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“Las concesiones mineras se manejaban como rueda suelta”

El ex ministro Guillermo Perry Rubio dice que “la Ley del Fondo de Regalías atomizó los recursos y propició el clientelismo más espantoso, peor que el del presupuesto oficial”.

17 de julio de 2011 Por: Margarita Vidal

El ex ministro Guillermo Perry Rubio dice que “la Ley del Fondo de Regalías atomizó los recursos y propició el clientelismo más espantoso, peor que el del presupuesto oficial”.

Una autoridad en materia económica, Guillermo Perry Rubio es oriundo de Bogotá y ajusta ya 65 octubres (nació el día 13 del mes décimo, luego es un Libra con toda la barba, signo que le cae como anillo al dedo porque es un hombre equilibrado). Ingeniero eléctrico Uniandino y Phd. en Economía e Investigación Operacional del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT, tiene en su haber una larga lista de cargos importantes en los que ha brillado con luz propia: Director General de Crédito Público, Economista Jefe del Banco Mundial para Latinoamérica y el Caribe, Ministro de Minas y Energía en el gobierno de Virgilio Barco, Ministro de Hacienda de Ernesto Samper (a los dos años se retiró en medio de gran polémica), Senador de la República por el Partido Liberal, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, Director de Fedesarrollo, Director del Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (Cede) de la Universidad de los Andes, Profesor Visitante en la Escuela de Gobierno JFK de la Universidad de Harvard y catedrático en universidades colombianas.Hace 40 años Perry fue miembro del Moir, del cual se retiró hace 30, pero, como es de rigor en Colombia, esa militancia dio, para que, durante algún tiempo se le mirara con cierta sospecha por parte del “establecimiento”. Lo divertido es que Perry ha estado los últimos 35 años dentro de ese mismo establecimiento, aunque sin tragar entero.Algunos de sus condiscípulos lo describen como un hombre inquieto, brillante, poco convencional y muy independiente. Dicen también que en su época de estudiante en Los Andes, se le consideraba medio hippie no sólo por sus ideas, sino por su atuendo informal y su pipa pertinaz, su frescura y su anticonvencionalismo. Adora el campo, es buen tenista, cultiva un gran sentido del humor y es un hombre ecuánime y sencillo. Como buen cepalino ha mantenido una actitud crítica hacia la política económica neoliberal, razón por la cual sus críticas a la administración Gaviria, cuando se posesionó como ministro de Hacienda de Ernesto Samper, lo convirtieron en blanco permanente de las iras luciferinas de Rudy Hommes, el gran arquitecto de la Apertura Económica en los comienzos de los años 90.Usted fue Ministro de Minas y Energía, ¿cómo cree que se debe abocar el tema del ‘boom’ minero, que tanta polémica está causando?En el Ministerio del Medio Ambiente se necesita un grupo especializado en el tema minero, porque hoy mismo no saben cómo enderezar los problemas.¿Cuál es la mayor inversión hoy en el sector, fuera de petróleo?La inversión que está haciendo la Drummond es la más grande del país porque prácticamente duplica la capacidad de producción del Cesar.Donde, como denunció Mauricio Gómez, huecos gigantescos acabarán con el departamento.Yo a la Drummond la defiendo un poco porque creo que le ha caído toda la crítica sobre lo que pasa en el Cesar, cuando ellos son más serios y tienen licencia ambiental. En el área que usted menciona, el problema grave es La Jagua de Ibirico. Desafortunadamente, yo allí tengo algo de responsabilidad porque cuando fui Ministro de Minas y Energía negociamos lo de la Drummond, pero al mismo tiempo les dimos títulos a todos los pequeños mineros -entre comillas- que no eran tan pequeños, y que tenían una minería totalmente ilegal. Los formalizamos pero les dimos un tratamiento demasiado suave y se profundizó el desastre ambiental.¿Puedo interpretar eso como un ‘mea culpa’?Sí. ¿Por qué se convirtió Ingeominas - según parece- en un nido decorrupción?En mi época era una entidad absolutamente técnica. En ese entonces las concesiones las daba el Ministerio. Después se las encargaron a Ingeominas, lo cual fue una gran equivocación. Eso se manejaba como rueda suelta, con unos intereses y presiones muy grandes. Sería deseable que se pudiera estructurar algo como la Agencia Nacional de Hidrocarburos, un grupo pequeño, bien pagado y que ha funcionado muy bien.En un artículo el año pasado sostenía que era prematuro ilusionarse con una bonanza minero energética. Un año después ¿cambió de opinión?Pienso que es necesario mejorar la institucionalidad para manejar esos recursos. Hacia adelante uno ve que hay un auge de la minería muy grande, sobre todo en carbón, pero también en otros minerales. Hay que advertir que las regalías grandes no son de minería sino de petróleo -el 80%- porque la rentabilidad es mucho más alta. Por otra parte, es cierto que aquí las regalías del oro son muy bajas mientras las del carbón son razonables. Lo que frenó el desarrollo de la minería del oro, fue que hasta el año 91, la manejó el Banco de la República, porque el oro era para las reservas internacionales -un absurdo-. No hubo interés en desarrollar el sector seriamente y se mantuvo una minería de tamaño mediano. En la entrevista que usted alude yo decía también que estaba aumentando mucho la exploración pero que no teníamos todavía hallazgos grandes – y todavía no los tenemos-, pero sí se han encontrado yacimientos medianos y pequeños y la producción va en aumento.¿Se va a volver Colombia un país petrolero?Podría suceder, pero no lo creo. Desde luego nadie puede asegurar que no haya de golpe un gran descubrimiento, sobre todo con las posibilidades aparentemente importantes, pero no seguras, en la Costa afuera. La Cuenca del Caribe es rica en petróleo pero, sobre todo, en gas, hacia el lado colombiano. Las reservas que tenemos no le hacen un pellizco a Venezuela, a México o a Nigeria, de modo que debemos ser moderados. Ahora, con eso tendremos ingresos fiscales muy importantes.¿Y cómo vio la ley de regalías?Allí hay una expectativa importante pero falta ver cómo la desarrolla el gobierno, porque el diablo está en los detalles. La idea es que parte de esos recursos se ahorre, parte vaya a promover innovación y será muy importante que la parte restante cumpla con lo que la Constitución quería originalmente del Fondo de Regalías: proyectos regionales. Además el Fondo de Regalías era para hacer proyectos en los departamentos no productores, que es lo que quiere hacer ahora el gobierno con el Fondo de Compensación.¿Qué connotación tiene el término ‘regional’ en la Constitución?En la Constituyente el término regional indicaba proyectos que afecten a más de un departamento. Entonces, cuando la Constitución decía que esa parte de regalías iba al Fondo Nacional para proyectos regionales, estábamos pensando en proyectos grandes, de gran impacto, pero lo que sucedió fue que la Ley del Fondo de Regalías atomizó esos recursos y propició el clientelismo más espantoso, peor que el del presupuesto oficial, porque eso lo manejaba un grupo asesor de gobernadores con el Ministro de Minas. Ojalá ahora seamos más serios en ese manejo porque tenemos síntomas de la Enfermedad Holandesa.Eso ha estado en el tapete desde la campaña presidencial. ¿Por qué?Porque cuando entran ingresos de explotación minera o petrolera muy grandes, es casi imposible que no se aprecie la tasa de cambio. Si hay una política fiscal en la que no te gastas todo sino que ahorras una parte, la tasa no se aprecia tanto, pero la verdad es que ahora nos hemos estado gastando toda la plata. Es de esperar que con el Proyecto de Regalías y con la Regla Fiscal ahora sí empecemos a ahorrar una parte.Al menos es lo que ha anunciado el gobierno...Sí, pero habrá que ver. No se evitaría la revaluación completamente pero sí la mitigaría y lo otro que puede contribuir es que el Banco de la República le ponga más atención al problema. La Junta se ha lavado olímpicamente las manos con el tema de la revaluación diciendo que ellos no pueden hacer nada.Usted predica que se deben tomar medidas mucho mas drásticas, ¿como cuáles?Primero quiero comentar que yo estoy convencido de que la razón de fondo por la cual el Banco de la República ha tomado la posición de que no puede hacer nada, es porque ve que el gobierno no hace lo que toca y se gasta todos los recursos. Para poder frenar un poco la revaluación hay que tener algo de austeridad fiscal y ahorrar parte de esos ingresos. Le pongo un ejemplo: Uribe vivía diciéndole al Banco que había que frenar la revaluación pero él no hacía nada en cuanto al gasto. A su vez el Banco decía que si el gobierno gastaba tanto y quería que ellos fueran los que pusieran el freno, ni de fundas. Pero ahora, cuando se supone que el gobierno ahorrará parte de las regalías y aplicará la Regla Fiscal, el Banco debería hacer mucho más.Dos cosas, primero intervenciones cambiarias más fuertes y acumular más reservas porque es el Banco Central que menos reservas ha acumulado en relación con el tamaño de la economía. Y segundo, no hacer intervenciones tan chiquitas y mucho menos tan anunciadas. El problema de la tasa de cambio es en buena medida de especulación cambiaria. Quienes saben que va a haber tendencia a apreciar pueden mover la apreciación y se aseguran ganancias gigantescas, porque el Banco dice exactamente lo que va a hacer.¿La gran pregunta es, por qué avisa?Yo creo que es una cuestión ideológica de la mayoría de los miembros de la Junta. Ellos dicen que cuando el banco intervino fuertemente, hace unos años, no hubo mucho efecto, lo cual pudo ser por diversas causas. Cuando los bancos asiáticos no quieren que se aprecien mucho sus monedas intervienen duro y frenan esa apreciación. No estoy diciendo que hagamos aquí lo que hacen los chinos, pero eso es prueba de que sí se puede afectar la tasa de cambio.¿Es cierto que Brasil está tan envainado como nosotros?Mucho más. Algunos se sorprenden porque en todas partes se oye que Brasil y China son los países del futuro y ellos han sabido vender esa imagen, pero la economía brasilera tiene muchos problemas. Para empezar tienen un sector público excesivamente grande basado en la tributación más alta de América Latina, un gasto público absolutamente ineficiente y la peor infraestructura de Latinoamérica, salvo en unos pocos sitios como Sao Paulo. Tiene un déficit y una deuda pública muy grandes y las tasas de interés más altas de América Latina.¿Aquí se podrían balancear mejor las políticas fiscal y monetaria?Desde luego que sí, haciendo la primera menos expansiva y la segunda menos restrictiva, estableciendo mayores intervenciones cambiarias y controles a los capitales de corto plazo. Lo que nosotros hicimos en los años 90 es más parecido a un impuesto que a un control, porque establecimos que cualquier tipo de inversión que llegara como crédito o por inversión de portafolio, tenía que dejar consignado un porcentaje, durante un año, en el Banco Central, sin intereses. Eso es equivalente a un impuesto y es más alto entre menos tiempo dure la plata adentro. Lo hicimos nosotros y los chilenos y fue muy efectivo. Gracias a eso -no me canso de repetirlo porque es un hecho real y comprobable- cuando vino el llamado Efecto Tequila mejicano, en el año 94, los dos únicos países que no tuvieron contagio fueron Chile y Colombia porque gracias a estos controles no teníamos endeudamiento de corto plazo.¿Cómo calificaría el gobierno Santos?En general el balance es muy positivo. Como el presidente delega mucho, a diferencia del anterior -cosa que me gusta- hay que mirar cada ministerio. Yo diría que hay dos que merecen cinco estrellas: Interior y Justicia, con Germán Vargas cuya labor es para quitarse el sombrero y Relaciones Exteriores, donde el cambio ha sido extraordinario y exitoso. Dejamos de estar prácticamente aislados en el resto de América Latina y de Europa, y amarrados a una relación con Estados Unidos, que había dejado de existir en el momento en que los demócratas obtuvieron mayoría en el Congreso. ¿Cuántas estrellas para Hacienda y Agricultura?Les daría cuatro estrellas a cada uno. A Hacienda porque creo que en el comienzo Juan Carlos Echeverry fue un poco errático. Curiosamente, él llegó con una percepción un poco rosa de las finanzas y dio unos mensajes equívocos al principio, pero corrigió a tiempo, ha ido clarificando la política económica bien y se ha ido ganando la confianza empresarial. En Agricultura fue un éxito increíble haber podido sacar la Ley de Tierras en el Congreso.Pero me parece que a Juan Camilo le ha faltado definir más claramente para dónde va la política agropecuaria, porque se da la paradoja de que como veníamos de una política tan absurda, era necesario dar un viraje, pero, ahora que tenemos una situación externa maravillosa, con precios agrícolas altísimos, el sector sigue estancado. Eso se debe a la falta de claridad en la política, muy equivocada, del gobierno pasado y a falta de claridad de la actualadministración.Usted ha citado también problemas gigantescos en salud e infraestructura.Así es, los dos ministros han hecho esfuerzos enormes por poner la casa en orden, pero no han podido comenzar a echar para adelante. Yo no creo que haya que cambiar el sistema de aseguramiento como están diciendo algunos, incluyendo el presidente Santos; hay que hacer unas reformas importantes para que el sistema sea viable. Se necesitan unas leyes tributarias y la Corte Constitucional ha dicho que la única manera es con una Ley Estatutaria. Así hay que hacerlo porque de lo contrario el hueco será infinito.¿Por qué se llegó a esta situación tan angustiosa? ¿Qué se hizo al respecto en los últimos ocho años?Se perdieron completamente. No hicieron nada, primero porque Juan Luis Londoño, que sabía y que podía haber adelantado una gran reforma, se mató y el ministro siguiente se dedicó a hacer política. El problema se fue agravando hasta hacerse dramático, y cuando explotó el escándalo de corrupción, el ministro actual tuvo que meterse de cabeza en el tema. Pero también hay que considerar que llevamos ya un año del nuevo gobierno y uno esperaría que ya estuviera sobre la mesa por lo menos una orientación de largo plazo y no es así.¿Cardona, en Transporte, se rajaría?Todavía no diría eso. Han estado tratando no sólo de limpiar la cantidad de barbaridades que hicieron en los ocho años pasados, sino de fortalecer las instituciones, pero el ministerio no arranca. ¿Tendría algún reparo que hacerle a la gestión del gobierno?El lunar que le salió a esta administración, donde uno menos lo esperaba, es en el tema de seguridad. No soy especialista, pero frente a todo lo que se ha publicado en los últimos días, creo que sí hay un problema con algunos índices: aumentó la inseguridad urbana, cosa que viene desde los últimos años de Uribe, pero viene en ascenso y uno no ve políticas claras para combatirla y lo mismo ha pasado en muchas áreas rurales que se había controlado. En la Costa están los paramilitares asesinando a los contendores políticos y a los dueños de tierras para quedarse con ellas. Los índices de secuestro y de ataques a poblaciones son otra vez muy visibles, de tal manera que me parece totalmente equivocada la reacción del gobierno al minimizar la percepción ciudadana sobre el deterioro de la seguridad. Hay una falta de liderazgo y de credibilidad grande, y me temo que a Santos le va a tocar, en primer lugar, dedicarle más tiempo propio a manejar uno de los pocos sectores en los cuales no se puede delegar tanto, a menos que tuviera un Ministro de Defensa, como fue él mismo para Uribe.¿Cree que el ministro Rodrigo Rivera no ha dado la talla?Bueno, es un ministro uribista, que no tiene credibilidad dentro de su propio partido. Yo me temo que Santos va a tener que cambiar liderazgos fuertemente, porque ahí es donde está la parte más débil.

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