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“La reforma es para beneficiar a la gente, no a los agentes": Ministro de Salud

Alejandro Gaviria dice que insistirá en la reforma del sector, pero que ya se han hecho cambios significativos como la regulación de los precios de los medicamentos.

6 de abril de 2014 Por: Margarita Vidal Garcés

Alejandro Gaviria dice que insistirá en la reforma del sector, pero que ya se han hecho cambios significativos como la regulación de los precios de los medicamentos.

Alejandro Gaviria es ingeniero civil de la Universidad de Antioquia, título al que añade un máster en Economía de la Universidad de los Andes y un Phd en Ciencias Económicas de la Universidad de California.Ha sido profesor universitario por muchos años, escritor, columnista, subdirector de Planeación, investigador de Fedesarrollo y funcionario del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Era el feliz decano de Economía de Los Andes, cuando a Juan Manuel Santos se le ocurrió responsabilizarlo del Ministerio de Salud y de todos los horrores propios de tan alto cargo. Gaviria fue un alumno destacado en la Universidad de California, donde estudió con la Beca Lauchlin Currie otorgada por el Banco de la República y donde cimentó su pasión por la economía social y por temas como distribución del ingreso, movilidad, educación y criminalidad. Hace un tiempo, cuando alguien lo declaraba “sucesor de Juan Luis Londoño”, el malogrado ministro de Salud y autor de la aún más malograda Ley 100, Gaviria dijo con el humor que lo caracteriza: “Él era un macrosoñador y yo soy un microescéptico”. La Reforma a la Salud, que según los expertos ya no da espera, ha sido su prioridad. Presentado el proyecto, se ha batido en regla en las espesas y no siempre aromáticas aguas del Congreso de la República, enfrentado a muchos intereses particulares que cooptan el poder del estado para beneficiarse. Como Gaviria es frentero y directo, recientemente dijo en alguna entrevista: “Le cogí miedo a los esfuerzos de reforma, porque no quiero crear un cuadrilátero en el que a ‘lobby’ limpio se defina quién gana y se queda con la plata” pero, como también es porfiado, volverá a presentarle al Congreso el proyecto con los retoques pertinentes. Amanecerá y veremos. Lo que sí debería poder anticiparse es que si la tal reforma terminara convertida en un engendro oportunista, el Presidente y su Ministro de Salud hicieran mutis por el foro con la reforma debajo del brazo y empezaran otra partida, ya sin las cartas marcadas de los lobbystas. Usted ha dicho que tambalea el sector porque los “lobistas” imponen intereses particulares. La pregunta es por qué el gobierno se deja presionar.En el sector salud confluyen muchos intereses. La mayoría legítimos. Pero cada uno de ellos quiere una reforma a su medida. Ninguno parece dispuesto a decir “esta reforma no me satisface plenamente, pero estoy dispuesto a apoyar unas nuevas reglas de juego”. De allí la paradoja en que vivimos: un sistema que todo el mundo dice querer cambiar pero que resulta casi imposible de reformar.¿A quiénes defiende el gobierno, por quiénes se las está jugando?Las reformas deben ser para la gente, no para los agentes. Deben servir para mejorar las condiciones de vida de la población, no para dirimir conflictos financieros entre intereses enfrentados. Lamentablemente a veces terminan en lo segundo, en lo que he llamado cuadriláteros redistributivos. Ministro, si se compara su discurso lleno de expectativas de hace un año largo sobre la reforma del sector, es patente su frustración. ¿Por qué?Es normal. Las reformas a la salud siempre van a ser difíciles, desgastantes. Un año largo de discusión nos ha servido para decantar las propuestas y afinar los argumentos.Usted ha trabajado intensamente en esta reforma que consideró prioritaria. Hoy seguimos en las mismas. ¿Qué futuro tiene su reforma?La reforma a la salud no es solo el proyecto de ley ordinaria. En el último año controlamos los precios de los medicamentos, redefinimos el plan de beneficios (el llamado POS), estabilizamos la situación financiera del sector, cambiamos el sistema de recobros, lideramos el proyecto de ley estatutaria que define y regula el derecho fundamental a la salud, etc.Pero algunos de los cambios que propone la ley ordinaria son urgentes y necesarios. Por ejemplo, la creación de un fondo único que centralice los recursos y la creación de un fondo de garantías que permita superar la crisis financiera.El electoral es un mal tiempo para reformas y la salud no es una prioridad hoy, en la agenda política, pero sí para la gente que se sigue enfermando. En este momento nadie cree que a los políticos les importe la salud de los colombianos.Veo dos problemas. Hay cierta fatiga reformista, cierto desencanto con las reformas anteriores y hay, al mismo tiempo, cierto temor a tocar el tema dada la coyuntura electoral. ¿Cuál es la salida? Frente a cualquier cosa que explique lo anterior, la única salida es el reformismo democrático, seguir haciendo reformas graduales que den soluciones efectivas. No hay reformas definitivas. Tampoco se pueden dar saltos al vacío.¿Piensa insistir en que el proyecto de ley ordinaria para reformar el sector, que ya aprobó el Senado, siga siendo debatido en la Cámara? ¿Con qué nuevos argumentos presentará este proyecto?Sí, vamos a insistir. Pero he planteado que tendría sentido simplificar el proyecto, dejar de lado los temas ya resueltos y los asuntos menos urgentes y concentrarnos en lo esencial.¿Y ya se sentaron con los ponentes a ver cómo se modificaría el texto?Todavía no. Lo haremos en la semana que comienza.¿Está viendo un mejor ambiente para reanudar los debates, después de las elecciones al Congreso?Si la reforma no pasa ahora habría que comenzar de nuevo con un Congreso muy distinto. No lo veo fácil a partir de agosto. Dicen que está haciendo reforma, sin ley. ¿En qué sentido?En el sentido de que hemos venido haciendo muchos cambios positivos que avanzan en el sentido propuesto por la reforma. De nuevo, la portabilidad del aseguramiento, la movilidad entre regímenes, la ampliación del POS, los controles a los precios de los medicamentos, las guías de práctica clínica, la compra de cartera, la reestructuración de la Superintendencia de Salud, un decreto que redefine el modelo de salud en zonas dispersas, otro que define la condiciones de habilitación para las EPS, otro sobre biotecnológicos, etc.¿Cómo ‘blindarla’ para que no acabe convertida en esa ley que usted teme, es decir para solo determinados sectores?Hay que tener claridad en los objetivos y coraje en los debates. Estamos convencidos de que los cambios propuestos benefician a la gente.Si este proceso de reforma a pesar de tener algunas reglas de juego y redefinir algunos incentivos y señalar un posible camino de cambios, no es la reforma que transformará al sector, como usted dijo, ¿qué podemos esperar los colombianos?Podemos esperar que, con la reforma, no van a volver a ocurrir casos como el de Saludcoop; que vamos a tener un estricto control de los recursos y la información; que nadie va a ser devuelto de la puerta de un hospital por que la EPS no ha pagado y que vamos a lograr mejoras sustanciales.La situación de la salud en Colombia es crítica y está próxima a colapsar. ¿No puede el Gobierno declarar una emergencia de la salud para reglamentar por decreto?No, ese camino ya lo intentó el presidente Uribe y fracasó. La Corte Constitucional dijo que no había lugar a una emergencia. La reforma la tiene que hacer el Congreso.¿Qué es lo que enfrenta a las EPS y a los hospitales?La integración vertical y el manejo de la red. ¿Qué despierta el conflicto entre sindicatos de base y algunos médicos especialistas?La formalización laboral, sobre todo en los hospitales públicos. Los sindicatos se quieren formalizar, muchos especialistas prefieren otras formas de vinculación laboral.¿Qué enfrenta a hospitales y universidades?Las matrículas de las especialidades médicas. En todos estos casos la pelea es por plata. ¿Porqué no invertir en los municipios y departamentos los pagos por regalías en solucionar algunos de estos problemas de la salud?Los gobernadores y alcaldes no han priorizado el sector salud. Queremos que lo hagan. Estamos asesorándolos en la formulación de proyectos.¿Qué opinión tiene usted de las EPS?Hay buenas, malas y regulares. Le voy a decir qué opinan los colombianos. Cuando se pregunta en general, dicen que no las quieren. Pero cuando se hace una pregunta puntual, cuando se indaga por “la última experiencia con su EPS”, más de 65 % dice que fue buena o muy buena.¿Qué está haciendo el Ministerio para determinar la veracidad de la deuda de los hospitales?Emitimos una circular conjunta con la Superintendencia de Salud que obliga a todo el mundo, a hospitales y a EPS, a reportar la cartera y las deudas. El papel de los hospitales en las regiones es vital porque el sector se ha quedado retrasado. ¿Cómo lograr un aumento sustancial en este tipo de inversiones en el país?Las inversiones privadas en hospitales no se han paralizado. Todo lo contrario. Muchos hospitales están construyendo nuevas torres. En cuanto a la inversión pública, vamos a tener por primera vez en décadas una partida presupuestal para la construcción de hospitales. El Gobierno ha tomado medidas en relación con la rebaja en precios de medicamentos y se anuncian otras. ¿Se ha hecho una medición de resultados? ¿En qué proporción serán las próximas rebajas de precios?La reducción ha sido cercana al 50 % del precio de casi mil medicamentos. El ahorro ha sido de más de medio billón de pesos. La regulación consulta las mejores prácticas internacionales. Ha sido transparente y seria. Me siento orgulloso del trabajo del Ministerio en esta área.

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