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“El presidente Santos debería ser reelegido: Juan Fernando Cristo

El senador Juan Fernando Cristo afirma que las Farc necesitan reconocer a las víctimas del conflicto para seguir avanzando en el proceso de paz con el Gobierno de Colombia.

17 de noviembre de 2012 Por: Margarita Vidal Garcés

El senador Juan Fernando Cristo afirma que las Farc necesitan reconocer a las víctimas del conflicto para seguir avanzando en el proceso de paz con el Gobierno de Colombia.

Este 2012 Juan Fernando Cristo, senador por el Partido Liberal desde hace 16 años, fue elegido entre los mejores congresistas por casi dos mil líderes de opinión encuestados por la firma Cifras y Conceptos sobre temas diversos. Cristo se ha caracterizado por haber sido un permanente defensor de las víctimas de la violencia en Colombia y su apoyo fue definitivo para la aprobación de la Ley de Atención y Reparación a Víctimas del Conflicto Armado que, por primera vez, visibiliza y cobija a miles de colombianos que han sufrido el asesinato de sus seres queridos por parte de los llamados actores armados del conflicto, a partir de 1985.Cucuteño, abogado de la Universidad de los Andes, ha desempeñado cargos de relevancia: Cónsul General en Caracas, Secretario Privado del Ministerio de Desarrollo Económico, Viceministro para Europa, Asia, África y Oceanía, Consejero para las Comunicaciones de la Presidencia de la República, presidente de las Comisiones I y VI del Senado, Co-director del Liberalismo, Presidente de la Dirección Liberal Nacional y Embajador en Grecia. A través de su intensa y concienzuda labor en el Congreso ha impulsado numerosos proyectos como la famosa Ley 213 de 2010 que busca la reparación integral a las víctimas de la violencia en Colombia como mecanismo esencial para la construcción de la paz. Y ha realizado sonados debates de control político como la moción de censura contra Gabriel Silva, ministro de Defensa de Álvaro Uribe, por la interceptación ilegal de comunicaciones, el control a la Ley de Justicia y Paz, el escándalo de Agro Ingreso Seguro, las chuzadas del DAS y la Zona Franca de Occidente, que involucraba a Tomás y Jerónimo Uribe, hijos del ex mandatario.Aparte de estar convencido del derecho de las víctimas a obtener verdad, justicia y reparación, en su dedicación al tema hay también una dolorosa razón personal: él también es víctima, puesto que Jorge Cristo, su padre, el más importantes cacique liberal de Norte de Santander, fue asesinado por el ELN, mientras su hijo se encontraba de embajador en Atenas. Paradójicamente la Corte Suprema de Justicia le abrió recientemente investigación preliminar por presuntos nexos con grupos armados al margen de la ley. Frente a esta decisión Cristo declaró: “No sé si la investigación es por vinculación con los grupos que asesinaron a mi padre (ELN) o con los grupos que he combatido durante estos diez años (paramilitares)”. Y negó cualquier nexo con grupos armados.Usted luchó a brazo partido por la Ley 213. ¿Qué ‘dientes’ le puso?La ley creó tres instituciones: El Centro de Memoria, la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas y la Unidad de Gestión de Tierras Despojadas. Una ventaja muy grande es que el Presidente no politizó estas entidades sino que nombró como directores a gente conocedora, o sea que nadie llegó a aprender. Ya esas instituciones tienen presencia en todo el país y se está avanzando. Hoy día las víctimas sienten una institucionalidad del Estado a su servicio, cuando antes nadie les resolvía nada. La Ley puso el tema en la agenda pública, y hoy tiene que ver mucho con el tema de la paz.Si las Farc insisten en que no tienen víctimas, ¿que pasará con el proceso?Se acaba. El Gobierno lo tiene claro y la tesis es muy sencilla: si no se repara a las víctimas el círculo de la violencia termina reproduciéndose. De los cientos de testimonios uno en especial me quedó grabado: “No nos sigan diciendo mentiras, para el Gobierno colombiano nosotros no existimos. Hombres de ‘Jorge 40’ asesinaron a mi marido, mataron a mi hijo mayor y violaron a mi hija menor. Después de tres años no he recibido ni siquiera un mensaje del Gobierno reconociéndome como víctima”.La queja de la señora se extendía al hecho de que quienes mataron y violaron, hoy eran reinsertados y el Gobierno les pagaba un millón de pesos mensuales. “Siguen viviendo a la vuelta de mi casa, pasan todos los días por el frente y se burlan de mí”. A ella le había quedado solo su hijo menor a quien yo ponía de ejemplo: ¿Qué pasaría si no existiera la ley? Ese niño crece y el día de mañana se toma unas cervezas, se emberraca y le mete tres tiros a los victimarios. Esa ha sido siempre la historia. Todos los gobiernos han buscado la negociación con los victimarios, como hay que hacerlo, obviamente, pero ninguno se había ocupado de las víctimas. Hoy veo a esas víctimas, que antes imploraban una limosna, exigiendo que se les respeten sus derechos. Este cambio radical lo consiguió la Ley de Atención y Reparación a Victimas del Conflicto Armado. ¿Y dónde quedó la Restitución de Tierras?No quedó en el título, pero está en la Ley. Los expertos internacionales dicen que el concepto de Reparación Integral, en abstracto, es que el Estado sea capaz de devolver a la víctima a la situación en que se encontraba antes de sufrir la agresión; y cuando se habla en concreto de reparación integral hay que hablar de medidas como: indemnización, satisfacción, derecho a la verdad, la memoria y la dignificación de las víctimas. También está la rehabilitación sicoterapéutica, porque aquí hay cuatro millones de víctimas y no existía un programa del Estado para ayudarlas a superar su tragedia. Ese punto está retrasado. Otro, es la Restitución, que adelanta la Unidad de Gestión de Tierras. ¿De cuánta tierra estamos hablando?De 6 millones de hectáreas y $650.000 familias despojadas y desplazadas. En muchos casos son las mejores tierras del país y eso tiene mucho enemigo en las regiones. Yo no creo que haya realmente “ejércitos anti-restitución”, sino que se trata de intereses locales. También se complica porque para entrar a restituir tierras hay que tener mínimas condiciones de seguridad, que todavía no se dan en algunos sectores. Eso es lo que la gente no entiende. Previendo eso, en la propia ley se estipula que el proceso de restitución será gradual. ¿Y cuál es el resultado, al día de hoy?Se han presentado más de 25.000 demandas de restitución; estamos hablando ya de más de 2 millones de hectáreas solicitadas, la tercera parte de lo que se considera desplazamiento. Creo que se está adelantando una buena tarea, con mucha sincronización, en las zonas que ofrecen seguridad. Otra medida es lo que se llama comúnmente “garantía de no repetición”. Este es el desafío final del Estado, porque, si bien en muchos casos hoy día es imposible garantizar la no repetición, sí hay medidas que se pueden tomar.¿Cuál es el compromiso de la bancada liberal en este tema?El partido se ha convertido en el eje de una alianza en defensa de esa Ley. Tenemos un acuerdo con ONG y con las principales organizaciones de víctimas para hacer el nexo entre las instituciones del Gobierno y la sociedad civil en los temas de la Ley que no estén funcionando. Ya se firmó un acuerdo entre la Unidad Nacional y todas las organizaciones para trabajar conjuntamente la restitución, un tema gigantesco. Más ahora con el proceso de paz y todos los enemigos que le surgen desde la ilegalidad y desde la legalidad, empezando por el ex presidente Uribe, cuyo discurso alimenta mucho a los sectores de la ilegalidad.Desde luego no se puede decir que él esté patrocinando eso, pero su discurso en contra de la restitución, diciendo que le van a quitar las tierras a los empresarios, no me deja la menor duda de que él se siente muy sintonizado con todos esos sectores. Así muchos no tengan una relación directa con Uribe, se sienten representados en él, consideran que los puede defender, y él cumple ese papel.En la Unidad Nacional no hay unanimidad en el apoyo a los diálogos.Yo diría que sí la hay en cuanto a los Verdes, Cambio Radical y el Partido Liberal, y que hay una comprensión consensuada de que el Presidente está haciendo lo correcto en esta materia. Diría que en el Partido Conservador y en la U, mayoritariamente también hay apoyo y comprensión del proceso, pero hay unos sectores recalcitrantes que representan la línea uribista en esos dos partidos y que obviamente no están acompañando al Gobierno en ese proceso. ¿Eso lo afectará?No creo que lo afecte enormemente. Ellos están sentados esperando que el proceso fracase y jugándole a la inconsecuencia y a las actitudes tontas de las Farc en la mesa de negociación. Ojalá las Farc entiendan que tienen una oportunidad, la última, y que si no la aprovechan en este momento, lo que van a hacer es echarle gasolina y mucho insumo a la ultraderecha reaccionaria de este país, que quiere frenar el proceso de reformas progresistas que está haciendo el gobierno. Pero, en la medida que el proceso avance y empiece a dar resultados, Santos va a tener mucho más margen de maniobra.¿Quiere eso decir que si fracasan las negociaciones también fracasarán las políticas santistas?No, pero como confío mucho en el espíritu reformista de Santos y pienso que falta impulsar otras reformas que vienen, éstas sí se verían frenadas si el proceso no sale adelante.¿Cómo cuáles?En el tema agrario no nos podemos quedar solamente en la restitución de la tierra despojada. La Ley de Desarrollo Rural contempla unas medidas importantes. Eso hay que profundizarlo por una decisión de Estado y no porque se negocie con las Farc. En el propio tema del modelo económico del país también hay que buscar reformas para alcanzar mayores niveles de igualdad, y también en las políticas sociales se puede hacer muchísimo más.¿Significa que se necesita una continuidad y por consiguiente la reelección de Santos?Ah, sin duda debería ser reelegido. La continuidad de las políticas públicas de Santos es absolutamente necesaria para el país. Imprescindible. A mí no me gusta la reelección de nadie porque me parece que la democracia colombiana todavía no está preparada para esos experimentos. Nosotros nos opusimos a muerte a la reelección, no por ser el presidente Uribe, sino por la misma figura, pero hoy creemos que si a Santos se le dio la regla de juego de la reelección constitucionalmente, tiene derecho a utilizarla y no hay motivo de debate. ¿No es incoherente oponerse a la reelección de Uribe y apoyar la de Santos?Son dos temas distintos. La figura de la reelección hoy existe. Santos no tendría que cambiar la Constitución para reelegirse. Pero si después el país decidiera que esa figura no es la más conveniente, es otro cantar.¿Entonces el éxito, o no, del proceso depende de las Farc?Sí, la sociedad colombiana ha demostrado mucha capacidad de perdón y generosidad frente a este tema y a mi modo de ver el Gobierno ha planteado el proceso de una forma impecable, sin improvisar. El balón está en el campo de las Farc y, si éstas quieren, habrá proceso; si no es así, simplemente en algunos meses el Presidente tendría que levantar la mesa, como lo ha advertido en varias oportunidades. ¿Cómo ve la posición del expresidente Uribe?El expresidente es hoy el jefe de la oposición de un sector de la opinión pública, que es respetable y que sigue compartiendo sus tesis, sus actitudes e incluso su intolerancia y su agresividad con el gobierno Santos y con todo el que no esté totalmente de acuerdo con él. Pero es una oposición que cada vez pierde más espacio y seriedad precisamente por su radicalismo y sus exageraciones, y también porque es una oposición sin mayor representatividad en el Congreso. Por eso estoy seguro de que el camino que le queda a Uribe para seguir ejerciendo la oposición, es ir al Senado. Pero perdería su inmunidad.Ese es otro tema, jurídico. Como él defiende su transparencia, me imagino que no tendrá preocupaciones en esa materia y creo que sería bueno para la política de este país que él fuera al Senado. Habiendo sido crítico ocho años de su gobierno, yo le agradezco mucho haber permitido que el Partido Liberal se reencontrara con su identidad ideológica.El partido se había perdido totalmente en los últimos 20 años en una montonera de intereses y yo creo que Uribe nos ayudó a ubicarnos donde estamos ahora: en el centro izquierda de la política, una política progresista, social demócrata y el partido funciona hoy como un relojito. La actitud radical de Uribe, desde el punto de vista ideológico permitió a su vez un realinderamiento de los partidos y del país, muy sano para la democracia. También se creó la U, que es un caldo espeso donde hay de todo. ¿Qué futuro tiene frente a una reelección de Santos?Pues también se tendrá que realinderar en el momento en que Uribe aspire, no como partido, pero sí como tendencias del pensamiento político del país. La gente olvida que cuando a Uribe lo eligieron, él decía pertenecer a la base del Partido Liberal y al Liberalismo lo llamaba el “oficialismo liberal”, para él presentarse como la disidencia. Naturalmente, eso no lo volvió a decir nunca más porque quedó graduado de jefe natural del Partido Conservador. Yo creo que eso fue bueno y que la gente hoy identifica a Uribe con las ideas de una derecha que durante los últimos 40 años había estado agazapada.¿Eso querría decir que Santos regresaría al Liberalismo?Yo creo que Santos hoy es el jefe natural de las ideas liberales en Colombia. ¿Cree que Santos podría ir mucho más lejos en sus propuestas?Yo diría que si en el primer mandato, con las ataduras que tenía con el régimen anterior, Santos ha demostrado un espíritu liberal y progresista, en un segundo mandato podría hacer un gobierno mucho más reformista, que transformara la sociedad colombiana y, obviamente, con más autoridad si tuviera éxito el proceso de paz. En ese momento, y una vez reelegido, Santos podría convertirse históricamente en un jefe de la reunificación liberal.

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