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El elefante de Samper tenía antecesor en gobierno de Gaviria: Myles Frechette

El exembajador de Estados Unidos en Colombia habla de la relación entre el narcotráfico y la política y del silencio que, según él, guardó César Gaviria sobre dineros ilícitos en la campaña de Samper.

8 de diciembre de 2013 Por: Hugo Mario Cárdenas López - Reportero de El País

El exembajador de Estados Unidos en Colombia habla de la relación entre el narcotráfico y la política y del silencio que, según él, guardó César Gaviria sobre dineros ilícitos en la campaña de Samper.

Myles Frechette le correspondió llegar a la embajada de Estados Unidos en Colombia dos semanas antes de que Ernesto Samper se posesionara como presidente, en agosto de 1994.Una de las tareas con las que salió de Washington era intentar revivir el tratado de extradición, esa figura a la que tanto le temían Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, que había sido suprimida por la Constituyente del 91. Una misión nada fácil porque EE.UU. ya veía con “frustración” y “desconfianza” que el Gobierno de entonces le ocultaba al país información sobre los llamados ‘narcocasetes’, que revelaban el ingreso de dineros del narcotráfico a la campaña de Samper.De eso han pasado 20 años y aunque parecía que ya todo estaba dicho sobre el llamado Proceso 8000, hace una semana el expresidente Andrés Pastrana removió las aguas con su libro ‘Memorias olvidadas’, donde dijo que Gaviria era el “eslabón perdido del Proceso 8000” porque conocía la verdad y la mantuvo oculta.Y aunque Gaviria negó tajantemente esos señalamientos, el exembajador Frechette le aseguró a El País que era imposible que Gaviria no conociera las grabaciones, habló de lo que ocurría en el país en esa época, del riesgo que significaba Colombia para la región y de cómo nos veían, entre otros temas.¿Le sorprende que Pastrana dijera que el expresidente Gaviria sabía de los ‘narcocasetes’ y que le escondió la verdad al país?Claro que me sorprende porque me parece rarísimo que un expresidente mantenga una prueba reina como esa embotellada por 20 años. Ahora, yo no estuve en la época de los ‘narcocasetes’; yo llegué en julio de 1994 y asumí que el presidente Gaviria conocía la información. Esto era una cosa muy importante y afectaba al candidato liberal, al presidente Samper. Nunca pensé que Gaviria iba a decir que no tenía conocimiento de eso; yo simplemente no le creo y considero que la mayoría de los colombianos entiende que esas cosas uno no se las guarda tan secretamente. ¿Por qué cree que el expresidente César Gaviria se ha ido lanza en ristre contra usted?Porque les dije a unos periodistas en Washington, que me preguntaron por el alboroto que armó Pastrana con su libro, que es muy lamentable la situación y que me parece imposible que Gaviria no supiera de los ‘narcocasetes’; también dije de Gaviria, Samper y todos los involucrados en su campaña como Rafael Pardo, Fernando Botero y Horacio Serpa, todos liberales, que no me cabía la menor duda de que ellos sabían lo de la financiación del narcotráfico, pero nunca lo rebelaron.¿Gaviria se quedó callado para no afectar a Samper, su copartidario?Creo que Gaviria lo hizo para evitar más daño a la imagen de Colombia. Recuerde que en su mandato la imagen del país estaba muy deteriorada. Entre otras cosas porque en la nueva Constitución ya no aceptaba la extradición; yo pasé mis tres años y medio en Colombia hablando con el Gobierno para que se reintrodujera esta figura y el hecho que se lograra evidenciaba que Colombia y Estados Unidos estaban trabajando más cerca en la lucha contra el narcotráfico. También golpeó la imagen de Colombia el escándalo de la Catedral y Gaviria tomó la decisión de que Pablo Escobar fuera a esa prisión, que más que prisión era un lugar donde había lujo, bebidas y mujeres; y cuando a Escobar se le dio la gana, salió como Pedro por su casa y eso dañó mucho la imagen a Colombia. Entonces Gaviria sabía de los ‘narcocasetes’ y estoy seguro que no quería revelar más cosas para no afectar más su imagen.¿Cree que también hubo un elefante en el gobierno de Gaviria?Claro que sí; fue el mismo elefante. Así lo dijo monseñor Pedro Rubiano, a quien aprecio, y ahora parece que el elefante de Samper tenía un antecesor en el periodo de Gaviria.Ustedes sabían de los ‘narcocasetes’. ¿Llegó a Colombia con alguna misión específica al respecto?No porque el presidente Gaviria fue muy gentil conmigo y recibió mis cartas credenciales dos semanas antes de que él saliera de la Presidencia y fuera juramentado Ernesto Samper. Así que no entré en el tema porque para Estados Unidos eso de los ‘narcocasetes’ era ya historia antigua.¿Su misión en Colombia era entonces revivir la extradición?Entre otras cosas: eso era importantísimo porque el sistema judicial colombiano no daba para castigar a los narcotraficantes. En el periodo que yo llegué, el fiscal general Gustavo de Greiff creía que los narcóticos debían legalizarse y después de nuestras quejas, el presidente Samper lo mandó a México como embajador y allá, aunque el narcotráfico era un delito en Colombia, él hablaba en público sobre legalizar las drogas y tuve que quejarme con Samper; le dije que cómo era posible que el Embajador de Colombia pudiera hacer ponencias públicas sobre ese tema en México. ¿Y qué respuesta obtuvo de Samper?Lo que me dijo es que un embajador colombiano no estaba obligado a observar la línea de su país; cosa que no es verdad porque nunca ha sido así y después De Greiff salió de la Embajada y creo que todavía vive en México.¿O sea que Samper estaba actuando, producto de los recursos que entraron en su campaña, en favor de los intereses de los narcotraficantes?Eso era lo que yo quería hacerle ver al presidente Samper. Es decir, se sabía que había entrado dinero y él lo negaba; después lo aceptó durante el Proceso 8000, pero dijo que fue a sus espaldas. Pero EE.UU. sabía que había entrado ese dinero, lo dijimos públicamente en Colombia y obviamente, tener un embajador que andaba hablando en favor de la legalización de la droga, era un indicativo de la influencia de los narcos en el Gobierno de este país.¿Cuando se referían en EE.UU. a un ‘narcoestado’ o una ‘narcodemocracia’ era exclusivamente por Samper?Es por el hecho histórico. En primer lugar, el presidente Samper no fue el primer gobernante que recibió dinero de los narcos, pero claro, eran sumas muy inferiores a los seis millones de dólares que recibió él. Así que eso es parte de la historia de Colombia y considero que es muy importante que se sepan estos detalles que han salido en los últimos días porque en una democracia es importante conocer la historia, tal cual como fue.¿Y por qué tantos años después es que venimos a conocer esa historia?Bueno, a mí no me tocaba salir a decirlo; hay que hacerle esa pregunta a los presidentes Pastrana y Gaviria de por qué guardaron silencio por 20 años y por qué ahora Gaviria sale a decir simplemente que no sabía. El Gobierno de EE.UU. sabía con antelación de los casetes y decidió no informar porque eso sería una injerencia en un periodo electoral. Estados Unidos era simplemente un testigo de las cosas que pasaron en Colombia. ¿Saber que Gaviria ocultó esa información de vínculos del narcotráfico y la política afectó las relaciones? Por parte de Estados Unidos había mucha frustración; imagínese usted la eliminación de la extradición y lo que pasó con Pablo Escobar y su fuga de la Catedral. Finalmente, Colombia y EE.UU. se pusieron de acuerdo para trabajar mancomunadamente y ponerle fin al imperio de Escobar. Claro que también intervinieron los Pepes y el Cartel de Cali. Lo que pasa es que esta es una historia llena de detalles y es importante acordarse de ellos. En el pasado hubo acuerdos formales entre el Gobierno de Colombia y los carteles del narcotráfico como en el caso de la Catedral (la prisión de Pablo Escobar). Esa es una historia que se tiene que conocer y se debe admitir.EE.UU. intervino en Panamá por los vínculos de Manuel Antonio Noriega con el narcotráfico. ¿Pensaron en alguna irrupción similar en Colombia?En absoluto. Noriega era una persona que jugaba con todo el mundo, tenía lazos con los cubanos y estrechas relaciones con el narcotráfico. Era un rufián y un criminal. Ahí teníamos el canal y en esa época Estados Unidos tenía el deber de protegerlo, pero Noriega utilizaba la Guardia Nacional como secuaces y matones con los que hacía lo que él quería y eso es muy distinto a lo que ocurría en Colombia. Noriega era un peligro para todo el hemisferio. Lo que pasó en Colombia nunca llegó a eso.¿Hoy Colombia es un aliado de EE.UU., qué éramos entonces en los años 90?Imagínese usted mi época. Cuando yo vine se hablaba de Colombia como una ‘narcodemocracia’, un Estado fallido y había mucha preocupación. Acuérdese que Colombia había sido un país democrático y aliado nuestro; tanto que mandó tropas a luchar contra Corea del Norte en las fuerzas de la ONU, teníamos buenos lazos y de pronto se veía como una amenaza. Por eso Estados Unidos trató de mejorar la relación, y lo logramos.¿Pero entonces en los 90 éramos un dolor de cabeza para EE.UU.?Colombia no solo era un dolor de cabeza para Estados Unidos sino para toda la región. La lucha contra el narcotráfico no era un asunto solo de lo gringos, sino que era de toda la región y para eso existen convenciones de la ONU que dicen que la extradición es la mejor manera de colaborar, y como usted sabe la tradición colombiana es respetar el orden internacional y los acuerdo. Ese fue uno de los argumentos que yo usé en Colombia para instar al Gobierno Nacional a reinstalar la extradición.¿No se ha metido usted demasiado en la política interna de Colombia, como aseguró el expresidente Gaviria?El expresidente Gaviria, tratando de insultar a un exembajador de otro país, está haciendo el oso y dando un papayazo. Creo que su reacción fue muy mala y le hizo mucho daño a su imagen y a la de Colombia.Myles R. FrechetteNació en Chile en 1936. Se graduó en la Universidad de British Columbia en 1958 y obtuvo su maestría de la Universidad de California, en Los Angeles, en 1972.Ingresó al Servicio Exterior en 1963, luego de varios años en el sector privado, incluido con la Boeing Company.Ha trabajado en los servicios consulares de Cuba, Honduras, Brasil, Venezuela, Camerún y Colombia y fue representante comercial adjunto de EE.UU: para América Latina, entre otros. Habla inglés, portugués, español y francés.

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