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Estudiante de la Universidad Nacional crea prótesis con materiales reciclables

El joven investigador busca que su proyecto beneficie a personas de bajos recursos en todo el país.

17 de enero de 2016 Por: Angela Muñoz Gutiérrez* | Especial para El País

El joven investigador busca que su proyecto beneficie a personas de bajos recursos en todo el país.

Christian Silva, un estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Colombia,  comenzó hace seis años un promisorio proyecto para fabricar prótesis para miembros superiores.  Todo empezó después de que un primo suyo sufriera un accidente con una máquina para elaborar artesanías. Tras esa experiencia, el joven universitario decidió desarrollar, fabricar y ensamblar prótesis, inicialmente en beneficio de su pariente. Pero, al mismo tiempo,  buscaba dejar un hallazgo  para la comunidad científica.  Tiempo después, luego de ser contactado por la madre de un niño, advirtió los resultados favorables de su investigación y consideró factible implementar este tipo de soluciones  para  los más pequeños.  Para  hacer realidad  esa ilusión, Christian  utilizó ácido  poliláctico, un material flexible llamado Ninja- flex y otro de nombre PET, el cual resulta de reciclar botellas de agua. Materiales con alto grado de  biocompatibilidad  para la fabricación de prótesis.   Producto de su tenacidad y disciplina  el joven ganó dos premios: el primero fue en el concurso Otto de Greiff, en la categoría de ‘Tecnologías apropiadas’, en 2010.  Además, recibió una beca que cubría el primer semestre de Comunicación Digital Interactiva que le abrió las puertas como investigador de Colciencias, donde recibió una remuneración  mensual durante un año.  El segundo premio fue entregado, el año pasado año,  por la Vicerrectoría de Investigaciones  de la Nacional, que le hizo un reconocimiento al proyecto de su prótesis por su  espíritu innovador. El grupo de investigación en Biomecánica de esta misma universidad fue una plataforma que sirvió para que Silva potenciara su iniciativa.  Así, el estudiante configuró diferentes variables de la impresora 3D, “cambiándole la resolución de impresión, las densidades y realizando un proceso para que las piezas sean mucho más definidas y precisas”, según comenta.  Estos artefactos son óptimos en su manejo y rentables para fabricar pequeñas cantidades, al tratarse de diseños personalizados de las prótesis.     Efectivamente, el  bogotano de 30 años, ha querido darle un factor diferenciador en su trabajo. Esto lo consigue fabricando prótesis para niños  con motivos especiales. Así, por ejemplo, si un niño es amante de ‘Ironman’, puede obtener una prótesis inspirada en su  super héroe favorito.   En contraste con la producción a pequeña escala, está el método convencional de  fabricación, donde  un molde de plástico se estima, alcanza un valor de $40 millones  y el proceso de inyección unos  $100.00. Lo anterior, dice Christian, no  resulta viable  para optimizar la producción. Por ellos  el estudiante de doctorado opta por un trabajo especializado con la impresora 3D.  Con sentido social Además de sus contribuciones al campo investigativo,   Christian se dedicó a la donación de prótesis para niños de escasos recursos. Lo hizo gracias a su vinculación  con  ‘makers’, personas que trabajan para este tipo de desarrollos.  En ese camino encontró la  Fundación Materialización 3D (M3D).  “He realizado con ellos las más recientes prótesis pues se han recibido  grandes donaciones, de entre $100.000 y  $200.000”, cuenta Christian. Los padres de los niños se ven beneficiados ya que reducen los costos de las prótesis de sus hijos.  Christian relata el caso de una niña, cuyas necesidades implicaban una prótesis de $15 millones. Sin embargo, sus padres, gracias a la iniciativa del joven, no han gastado más de un millón de pesos.   La existencia de estas prótesis cobra un valor significativo en el desarrollo y crecimiento de los niños. Y eso  se evidencia en el caso narrado por Silva: “la niña comenzó inicialmente con su prótesis de mano y hemos notado su evolución, ya hace parte de su cuerpo; además de verla como un juguete porque está personalizada con el tema de  Peppa Pi, una famosa serie infantil”.  La  prótesis, agrega, es  como un zapato, primero se mide y se evalúa la comodidad de la misma; luego, al comprobar que no le talla al usuario, es posible adaptarse a ella.   Christian resalta que lo importante es que las personas conozcan  la iniciativa que se está desarrollando. Pueden hacerlo  al visitar  su página en Facebook ‘Choca esos cinco 3D’.  “Es la única manera para convencer a las personas   sobre lo que  nosotros estamos haciendo.  Es algo que realmente está teniendo impacto”, dice. Y asegura que el objetivo a largo plazo es  vincular al proyecto a más  personas para que trabajen como voluntarios, con impresoras y scanners. Así podemos  replicar  el proyecto en otras ciudades,  “porque no solamente nos queremos quedar en Bogotá”. *Integrante del Semillero de Periodismo  UAO - El País

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