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El bipartidismo vive la peor crisis en 160 años

Entre los partidos Liberal y Conservador sólo suman el 10% de los votos del país.

13 de junio de 2010 Por: Hugo Mario Cárdenas López | El País

Entre los partidos Liberal y Conservador sólo suman el 10% de los votos del país.

La prueba más clara de la crisis política e institucional por la que atraviesan los partidos tradicionales en Colombia, es que por primera vez en 160 años de historia del bipartidismo, ni los liberales ni los conservadores estarán presentes en la disputa por la Presidencia de la República.Peor aún, los dos partidos que disputaron y alternaron el poder desde 1850 hasta el 2002, cuando el presidente Álvaro Uribe se le atravesó a la hegemonía bipartidista, hoy apenas suman en su conjunto el 10% de la votación nacional y en estas elecciones han debido juntarse a trabajar del lado del uribismo para evitar su desaparición del espectro político.La situación más crítica es la del Partido Liberal que en las cuatro últimas elecciones presidenciales viene perdiendo sistemáticamente la mitad de sus electorado. El conservatismo, por su parte, luego de ocho años sin hacerse contar en unas elecciones presidenciales, encontró que su situación no dista mucho de la de su eterno rival.El ex procurador Jaime Bernal Cuéllar asegura que la falta de apoyo a los partidos tradicionales obedece a que los jóvenes de hoy ya no se sienten representados en las ideologías y los principios que hace muchos años estipularon ambas colectividades.Pero la razón fundamental, advierte el ex procurador, “es que en un momento determinado ambos partidos permitieron el clientelismo, la burocracia y lejos de los principios, lo que hubo fue intereses individuales que los fraccionaron y el único fin que se buscó fue el de ejercer el poder”.Se suma a ello, la poca credibilidad de los colombianos en los partidos, la infiltración de los grupos armados violentos en sus estructuras y el surgimiento de otras colectividades gracias a la Constitución de 1991.El tono descoloridoLa alarma en el Partido Liberal se encendió cuando advirtieron que de los 5,6 millones de votos obtenidos en 1998, en la primera candidatura presidencial de Horacio Serpa, pasaron a 3,5 millones en el 2002. La razón, pensaron, era el coletazo del Proceso 8.000 que en 1994 afectó el gobierno de Ernesto Samper.Para el 2006 los resultados no pudieron ser peores. La mayoría de sus más connotados dirigentes engrosaban las filas de Cambio Radical y el Partido de la U, y esta vez Serpa apenas alcanzó 1,4 millones de votos. Hace dos semanas la gota que rebosó el vaso fueron los escasos 680.000 votos logrados por Rafael Pardo, el 4,23% del potencial nacional, y el sufrimiento que embargó el partido durante todo el día ante el riesgo latente de no alcanzar a superar el umbral del 4%.El ex precandidato liberal Alfonso Gómez Méndez responsabilizó de esta “crisis profunda”, además de los puntos anteriores, al mal manejo que le dio César Gaviria al partido.“Gaviria recibió el partido hace cinco años con el encargo de estructurarlo y modernizarlo. En ese momento la última referencia eran los 3,4 millones de votos de Serpa en el 2002 y lo entrega en el 2010 con un candidato con 680.000 votos, apenas superando a Jairo Calderón y a Róbinson Devia. Eso demuestra la manera errática en que administró el liberalismo; no supo hacer gobierno, no supo hacer oposición y en las consultas puso toda la estructura del partido al servicio de Rafael Pardo y ahí están las consecuencias”, dijo.El ex candidato presidencial y director del Partido Liberal, Rafael Pardo, por su parte, indicó que no podemos hablar de crisis en las toldas rojas “simplemente porque no pasamos a la segunda vuelta presidencial y tenemos libertad para votar por un candidato de otro partido”.Pardo le dijo a El País que el partido debe analizar los resultados porque son muchas las razones por las que vienen perdiendo votos en los últimos años. “Esto se inició en 1991, cuando la Constitución dio libertad de partidos y surgieron 70 colectividades”.En contraposición a él se mostró el ex procurador Bernal Cuéllar, al señalar que se ha convertido en una tradición echarle la culpa a la normatividad o a la Constitución, cuando las faltas competen directamente a quienes dirigen los partidos tradicionales.De acuerdo con Gómez Méndez para empezar a buscar una salida al mal momento del partido “es necesario un cambio en la clase dirigente, jubilar a los ex presidentes y que los autores de los fracasos asuman su responsabilidad” .De momento, al Partido Liberal no le queda otra camino que montarse en el bus de la victoria y buscar un nuevo aire, ahora del mismo lado del gobierno al que durante ocho años criticó e hizo férrea oposición.A la sombra del uribismoPero si la crisis en el conservatismo no ha calado tan hondo como en las toldas rojas en los últimos doce años, dicen los analistas, es porque desde el 2002 se han aferrado a la tabla uribista, lo que les representó una presencia importante en altos cargos de representación.Pero después de doce años sin candidato propio al primer cargo del país, los azules se hicieron contar en estas elecciones con Noemí Sanín y de los 6.114.752 votos logrados en 1998, cuando Andrés Pastrana alcanzó la Presidencia, ahora sólo obtuvieron 800.000 votos, el 6% del electorado del país.Y aunque hay quienes no comparten que se hable de crisis conservadora, amparados en los resultados de las pasadas elecciones legislativas, donde lograron 2,4 millones de votos, los analistas creen que esos son votos amarrados a un candidato y no a la ideología propia del partido.Efraín Cepeda, quien hasta hace poco presidiera el Directorio Nacional Conservador, aseguró que hay mucha equivocación y análisis muy ligeros sobre el tema, “porque si bien entre más partidos más se diluye la votación, en el conservatismo se aumentaron los votos al Congreso de la República de 1,4 millones en el 2006 a 2,4 millones, en marzo pasado.“Es absurdo pensar, comparando los resultados del 14 de marzo pasado con la primera vuelta presidencial, que un partido va a perder un millón y medio de votos en 60 días”, manifestó Cepeda.Para el ex ministro y analista Camilo González Posso más allá de una crisis en el Partido Conservador, lo que está ocurriendo es que la colectividad se está disolviendo en el uribismo.“El Partido Conservador está, pero lo que se ha ido perdiendo es la identidad. En este momento no aparece una explicación de por qué muchos de ellos se mantienen por fuera del Partido de la U. El espacio político conservador está copado por el uribismo y hoy no tienen poder autónomo”, señaló González.Los analistas ven el resultado obtenido por Noemí como el precio que deben pagar, tal como ocurrió con Germán Vargas Lleras, quienes se apartan de la coalición de gobierno.Con este panorama, cada vez es más incierto el futuro, dicen los analistas, de dos partidos que ante la realidad política del país ya no figuran, incluso, ni en el sonajero vicepresidencialista.

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