Los sobrevivientes que retornan a Colombia por Rumichaca

Varios colombianos damnificados por el terremoto caminan por el puente internacional en la frontera con Ecuador, en la búsqueda de otro futuro después de la tragedia.

Hace tres años y ocho meses, Julio César Quiñónez, un palmirano de 40 años, salió de su tierra natal desplazado por la violencia y en calidad de refugiado  vivió en Manta, Ecuador. Hoy la furia de la naturaleza, desatada por un  terremoto de 7,8 grados Richter, lo retornó, no solo a Colombia, sino a su condición de desarraigado.

Con un morral, con las pocas pertenencias  que pudo salvar, cruzó con la mirada clavada en el piso, el puente internacional de Rumichaca y con su voz y manos temblorosas, aseguró no saber qué hacer, ni para dónde ir. “Yo tengo familia en el Valle, Pero volver allá sería ponerlos en peligro”, reconoce apesadumbrado.

“El sábado a las 7:00 p.m. estaba comiendo algo, en el centro de Manta, sentí que la tierra me tragaba, todo alrededor caía como naipes,  yo me quedé quieto y vi cómo mucha gente era aplastada por paredes y escombros que caían de todo lado, yo salí ileso. Nuevamente me salvé”, dice  Julio César, quien asegura que la muerte le coquetea, pero aún siente que no es su hora. 

Tras cuatro días pidiendo un ‘aventón’ a los carros y comiendo bolones (masas de plátano) que le ofrecían en la vía, logró llegar a la  frontera colombiana.

Julio César se dedicaba a trabajar de cotero, de recolector y vendedor de café en la costera ciudad de Manta, en la Provincia de Manabí y aseguró que pese a que en un principio tuvo estatus de refugiado, perdió luego esa condición  sin explicación del Gobierno ecuatoriano. Entonces ya en el último tiempo estaba como ilegal, con una crisis laboral fuerte y con gran cantidad de cubanos  y venezolanos “que llegan como refugiados y limitan el acceso, las oportunidades de trabajo y permanencia de colombianos”.

Historias como la de Julio César también las padecen ecuatorianos que llegan a Colombia en búsqueda de familiares, como el caso de Aníbal Valencia, procedente de Portoviejo, capital de Manabí y una de las ciudades más afectadas por el sismo del sábado anterior.

“Yo estaba  con unos amigos, nos íbamos a hacer deporte, cuando sentimos que todo se derrumbaba, salimos a correr y estábamos al lado de una clínica frente a la casa, se levantó mucho polvo, pero la edificación no se vino abajo, por eso nos salvamos.  Voy a Cali, mi esposa está allá, es colombiana y  tengo varios familiares. De lo que era mi casa en Portoviejo no quedó nada”.

En Ipiales, las autoridades, atienden a los connacionales que retornan, en una casa de paso, con capacidad para 25 personas. “No hemos tenido más de tres familias a la vez, les damos techo alimentación y les damos el pasaje para el regreso a las ciudades de origen”, explicó el secretario de Gobierno de Ipiales, Jorge Montenegro Mier.

Hoy el cónsul general de Ecuador en Ipiales, Efrén Benavides, recibió en la fronteriza ciudad colombiana aportes cuantificados en 25 toneladas de alimentos y agua, transportados en tres camiones con esta ayuda procedente de Pasto, en una campaña adelantada por la Gobernación de Nariño. 

 Esta ayuda arribará en próximas horas a las provincias de Esmeraldas y Manabí, las más afectadas por la peor tragedia natural en Ecuador en los últimos 67 años.

El cónsul aseguró que en su país hay 180.000 colombianos en registros migratorios, pero se estima casi tres veces más de compatriotas, pues no todos tienen permanencia legal y en la zona de desastre, por ser región de integración fronteriza, (se puede estar hasta por 90 días sin registro migratorio) pueden ser más de 200 los colombianos desaparecidos en la tragedia.

[[nid:529021;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/04/sobrevivientes.jpg;full;{Doce personas, sobrevivientes al potente sismo de Ecuador, llegaron a Cali después de ser repatriados por la Cancillería desde Manta, una de las zonas más afectadas.Fotos: Bernardo Peña | El País}]]