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En Toribío, ahora la Policía hace novenas de Navidad

La citas fueron en en el polideportivo para entonar los tradicionales villancicos y recitar las oraciones a San José, la Virgen María, al Niño Jesús y los Gozos.

24 de diciembre de 2016 Por: Colprensa

La citas fueron en en el polideportivo para entonar los tradicionales villancicos y recitar las oraciones a San José, la Virgen María, al Niño Jesús y los Gozos.

Los primeros frutos del proceso de paz germinan en Toribío, Cauca. Allí,  después de más de 40 años de guerra, la Policía Nacional pudo  celebrar una Novena de Aguinaldos con los habitantes de este poblado ubicado en lo alto de la Cordillera Central. Así lo reconocen los uniformados  de la Policía y los pobladores, quienes  se reunieron en el polideportivo para entonar los tradicionales villancicos y recitar las oraciones a San José, la Virgen María, al Niño Jesús y los Gozos. Esa acción es tradicional  para el resto de la humanidad, pero en este municipio resultó extraordinario que un patrullero leyera la novena muy cerca, con los niños y niñas nasas, los mismos que antes ni saludaban a los uniformados por temor a retaliaciones por parte de la guerrilla de las Farc. “La paz nos trajo una serie de beneficios, como el incremento del turismo, de la oferta agrícola netamente con nuestros productos, todo porque ya tenemos algo que se llama tranquilidad”, dice Alirio Yatacué. El integrante del resguardo indígena de Tacueyó   cuenta que antes no podían saludar a un policía o a un soldado porque eran señalados de informantes. “No podíamos darles ni un vaso de agua, nada”.  Y la Fuerza Pública los tildaba de “milicianos” por calzar botas pantaneras. “Eso cambió porque pararon la guerra, eso fue algo positivo, ahora ya pueden integrarse con nosotros”,  agrega. Esta misma opinión la comparten los policías, quienes cuentan como una proeza el permanecer en lugares públicos de este municipio sin tener la zozobra de que un francotirador los vaya a atacar. Ahora, relatan, ya participan en torneos de fútbol, compran en las tiendas, visitan las heladerías. A mediados de 2011, en Toribío las Farc accionaron una chiva cargada con explosivos. Ese día fallecieron tres policías y 130 viviendas fueron derribadas. Ese capítulo  es cosa del pasado. “Hacer un pesebre móvil en Toribío es algo que emociona porque eso era impensable hace tres o cuatro años. Acá el Sexto Frente estaba en guerra, pero ahora jugamos fútbol con los jóvenes, dictamos conferencias sobre educación sexual y reproductiva, trabajamos al lado de la comunidad sin dificultad para consolidar la seguridad, eso es un gran avance y los que más se benefician son los niños”, dicen los policías que repartieron dulces y refrigerios entre las 500 personas que se unieron en el acto religioso. Por eso, y aprovechando la paz firmada con las Farc, las autoridades empiezan a estrechar los lazos con estas comunidades, apostándole a actividades como el pesebre móvil, que no solo estuvo en Toribío, sino que se integró con los pobladores del corregimiento de El Palo (Caloto), donde antes la Fuerza Pública no podía estar. Ahora, además de novenas, se hacen intercambios de hortalizas, verduras y jornadas de seguridad alimentaria, dice María Aquiago, integrante del Resguardo de Toribío.

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