, y entonces la llamada corrupción chiquita que empieza en los colegios o con los papás que le compran la libreta militar al muchachito para que no vaya a la guerra, el soborno al policía… la corrupción chiquita termina convertida en un fenómeno de crimen organizado transnacional.

Pasando al tema de la paz, usted fue crítico de lo que se estaba reglamentando en la Justicia Especial para la Paz (JEP), por aspectos que limitaban la participación de la Procuraduría. ¿Quedó satisfecho con lo que se aprobó?

Sí. Tuvimos una divergencia con el gobierno que luego aclaramos sobre la participación de la Procuraduría en la JEP, porque algunos manejaban la teoría de que de acuerdo con lo que se había pactado en La Habana la Procuraduría no podría entrar porque era una intromisión indebida. Nuestro motivo fundamental de participación en el proceso de paz es la defensa de los derechos humanos de las víctimas, que no aparecían con un espacio institucional en la Justicia Especial.

Eso lo logramos, digamos que entramos por una puerta chiquita a la JEP. Yo decía que consideraba inconstitucional decir que la Procuraduría no podía tener un rol y la clave ahora es el rol que vamos a jugar, de cara a una veeduría que haga cumplir los acuerdos, pero también frente a una ciudadanía que está atenta porque la paz, repito, es mucho más que los acuerdos.

Preocupa mucho que no haya criterios claros para la elección de magistrados de la JEP, pues de la conformación de esos tribunales depende en buena parte el éxito de esa justicia...

Es una prueba de fuego. Y lo que se pondrá en marcha es un criterio. Hay que entender las circunstancias tan particulares de esta justicia especial que es ‘made in Colombia’ y debe cumplir con estándares internacionales. Pero es tal la lupa que le está poniendo la ciudadanía a esto que incluso es más efectiva que los blindajes legales. Se requieren controles de la ciudadanía y que distinto que terminar esta guerra y de avanzar en la paz no hay otro camino.

No podemos regresar al pasado, por la legitimidad que tiene el cese al fuego, además porque se redujeron las muertes y los atentados… si uno pone en el balance lo logrado, opta por legitimarlo moralmente, solamente por las vidas que se han salvado.

Procurador, uno lo escucha a usted y ve una posición diametralmente opuesta a la de su antecesor

Yo en eso no pongo espejo retrovisor. Yo lo que digo es que cada uno tiene una forma de interpretación del momento histórico que le toca vivir. Somos hijos de la Constitución del 91 y vengo con una serie de principios que hay que poner en práctica y yo no puedo renunciar a eso.

Y la paz es un objetivo constitucional, que está absolutamente matriculado con la Constitución del proceso. Por supuesto que tengo muchas divergencias, pero yo lo que creo es que en el caso de los colombianos la paz tiene que consolidarse.

Siguiendo con su antecesor, él fue un opositor férreo a la posibilidad de adopción de parejas del mismo sexo. ¿Cuál es su posición?

En materia de diversidad, respeto los fallos de la Corte Constitucional y me parece que ese tribunal ha sido muy claro en ese sentido. He tenido siempre una posición muy cercana a los temas de la adopción. Me parece que cualquier impedimento que se monte para impedir, valga la redundancia, que niños disfruten del derecho a la familia, es un impedimento que va en contradicción de los principios de la Constitución.

¿En el caso del Valle, donde se adelantan investigaciones de anteriores administraciones, qué cosas puntuales le preocupan?

Me preocupa la falta de resultados. Y no lo digo solo por el Valle. Por eso tomé una determinación radical y fue que hace tres semanas declaré insubsistentes a todos los procuradores regionales, porque no veía resultados y porque me parece que, más que cada cual llega con su cuadrilla, aquí hay que responderle a la ciudadanía.

En el Valle hay un caso puntual y es que todos los procuradores han sido políticos y terminan ‘vigilando’ a sus jefes...

Ese es un aspecto fundamental. Entonces lo que hicimos fue elegir unos procuradores encargados, mientras se efectúa un proceso de elección por méritos, en donde hemos recibido hojas de vida hasta de ciudadanos de a pie.

Pero sobre esa decisión, se ha dicho que usted la tomó para meter procuradores liberales y sacar a los conservadores
No. Eso sería dispararme en los pies, como dicen los americanos. Si me pongo a entregar por cuotas las procuradurías regionales, eso no termina funcionando. El que no tenga un compromiso con la función preventiva; el que crea que va a utilizar la procuraduría para venganzas políticas le vamos a cerrar la puerta en la cara.

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