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"En Cali sí hay gente que roba y muere por hambre": padre Óscar de La Vega

El padre Óscar de La Vega, director del Banco de Alimentos, afirma que hay muchos caleños indiferentes con los problemas sociales y sectores empresariales que podrían ser más solidarios. “Las estadísticas quieren minimizar la realidad del hambre”, señala

9 de febrero de 2015 Por: Paola Andrea Gómez | Jefe de Información de El País.

El padre Óscar de La Vega, director del Banco de Alimentos, afirma que hay muchos caleños indiferentes con los problemas sociales y sectores empresariales que podrían ser más solidarios. “Las estadísticas quieren minimizar la realidad del hambre”, señala

El padre Óscar de La Vega no tiene pelos en la lengua. Agradece al que ayuda, pero también le canta la tabla y duro al empresario que no hace su aporte social y al caleño indiferente que se encierra en su conjunto residencial y lo demás no le importa. Sus quince años en el sacerdocio y los más de tres que lleva frente al Banco de Alimentos Arquidiocesano le permiten hablar con conocimiento de esa Cali que pasa hambre y de esa otra Cali que parece no enterarse.Fue él quien estuvo junto a monseñor Isaías Duarte Cancino el día que lo mataron (16 de marzo de 2002) en la Iglesia el Buen Pastor del barrio Ricardo Balcázar. También, el que impulsó el santuario de la Divina Misericordia en el afligido sector de El Pondaje. Y quien luego de estudiar en Roma Ciencias Sociales durante tres años, regresó como párroco del Santuario de Fátima, uno de los templos multitudinarios de Cali. Su vida hoy transcurre entre su labor en la Iglesia del Corpus Christi, en La Hacienda y frente a una obra social que alimenta 36.000 bocas diarias. De esa Cali que conoce, de la que anhela volver a ver y de la que necesita que lo apoye habló con El País. Usted que está al frente al Banco de Alimentos, ¿cuál es la radiografía del hambre que tiene de Cali?Las cifras estadísticas quieren minimizar la realidad. Tenemos un problema cuando hay que competir frente al Estado que quiere minimizar los índices justificando que si una persona come una vez al día está bien. ¿Pero qué tipo de comida tiene? Si usted va a llenar a una persona le da arroz y huevo y eso es comida. Pero no es calidad. Nosotros hablamos de nutrición y sostenibilidad alimentaria.¿Cuántas personas en Cali padecen hambre? ¿Existe esa estadística?No tenemos una estadística clara. Ese es un estudio que deben pagar la Alcaldía y la Gobernación y que no se ha hecho. Pero nosotros hemos promediado, de acuerdo con las peticiones que nos han hecho, que el 8 % de la población de Cali pasa hambre. Lo que pasa es que los que estamos en el centro de la ciudad, en el norte, en el sur, no lo vemos. Pero si vamos al oriente, lo podemos ver.¿Según su experiencia, dónde está ese 8 % que no tiene qué comer?Por ejemplo, en un solo barrio de Cali, en Potrerogrande, la hermana Marleny, de Prodein, todos los días tiene 1300 niños que si no fuera por ese almuerzo se quedarían solo con la ración de aguapanela, porque las mamás son mujeres cabeza de hogar que los dejan y tienen que salir a rebuscar. Muchos son dos y tres hermanitos.Si voy a Siloé voy a encontrar lo mismo, a Navarro, a Pízamos, a Puerto Mallarino. Nosotros hacemos invisible una realidad. Creemos que no hay hambre y la gente sí pasa hambre, roba por hambre y muere por hambre. Es un tema muy doloroso, que a veces las cifras estadísticamente quieren tapar.¿Qué tan lejos estamos de poder atender ese porcentaje de caleños que pasan hambre? Nosotros deberíamos poder atender 60.000. No podemos llegar porque no tenemos los alimentos para darlos. Si contamos la población desocupada, ese 8 % equivaldría a 184.000 personas que necesitan una oportunidad de alimento. Y es muy importante impactar a los recién nacidos, a las madres lactantes, para que esos niños no vayan a sufrir problemas de crecimiento. ¿Cómo lograr que esas 36.000 personas que atiende el Banco de Alimentos diariamente sean más?Estamos concentrados en estimular el hecho de que el Estado acepta la donación como certificación tributaria. Eso es lo que muchos empresarios no entienden: hablan de responsabilidad social, pero se les olvida una palabra en la que insistiría mucho: impacto social. Si una empresa dice ‘yo quiero impactar a 200 niños’, lo puede hacer a través del banco. Alquería hace un impacto directo sobre Prodein (en Potrerogrande), nos da 1300 dosis de leche de lunes a viernes. Y es una empresa que no es vallecaucana.¿Y Los empresarios vallecaucanos sí están aportando al Banco? Una pregunta que siempre me hago, con todo respeto, el sector azucarero por qué no hace un impacto grande, sabiendo que el azúcar es un carbohidrato importante. Quisiera invitar a los empresarios. Que haya empresas que nos entreguen seis veces al año cada dos meses una tonelada de alimento. Hay casos ejemplares, como los productores agrícolas. Los que producen frutas y verduras. Por ejemplo, los comerciantes de Cavasa hace cinco meses nos están entregando cinco toneladas a la semana, sin retribución.Tenemos que agradecer a los proveedores de las grandes superficies, que son nuestros mayores donantes. Nos han dado su voto de confianza y evitan que sus alimentos se pudran, para que lleguen a la gente que los necesita.¿Será, Padre, que las empresas que no producen alimentos se sienten ajenas al Banco? ¿O será que los empresarios desconfían del manejo de los recursos de caridad?Por ejemplo, si la empresa da un millón y medio de pesos la transformamos en frijol. Hay personas como el señor Fernando Gómez, de Cañaveralejo; David Quintero, Gustavo Ramírez, entre otros mayoristas de granos, que nos van a ayudar con un precio especial.Pero este también es un tema de confianza y credibilidad. Tenemos una junta directiva seria, con el Arzobispo, el señor Garrido, el señor Otoya, Francisco Lourido, Julia Ulloa... Y estamos auditados. La meta de este año es concientizar a cien empresas. Queremos que en marzo, el mes del granito solidario, cien empresas nos digan: sí me le voy a apuntar y esas mismas cien empresas a los dos meses digan, voy a seguir con ustedes. Que no olvidemos un objetivo claro que Cali ha tenido siempre: la solidaridad.Usted habla de esa solidaridad que por años identificó a los caleños. ¿Cree que los caleños seguimos siendo solidarios?Las ondas migratorias han generado desconfianza. Creo que el narcotráfico generó indiferencia. La gente se acomodó en los conjuntos residenciales: yo pago administración, seguridad, entro a mi parqueadero y lo demás no me interesa. La gente se encerró y no volvió al parque porque ahí están los que hacen daño. Podemos decir que Cali tiene un problema doble: ha sido abanderada de la solidaridad, pero tiene mucho sector de ladera, de exclusión y un gran número de personas que cree que eso no es problema de ellos. Porque yo pago lo mío y resulta que esto no es problema exclusivo de seguridad. Lo vemos en el semáforo, donde hay personas pidiendo, niños aguantando hambre, muchachos haciendo maromas. ¿Nos hemos preguntado esas personas quienes son? Son ciudadanos.¿No cree que hay gente que olvidó la caridad porque muchas personas son usadas por redes de mendicidad?Hay una red, pero no podemos olvidarnos que no hay una oportunidad. No se ha constituido un tejido social.Cuántos restaurantes montan en Cali y todo el mundo es feliz comiendo a manteles. A veces creamos banquetes para banquetearnos nosotros mismos y decir que estamos haciendo obra social con entradas, con plato, con picnic de $200.000 para reforzar mi estatus social. Se nos olvidó la esencia del banquete del millón, que era el consomé y el pan no para llenarme yo sino para recordar que es para ayudar al que lo necesita. Ahora lo hacemos a la inversa, traemos chef y la platica sobrante se la damos a la fundación. El plato costó $120.000 y a la fundación le damos $10.000.Padre, y la gente que no va al banquete, o que no tiene una empresa, ¿Cómo hacer para sensibilizarla? Yo invitaría al ejecutivo, al de clase media, a que no olvide que la vida es un proceso. Uno a veces está esperando que sea el gran industrial el que aporte. Pero el que está en el proceso de mejorar debe recordar que hay gente abajo que sufre. Este es un proceso: no olvidar que hay otros que también pasaron por lo que yo pasé. Por eso la gente del extranjero es muy sensible a ayudar, porque sabe lo que cuesta un proceso. Y creo que a muchos empresarios de las nuevas generaciones se les ha olvidado el proceso de la vida. Entonces, qué rico poder decirles que debemos dar oportunidades, que no hay otra manera de salir adelante. Que un día me levante y diga: qué puedo hacer, qué puedo aportar.¿Cuál es el sector de Cali que más le preocupa?El sector de los reubicados, porque no hay un proceso social allí claro. La gente reclama eso: vinieron y nos dejaron tirados. Tendrían que unirse fuerzas, sin afán de protagonismos.¿En qué tiene que volver a creer la ciudad?En lo que podemos hacer como ciudadanos, como empresarios. En qué podemos hacer no solo para mí sino por el otro. Recuperar la credibilidad en quién es el caleño: es la persona alegre pero también es la persona capaz de ayudar. De darle la vía a la viejita, de hacer la fila. Somos unas personas que tenemos todo para ser felices, entonces cómo no nos va a doler una persona que aguanta hambre. Tenemos tanto que es duro que no lo entendamos. Esta es una de las tierras más fértiles de este país: tenemos mar, aire, vamos a Pance a Santa Elena y cómo va a ser que una persona robe por comer. No me parece justo que se pierdan vidas por hambre. Estas son las cuentas del Banco de Alimentos, para donaciones: Cuenta de Corriente Bancolombia: No. 81585914143 Cuenta Corriente Banco de Occidente: No. 00113577-1Teléfono: 8812066.

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