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"El puente de Juanchito lo vamos a hacer", asegura Ministra de Transporte

La ministra de Transporte Cecilia Álvarez asegura que hay recursos para el MÍO por $200.000 millones. “En el Valle invertiremos casi 7 billones de pesos que se adjudicarán desde ya hasta el 2015”, manifiesta.

28 de abril de 2013 Por: Margarita Vidal Garcés | El País

La ministra de Transporte Cecilia Álvarez asegura que hay recursos para el MÍO por $200.000 millones. “En el Valle invertiremos casi 7 billones de pesos que se adjudicarán desde ya hasta el 2015”, manifiesta.

Cecilia Álvarez Correa Glen, ministra de Transporte, tiene una sólida formación profesional y le gusta hacer camino al andar. Por eso recorre las carreteras supervisando obras por todo el país, montada en un bus, detectando avances, retrasos, incumplimientos y problemas. Dice que el gobierno encontró caos y lo está solucionando. Es muy posible que su trayectoria de eficiencia permita ver, por fin, la luz al final del túnel. Aquí habla de su vida privada y de lo que está haciendo.Usted nació en Ciénaga, ¿cómo recuerda su infancia allí?Era entonces muy próspera. Mi papá era de los bananeros más tradicionales del Magdalena, pero como estaba vinculado a la United Fruit Company, cuando se fue la compañía, se le perdió la esperanza. Después nos llevó a Barranquilla a sus ocho hijos (soy la última), y ahí me maleducaron. Risa.¿Su Ciénaga es la misma del General Bonett, encantadora y culta?La misma. Y la de Álvaro Cepeda Samudio, escritor, asiduo de la famosa Cueva de Barranquilla. ¿Sabe quiénes trajeron a Colombia a Ramón Vinyes? Mi abuelo y mi tío. Él regresó a España, pero ya lo había tocado la magia del Caribe y se devolvió a vivir Barranquilla. Años más tarde, los hijos de la gente de La Cueva nos reuníamos, para escuchar estupendas historias que nos contaba Alfonso Fuenmayor, un hombre maravilloso.¿Por qué su mamá vivió tanto tiempo en Bélgica?En Ciénaga, tradicionalmente, la gente con recursos se educaba en Bruselas. Mi mamá vivió allá doce años. Estudió música y cuando regresó fue profesora de piano. Mi papá era más ‘gringo’. ¿Su papá sabía lo que pasó realmente en la matanza de las bananeras?Él me decía que allí había habido más ruido mediático que otra cosa, y que los muertos fueron muy pocos. El historiador Eduardo Posada Carbó llegó a la misma conclusión. Pero yo le discutía a mi papá que la Historia no podía decir mentiras. ¡Imagínese la ingenuidad! (Risa).¿Por qué resolvió vivir en Bogotá?Me trajo Gustavo Vasco, que trabajaba con el Grupo Santo Domingo e iba muchísimo a Barranquilla. Un día me oyó discutiendo y argumentando en una reunión y le gustó mi manera de ser. Me trajo para Bogotá, a La Previsora y luego pasé a Bavaria como Contralora. También por su consejo, acepté este cargo. Él ha sido mi mentor. ¿Donde estudió usted?En el Marymount. Como mi papá solo quería ser bananero, no diversificaba y, obviamente, se caían las fincas. Y él lloraba. No le daba pena ser llorón.Y, ¿usted también es llorona?Sí, lloro cuando me regañan. Eso es bueno. Mi papá me dijo que debía esperar porque no tenía recursos para mandarme a la universidad, y eso para mí fue terrible. Me encantaba estudiar. Tanto, que cuando me querían castigar, no me dejaban ir al colegio. Pues, ante las circunstancias, como la matrícula costaba $5.000, y yo no conseguí sino media beca, las monjas me permitieron dar clases para pagar la otra mitad y así estudié mis primeros semestres.Me gradué en Ingeniería Industrial en la Javeriana. Vivía con seis amigas, hacíamos fiestas y me la gocé muchísimo. Luego me fui a estudiar a Inglaterra, en Sussex, cerca de Brighton. Pero al año y medio me tuve que venir porque mi papá se enfermó y murió. En su lecho de muerte pidió que me quedara acá para cuidar a mi mamá. Mientras estuve en Europa también hice un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, pero mi amigo Gabriel Jaime Arango dice que no aprendí “civilización”, porque no sé quien fue Pipino El Breve. (Risa).¿Es una mujer feliz? ¿Qué es para usted ser feliz?Sí (contundente). Ser feliz es aceptarme yo y aceptar a los demás. Cuando entré a este cargo, me dijeron que en el Congreso me iban a dar mucho palo y que me iba a frustrar. Pero como no lo tomo en forma personal, ha sido una experiencia muy grata, y eso que en el primer mes me hicieron ¡23 debates!¿Y cuándo puede trabajar?Pues hay que acomodarse, pero me sirvió porque me dijeron cuáles eran los problemas y tengo que reconocer que me han tocado parlamentarios juiciosos y muy bien documentados. Obviamente, sí me dan a veces mucho palo…Pues usted tampoco es manca.(Risa). Con Juan Martin Caicedo, el presidente de la Cámara de la Infraestructura, CCI, peleamos mucho.¿Por qué?Tal vez porque a los colombianos nos da miedo cambiar los paradigmas. Cualquier cosa que se mueva de nuestra ruta, ni siquiera lo analizamos. Pero él es un gran señor y a veces tiene razón. ¿No le parece a usted que los colombianos somos muy viscerales?¡Y que lo diga! Para muestra el ex-presidente Uribe.Yo lo desconozco.Pero fue su Consejera, una uribista “pura sangre”.En la campaña, José Roberto Arango me dijo que trabajara allá, pero Augusto López, mi antiguo jefe en el Grupo Santo Domingo, era gerente de la campaña de Serpa y me llamó; le dije que a mí me gustaba más Uribe, pero me recordó los años que trabajamos juntos, y me convenció. Cuando perdimos, José Roberto me volvió a invitar a trabajar con él en el gobierno, para coordinar el sector público y el sector privado. Luego el presidente Uribe me nombró Consejera Económica y luego Ministra Consejera. Se lo agradezco porque aprendí muchísimo y el tema político me lo enseñó él. En los consejos comunitarios descubrí que, ¡miércoles, uno sí puede hacer muchas cosas! ¿Uno era Uribe I y otro Uribe II?En el primer período, el presidente Uribe era muy receptivo a la crítica. Fui secretaria del Consejo de Ministros y un día un ministro dijo que había que darle muy duro a Carlos Gaviria –que era senador y estaba en la oposición– y el Presidente dijo: No, ese es un señor respetable, la oposición es muy buena. Pero, ¡oh sorpresa! Hoy es otra persona.¿Y a qué lo atribuye usted?No sé qué le pasó. Ya en 2008, el tema de DMG, fue una pelea muy grande, porque él quería que el gobierno, a través del presupuesto nacional, indemnizara a los ahorradores, pero eso era sentar un precedente muy grave, y ahí empezaron las diferencias. Yo tampoco estaba muy de acuerdo con la segunda reelección. Hubo división al interior del gobierno. Inclusive creo que la Primera Dama estaba entre los que no la apoyaban. Fuimos muy cercanas, extraño esa relación. Como al Presidente no le gustaba que uno se fuera, me rompió como tres veces la renuncia. Dijo que Uribe era injusto, ¿en qué? En que nada del presidente Santos le gusta. Cuando habló de las carreteras en Colombia decidí decirle, con mucho respeto, que estaba equivocado y le dije: Presidente, acuérdese que en el gobierno tuvimos mucho problema con el Ministerio de Transporte, que usted me ponía a supervisar. Él tenía una relación muy estrecha con Andrés Uriel, y eso yo lo entendía, pero varias veces hubo candidatos para reemplazarlo. Él bien lo sabe porque se ponía furioso y hacíamos control de gestión con mucha frecuencia en el Ministerio. Cuando llegué aquí, encontré que hubo mucha desidia. De pronto hasta el mismo Andrés Uriel no sabe lo que pasó.¿Qué encontró?De las 26 concesiones que nos dejaron, hay 13 en tribunal, todas con problemas, como estableció la Contralora. Hay 1.5 billones que los tienen la Procuraduría y la Fiscalía. Por eso le dije a Uribe: usted sabe que hubo problemas y que la vía Buga- Buenaventura es diabólica. Inclusive he hablado muchas veces con Andrés Uriel sobre el caso del contratista Mario Huertas. Ya el tribunal le aceptó la demanda por 59.000 millones, porque lo sacamos de una licitación en el gobierno pasado, diciendo que él no tenía la competencia. Llamé a Andrés Uriel, para saber que fue lo que pasó y cómo vamos a hacer, porque él está vinculado al proceso. Lo mismo con la Ruta del Sol 1, en que no hemos podido avanzar. Son problemas y no son para que los tome en forma personal el ex presidente.¿Por qué hay tanta demora?Las estructuraciones de esas carreteras se hacen, mínimo, en 18 meses. Cuando llegamos al gobierno no había ningún proyecto estructurado. Ya estructuramos 30 y el presidente Santos quiere seguir estructurando para que el gobierno que venga pueda seguir. También el presidente Uribe encontró muchas concesiones: BogotᖠGirardot la inició Samper, BogotᖠVillavicencio, Uribe la adicionó. Una carretera se demora 7, 8, años en construcción y hay que acabarla. Entonces, ¿qué hace el presidente Santos? ¿No las termina porque son heredadas?¿Qué es lo que Uribe no le perdona a Santos?No lo sé, pero no quiere que ninguno de sus ex funcionarios estemos acá. Prácticamente el que hable con Santos es un desleal.¿La pérdida del poder lo afecta?Eso solo lo sabrá él en su alma.¿Encontró corrupción dentro del Ministerio?Hay de todo. Hemos llevado denuncias a la Fiscalía, a la Procuraduría, le he pedido acompañamiento también a la Contralora, para que estos errores no se vuelvan a presentar. Como en el Ministerio hay mucho trámite, también hay mucha corrupción. Recién llegada, cambié a toda la gente de la Regional de Cundinamarca. Eso causó conmoción y a la gente nueva le echaban ¡azúcar en los computadores! Esa es una cultura que hay que erradicar, y por eso le pido a los colombianos que cuando les pidan comisiones, o plata, para los trámites, denuncien. ¿Qué resultados ha tenido con esa política?Muy buenos. También tenemos hoy una política de puertas abiertas. Aquí hacía muchos años que no venían los concesionarios, que no venía la CCI. No, hay que oírlos, ellos son los socios. Pero hay que supervisarlos también, porque es la plata de los colombianos. En mis recorridos en el bus he encontrado que en las interventorías, más que ser malas, hay desidia. Hay empresas grandes que son muy buenas, pero otras interventorías dejan mucho que desear, y eso significa un costo casi del 10 % del valor de la obra. Eso lo estamos apretando, porque, nunca, en la historia de Invías, nadie había sido sancionado por reprogramar.¿Qué significa?Que si tenían que entregar la obra el 10 de agosto, por ejemplo, el interventor pedía reprogramarla para seis meses después, pero no era multado. Ya eso está prohibido.En el proyecto que presentó al Congreso, ¿cuáles son los cambios?A veces nos demoramos hasta tres años para comprar los predios porque, hasta que no se expropie, el juez no deja avanzar. La nueva ley dice: se expropia por la vía administrativa y judicial, sigue el pleito, pero no se interrumpe la obra. Las redes de servicio público, ¿a quién le corresponden? Cuando están en la vía les toca a las entidades trasladar las redes. Cuando la vía se mete por donde están los servicios públicos, nosotros pagamos el traslado. Sobre las consultas previas, el Min-Interior está haciendo un inventario de cuántas son las Minorías en Colombia, para que no aparezcan, como en el caso de la vía Buga - Buenaventura, unas que no tenemos en nuestro inventario. Antes tenía que estar lista hasta la ingeniería de detalles para dar la licencia ambiental. Ahora, con la factibilidad se da la licencia en la fase II. Lo otro es el avalúo, que solo se podía hacer con el IGAC; hoy lo hacen también las lonjas, para agilizar.¿Cuáles son los proyectos en el Valle?Queremos que la vía a Buenaventura se haga muy bien, por concesión, y estamos negociando con Solarte y Conconcreto, para que el tramo de ellos lo hagan rápidamente. La vía Mulaló- Lobo Guerrero, ya está en proceso licitatorio, vale un billón de pesos y va a acortar el camino hacia el Puerto de seis a dos horas. Para vías terciarias tenemos una inversión de $50.000 millones en los municipios, para conectarlas con las vías nacionales. A la doble calzada Cali -Yumbo le faltaba un tramo, ya se están apropiando $35.000 millones, y, una noticia que nadie sabe, es que el puente de Juanchito está en el plan Pipe: lo vamos a hacer. El Jarillón va a ser una realidad. Trasladaremos primero a esas familias y creo que, o lo hacemos con Rodrigo Guerrero, o no lo hacemos con nadie, porque él sabe de eso y es un gran alcalde. Es un proyecto de gran magnitud: 1.5 billones de pesos. Tenemos recursos para el MÍO por más de $200.000 millones. Allí está Alberto Hadad, que tiene la voluntad, y a ese sí no le da miedo. Quitó los buses, de modo que tiene viabilidad, y en la medida que tenga viabilidad iremos inyectando los recursos.¿Y cómo va Metrocali con Pilar Rodríguez, su presidenta?Es muy bien preparada y decidida. Impulsa y tiene ganas de hacer las cosas. También destrabamos el tema del aeropuerto, ya llegamos a un acuerdo. En el Valle invertiremos casi 7 billones de pesos, que se adjudicarán, desde ya, hasta el 2015, y se desarrollarán en los próximos siete años. ¿Y la inversión de su Ministerio?En obras públicas, hasta 2015, se van a adjudicar obras por 47 billones de pesos. Si no salimos así, no vamos a salir nunca.Y, ¿de la robadera, qué?Por eso es que, en las nuevas concesiones, usted acaba la obra y le pago. No le doy anticipos. A los pequeños sí, para que haya ingeniería colombiana, pero poquitos, no del 80 %, o el 100 %. Bueno, pero el Gobierno ya va a cumplir casi tres años, y ha estado “arreglando la casa”. ¿Cuándo la van a amoblar?Estamos construyendo a un ritmo impresionante: 200 kilómetros de doble calzada en un año, y este año vamos a construir 300. En rehabilitación y en mantenimiento, las obras están por todo el país. Cuando el presidente Santos tomó el gobierno, la inversión era de 3 billones de pesos anuales, punto cinco del PIB, ahora estamos en 8 %. Nunca antes se había estructurado una cantidad semejante. Se creó la nueva FEN que es la que va a estructurar todos los proyectos para que, cuando vengan los inversionistas a ver qué se puede hacer en Colombia, podamos decir: aquí está el Banco de Proyectos. ¿No le parece que sí nos movemos?

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