Estudiante de la Universidad Nacional crea prótesis con materiales reciclables
El joven investigador busca que su proyecto beneficie a personas de bajos recursos en todo el país.
El joven investigador busca que su proyecto beneficie a personas de bajos recursos en todo el país.
Christian Silva, un estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Colombia, comenzó hace seis años un promisorio proyecto para fabricar prótesis para miembros superiores. Todo empezó después de que un primo suyo sufriera un accidente con una máquina para elaborar artesanías. Tras esa experiencia, el joven universitario decidió desarrollar, fabricar y ensamblar prótesis, inicialmente en beneficio de su pariente. Pero, al mismo tiempo, buscaba dejar un hallazgo para la comunidad científica. Tiempo después, luego de ser contactado por la madre de un niño, advirtió los resultados favorables de su investigación y consideró factible implementar este tipo de soluciones para los más pequeños. Para hacer realidad esa ilusión, Christian utilizó ácido poliláctico, un material flexible llamado Ninja- flex y otro de nombre PET, el cual resulta de reciclar botellas de agua. Materiales con alto grado de biocompatibilidad para la fabricación de prótesis. Producto de su tenacidad y disciplina el joven ganó dos premios: el primero fue en el concurso Otto de Greiff, en la categoría de Tecnologías apropiadas, en 2010. Además, recibió una beca que cubría el primer semestre de Comunicación Digital Interactiva que le abrió las puertas como investigador de Colciencias, donde recibió una remuneración mensual durante un año. El segundo premio fue entregado, el año pasado año, por la Vicerrectoría de Investigaciones de la Nacional, que le hizo un reconocimiento al proyecto de su prótesis por su espíritu innovador. El grupo de investigación en Biomecánica de esta misma universidad fue una plataforma que sirvió para que Silva potenciara su iniciativa. Así, el estudiante configuró diferentes variables de la impresora 3D, cambiándole la resolución de impresión, las densidades y realizando un proceso para que las piezas sean mucho más definidas y precisas, según comenta. Estos artefactos son óptimos en su manejo y rentables para fabricar pequeñas cantidades, al tratarse de diseños personalizados de las prótesis. Efectivamente, el bogotano de 30 años, ha querido darle un factor diferenciador en su trabajo. Esto lo consigue fabricando prótesis para niños con motivos especiales. Así, por ejemplo, si un niño es amante de Ironman, puede obtener una prótesis inspirada en su super héroe favorito. En contraste con la producción a pequeña escala, está el método convencional de fabricación, donde un molde de plástico se estima, alcanza un valor de $40 millones y el proceso de inyección unos $100.00. Lo anterior, dice Christian, no resulta viable para optimizar la producción. Por ellos el estudiante de doctorado opta por un trabajo especializado con la impresora 3D. Con sentido social Además de sus contribuciones al campo investigativo, Christian se dedicó a la donación de prótesis para niños de escasos recursos. Lo hizo gracias a su vinculación con makers, personas que trabajan para este tipo de desarrollos. En ese camino encontró la Fundación Materialización 3D (M3D). He realizado con ellos las más recientes prótesis pues se han recibido grandes donaciones, de entre $100.000 y $200.000, cuenta Christian. Los padres de los niños se ven beneficiados ya que reducen los costos de las prótesis de sus hijos. Christian relata el caso de una niña, cuyas necesidades implicaban una prótesis de $15 millones. Sin embargo, sus padres, gracias a la iniciativa del joven, no han gastado más de un millón de pesos. La existencia de estas prótesis cobra un valor significativo en el desarrollo y crecimiento de los niños. Y eso se evidencia en el caso narrado por Silva: la niña comenzó inicialmente con su prótesis de mano y hemos notado su evolución, ya hace parte de su cuerpo; además de verla como un juguete porque está personalizada con el tema de Peppa Pi, una famosa serie infantil. La prótesis, agrega, es como un zapato, primero se mide y se evalúa la comodidad de la misma; luego, al comprobar que no le talla al usuario, es posible adaptarse a ella. Christian resalta que lo importante es que las personas conozcan la iniciativa que se está desarrollando. Pueden hacerlo al visitar su página en Facebook Choca esos cinco 3D. Es la única manera para convencer a las personas sobre lo que nosotros estamos haciendo. Es algo que realmente está teniendo impacto, dice. Y asegura que el objetivo a largo plazo es vincular al proyecto a más personas para que trabajen como voluntarios, con impresoras y scanners. Así podemos replicar el proyecto en otras ciudades, porque no solamente nos queremos quedar en Bogotá. *Integrante del Semillero de Periodismo UAO - El País