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El papá del Museo de la Independencia

Lo que los colombianos aprenden en el colegio, para Luis Morales es un recuerdo de familia pues desciende de Antonio Morales, el que empezó la pelea por el florero de Llorente. Y es gestor del Museo de la Independencia.

27 de julio de 2010 Por: Sergio Villamizar | Colprensa

Lo que los colombianos aprenden en el colegio, para Luis Morales es un recuerdo de familia pues desciende de Antonio Morales, el que empezó la pelea por el florero de Llorente. Y es gestor del Museo de la Independencia.

Lo que los colombianos aprenden en el colegio, para Luis Morales es un recuerdo de familia: los acontecimientos del 20 de julio de 1810, cuando el comerciante español José González Llorente se negó a prestar un florero para la cena de bienvenida al comisario real Antonio Villavicencio, y fue increpado por Antonio y Francisco Morales, dando lugar a la pelea que luego se conoció como Grito de Independencia.“Yo vendría a ser tataranieto de Antonio”, dice don Luis, quien con 95 años y tras delicada operación, tiene vitalidad y memoria envidiables.Lo suyo no es solo anecdótico, pues a comienzos de los años 50, cuando era gerente general del Banco de Popular, emprendió una campaña para recuperar la Casa del Florero, lugar de los acontecimientos de hace 200 años: “La casa había sido invadida, estaba llena de indigentes y comercio de todo tipo; era vergonzoso y peligroso pasar por allí. Más de un centenar de personas la habitaban y estaba realmente en estado crítico”, contó.Don Luis sentía responsabilidad con la historia del país y con su familia, para no dejar perder la casona. Entonces convenció a a la junta directiva del banco para comprarla, así como algunos predios cercanos para restaurarla.“Esas casas tenían propietarios que no vivían en ellas” y se habían desentendido, permitiendo que las invadieran. Incluso, “la gente estaba dejando de identificarla como la Casa del Florero, donde empezó la gesta de la Independencia”, siguió.Cómo se hace un museoUna vez comprada, don Luis emprendió la restauración para entregar la casa al Municipio de Bogotá. Soñaba con verla convertida en museo: “Estaba el espacio y la familia Morales contaba con gran cantidad de objetos, documentos y correspondencia, claves para relatar los hechos de la Independencia. Así, de común acuerdo familiar, decidimos donar la parte del legado que creímos podría ser de utilidad en el museo”.Entre los documentos donados figura la orden de Pablo Morillo de fusilar a Francisco Morales y a sus hijos Antonio y Francisco por haber participado en la revuelta del 20 de julio. El padre fue fusilado y los hermanos Morales huyeron a los Llanos Orientales donde se unieron a la Campaña Libertadora.“Antonio Morales era amigo de José González Llorente y a pesar de ello, se ofreció para la petición, pues todo fue planeado, porque se sabía de antemano que el español se negaría a prestar el florero y ahí comenzaría todo. Incluso, estuvo a punto de ser linchado por la multitud, pues era día de mercado”, cuenta Luis Morales.Buena parte de lo donado en 1960 estaba guardado en una hacienda familiar cercana a Bogotá: “Esta donación fue la cuota inicial del Museo de la Independencia. Luego, se recibieron otras donaciones y el Banco Popular adquirió otros objetos que luego entregó al municipio para que hicieran parte de dicho museo”.Claro que no todo quedó en manos del Museo. Algunos objetos quedaron entre los Morales como herencia. Por ejemplo, una vajilla que Bolívar regaló a Antonio Morales se encuentra repartida entre varios miembros de la familia, al igual que el escritorio portátil que el Libertador llevaba en sus campañas.“La historia de los Morales es la historia del país, pero a la vez hace parte de la familia y por eso parte de ello quedó entre sus miembros, que la van pasando de generación en generación para no olvidar”.Lo donado podrá verse en el remodelado Museo de la Independencia a partir de agosto, cuando abra puertas.

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