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"El debate sobre la legalización de la droga se tiene que reconocer”

El embajador de EE.UU., Peter Michael McKinley, asegura que Colombia sigue siendo un socio estratégico en la lucha contra el narcotráfico.

5 de diciembre de 2011 Por: Redacción de El País

El embajador de EE.UU., Peter Michael McKinley, asegura que Colombia sigue siendo un socio estratégico en la lucha contra el narcotráfico.

El embajador de Estados Unidos en Colombia, Peter Michael McKinley, resaltó el momento por el que atraviesan las relaciones entre ambos países, al tiempo que reconoció la transformación que ha tenido Colombia en temas como la lucha contra el narcotráfico y los grupos armados ilegales. En esta segunda parte de la entrevista concedida a El País, el diplomático también sostuvo que, pese a que Estados Unidos sigue oponiéndose a la legalización de las drogas, el debate sobre este flagelo debe mantenerse abierto.Hace unos años sus antecesores venían a Colombia a hablar de violencia, de narcotráfico, de la colaboración de Estados Unidos en la parte militar, ¿hoy usted cómo ve la transformación del Estado colombiano y el futuro de la institucionalidad?Las transformaciones de los últimos diez años en Colombia en temas de seguridad, la lucha contra el narcoterrorismo, de construir instituciones, de fortalecer la democracia, es algo que lo reconocen no solamente los colombianos sino los gobiernos a nivel internacional. Las transformaciones han sido profundas y el hecho es que se trabaja hoy día en Colombia con una confianza de que este proceso de transformación va a seguir y va a profundizarse. Creo que es evidente que la transformación ha sido de una importancia en el contexto de desafíos como la lucha contra las Farc, el ELN, los parapolíticos, el narcotráfico, que el Estado colombiano logró no solamente vencer muchos de estos y pudo fortalecer las instituciones del país, incluyendo las fuerzas de seguridad públicas, el sistema de justicia, el sistema democrático, reestablecer la presencia del Estado en centenares de municipios que en un momento no lo tenían, sino que también ya tiene una estrategia de medio plazo, de una segunda transformación del país para llevarlo a un desarrollo económico y equitativo mayor. Esto no quiere decir que no seguimos trabajando temas de seguridad o de la lucha contra el narcotráfico. Hay que reconocer la transformación profunda y positiva que hemos visto y creo que dentro del contexto de las relaciones bilaterales podemos seguir trabajando los temas de seguridad y la lucha contra el narcotráfico, pero también podemos hablar de lo que hace un año decíamos: ampliar la agenda bilateral. Estamos en un momento muy interesante de la relación bilateral.¿Se podría decir que Colombia para EE.UU. dejó de ser un problema y se convirtió en una oportunidad?Yo lo pondría de otra forma. Colombia es un socio importante de EE.UU. porque no es cuestión nada más de buscar las oportunidades en relaciones bilaterales. Colombia en sí, como se proyecta a nivel internacional, a nivel de trabajar las problemáticas regionales, el hecho de que la economía ahora es de las importantes de América Latina, permite que se trabaje la relación de una forma distinta al pasado.Recientemente el presidente Santos en su gira por el Reino Unido dijo que habría que abrir el debate para la legalización de las drogas. ¿Usted cree que ya llegó ese momento?El hecho es que el debate sobre legalización es algo que se tiene que reconocer, es una discusión que se lleva a cabo en muchas partes y es un debate que de distintas formas estos últimos 20, 30 años se ha presentado en distintos momentos y es una cuestión que se pone en la mesa y lo importante siempre en debates políticos es analizar las opciones que se presentan. Pero el hecho es que el Gobierno de los Estados Unidos sigue oponiéndose a la legalización y si puedo poner esto en términos muy pragmáticos: el debate se está llevando a cabo, pero tenemos que vivir el día a día de la criminalidad, el impacto nefasto del tráfico de drogas a nivel mundial y en esa batalla Colombia sigue siendo un socio de primer rango de los Estados Unidos. Hay que minar el impacto negativo de la criminalidad y el narcotráfico sobre nuestras sociedades, sobre nuestras economías, sobre nuestras instituciones. Esta es una lucha que no se puede poner a un lado y el Gobierno colombiano sigue totalmente comprometido en esta lucha.Se constituyó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Celac, que deja por fuera a Estados Unidos y a Canadá. ¿Ve EE.UU. con preocupación la posibilidad de que exista un organismo integracionista que lo excluya de ese contexto?Nosotros no vemos con preocupación ningún esfuerzo a integración regional que contribuya al desarrollo, al mayor diálogo político, al trabajo en conjunto sobre temas importantes multilaterales, lo que sí pensamos es que la OEA sigue siendo el foro donde todo el hemisferio se puede reunir y que este foro tiene una importancia precisamente porque incluye a los Estados Unidos y Canadá, pero no en términos de Celac o de otras organizaciones regionales que surgen, estas son decisiones soberanas de los estados de América Latina y el Caribe y lo que sí queremos hacer es presente la importancia de seguir contribuyendo y haciendo efectivo el foro principal de diálogo a nivel de hemisferio que es la OEA.¿Pero no hay cierto recelo por el hecho de que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, trate de liderar ese organismo? Creo que este movimiento se lanzó en Brasil hace un par de años, así que el hecho es que los Estados Unidos no nos vamos a expresar sobre decisiones que son soberanas de cómo cooperar a nivel regional. Lo importante es tener un foro (la OEA) donde todos los países del hemisferio se reúnan, como foro de reacción a los temas principales que afectan al hemisferio occidental.¿Pero no cree usted que la aparición de organismos como la Celac, Unasur, o el Alba son el resultado, según muchos afirman, de que EE.UU. le dio la espalda a América Latina?El hecho es que ha habido un debate sobre si América Latina es relevante para los Estados Unidos o no estos últimos 40, 50 años, o más allá. Ya hemos sobrepasado las luchas ideológicas, tuvimos un período en los años 60, 70, 80, que hubo una lucha ideológica para el alma de América Latina bastante fuerte sobre diferentes corrientes y a respuestas a políticas, particularmente a la influencia del comunismo y también hubo toda una serie de problemáticas que se tuvieron que trabajar, dictaduras militarse, diferentes políticas de desarrollo económico, etc.Lo que hemos visto desde el comienzo de la década de los 90 es la presencia de la democracia en la mayor parte de América Latina, políticas de desarrollo y crecimiento económico que son, si no idénticas, similares y que van en direcciones bastante parecidas y una mayor integración económica en la región, hasta política, y una aproximación de los Estados Unidos en temas importantes.Estos días nosotros trabajamos con América Latina de distintas formas, en foros internacionales, la relación económica de los EE.UU. con México nunca ha sido más fuerte y para ponerlo de una forma positiva en estos momentos el comercio, las inversiones con América Latina ya tienen una importancia que se aproxima a lo que llevamos a cabo con Europa y con ciertos países asiáticos, es una transformación profunda de estos últimos 10, 15 años de cambios en la relación económica de los EE.UU. con la región. Y la importancia de trabajar en conjunto como democracias creo que ha sido un cambio muy importante y creo que la discusión que se vio en América Latina sobre cuál sería la respuesta a acelerar un desarrollo económico más equitativo en el continente ya francamente parece estar resuelto, ha bajado mucho la temperatura, la retórica del debate político y creo que de nuevo hay un acuerdo generalizado de cómo trabajar los temas. En ese contexto, los EE.UU, en primer lugar, queremos trabajar con América Latina como socios y no en términos de un país grande con una región, tenemos intereses en común, combatir problemas trasnacionales, tenemos intereses en políticas energéticas, en cómo combatir la criminalidad. Esta relación en este momento, yo diría, está en uno de sus momentos más maduros de las últimas décadas.¿Usted como historiador percibe síntomas de que el conflicto colombiano está en el fin del fin?No me voy a atrever a hacer predicciones sobre los conflictos internos en Colombia. Lo que sí diré es que las transformaciones positivas dentro del país, los golpes que se han dado a los grupos terroristas, dentro del país, las bases, los cimientos de transformación económica y social que se han visto dentro del país estos últimos años están dando a ver una Colombia muy distinta a la que se vivió hace diez años y esta es una señal muy positiva. Obviamente la lucha contra estos grupos tiene que seguir, contra el narcotráfico tiene que seguir, pero por cualquier forma en que se mire esta cuestión, el conflicto, el hecho es que ha habido una transformación súper positiva.A propósito del conflicto, ¿qué tanta participación ha tenido EE.UU. en los últimos golpes del Gobierno colombiano contra las Farc?Las transformaciones de las que he hablado incluye las capacidades de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional y ellos han sido los que han concebido y llevado a cabo estos logros contra las Farc. Son operaciones espectaculares y muestran un nivel de capacidad que es la envidia de muchos otros ejércitos del mundo.Han pasado varios meses de la muerte de Osama Bin Laden, ¿cree que su muerte fue el comienzo del fin de Al-Qaeda o cree que esa amenaza terrorista aún existe sobre EE.UU.?Si me permiten quiero trazar un paralelo con la experiencia que ustedes han vivido. Las capacidades de los grupos terroristas en este país han sido minados de una forma importantísima en estos últimos diez años y se sigue minando, pero nadie declara el fin del terrorismo en Colombia. En EE.UU. hemos trabajado en contra de Al-Qaeda de una forma sustentada desde 2001 y a través de muchos años de trabajo se han dado golpes importantes contra sus capacidades. Ahora, terminar con el símbolo y cabecilla de la organización tiene un impacto importante sobre cómo se proyecta la lucha contra el terrorismo en los próximos meses o cuánto dure la organización. Pero es la combinación de los golpes a través de los años con la eliminación de las cabecillas que cambian el panorama, y raras veces se reconoce pero desde el 2001 no ha habido otro ataque dentro de EE.UU.. Ha habido numerosos intentos, pero no han logrado concretarse y la fuerza de Al-Qaeda en muchos países ha sido no solo, minada sino vencida. El caso de Iraq es, quizá, el más sobresaliente en este sentido. En términos de impacto en EE.UU. terminar con el símbolo de Al-Qaeda fue un momento muy importante. Reconocemos que la lucha continúa, pero esperamos que esta victoria permita, quizá, dar un golpe decisivo al grupo en el futuro.

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