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Claves para que sus hijos sean más optimistas y seguros

La felicidad no es solo una meta sino un hábito que se aprende.

7 de enero de 2014 Por: Redacción de El País

La felicidad no es solo una meta sino un hábito que se aprende.

Por segundo año consecutivo Colombia ocupó el primer lugar como el país del mundo donde la gente se siente más feliz, según el Barómetro Global de Felicidad y Esperanza, que reveló el Centro Nacional de Consultoría. La consulta realizada en 65 países por la red Mundial de Empresas Independientes de Investigación de Mercados (WIN-Gallup International), reveló que el 86 % de los colombianos consultados se declaró feliz. Si esto es cierto, ¿por qué uno de cada cinco niños presenta problemas de ansiedad y depresión complejos? ¿Por qué algunos son pesimistas, intolerantes y poco sociables? ¿Cómo se educa para la felicidad?Aquí, algunas claves que da la sicóloga Annie de Acevedo en su libro ‘Hazlos felices para que sean buenos’. Padres felices crían hijos felicesLos padres que no son felices no van a criar hijos felices. Según estudios científicos hay una correlación directa entre madres deprimidas e hijos difíciles. Los hijos de padres con problemas suelen ser agresivos y tienen mala conducta. La felicidad no solo debe ser una meta para los padres, sino un deber para criar a sus hijos, así lo considera la sicóloga Annie de Acevedo.El padre debe ejercer una autoridad firme, pero amorosa y amable, consecuente con lo que dice y con lo que hace. Así comparta unos 20 o 30 minutos al día con su hijo, su dedicación debe ser frecuente para que el niño sienta que tiene un espacio asegurado en la vida de su papá.Una mamá feliz, con ganas de dar, multiplicará la felicidad de sus hijos, les dará mensajes claros y amorosos y les mostrará a sus hijos un mundo amable; mientras que una madre inestable e insatisfecha, temerosa e insegura, les enseñará un mundo hostil y difícil. Fortalecer un vínculo afectivo entre padres e hijos es importante para que estos últimos aprendan a ser felices. Esto se logra compartiendo más con los hijos desde algo tan cotidiano como la comida (que el niño sienta que tiene su puesto en la mesa le dará la sensación de pertenencia y lo hará sentir emocionalmente estable) hasta otras rutinas diarias como dormir, hacer tareas, hacer ejercicio o jugar. Disciplina amorosaPara la maestra en educación Ale Velasco, la felicidad se logra con el método del lenguaje del cariño, que es brindar un amor firme con límites: “Educar es sacar lo mejor de un hijo como lo hace un escultor. Escuchar con los ojos es tener tu mirada atenta. Logra unos dulces sueños en tu familia para no estar irritable. No humilles, porque el maltrato duele”.Conocer los talentos y las falencias de los hijos ayudará para saber cuánto y qué se les puede exigir, y qué no es apropiado para ellos. La disciplina es un pilar de la felicidad, permite que el niño se tranquilice y aprenda a ser responsable y a controlar sus emociones, y apacigua sus temores, ladrones de la felicidad.En este mundo que va tan de prisa, los mensajes de confianza de los padres a sus hijos no siempre llegan claramente, porque no cumplen lo prometido o tienen conductas erráticas que vuelven al niño desconfiado y temeroso, las rutinas no se cumplen y los límites no se establecen bien ni se hacen cumplir. El niño se confunde y no sabe qué consecuencias tendrán sus actos: “¿Será que si daño mis juguetes no pasa nada?”. Esas dudas hacen que se disminuya la confianza del niño. La discipina debe ser protectora y no persecutoria, que el niño sepa que habrá consecuencias negativas cuando haga algo malo o no haga lo que se le pidió, y tendrá positivas cuando se esmere y tenga logros. Educar para el optimismoEn épocas de adversidad se pierde muy rápido el optimismo y es desplazado por la desesperanza y la desilusión. Y los más afectados son los hijos, que necesitan alimentarse de ilusiones y esperanzas. Para criar hijos más optimistas, dice la sicóloga, hay que darles la oportunidad de cometer errores y aprender de ellos. No hay que correr a rescatarlos cuando no es necesario, pues eso los hará sobreprotegidos, los debilitará e invalidará y no podrán ser autónomos y felices por su cuenta.Hay que enseñarles a usar el sentido del humor y la flexibilidad para contrarrestar el pesimismo. Motivarlos a buscar soluciones cerativas y no culpables. Que entiendan que no existen los fracasos sino resultados de los cuales se aprende. Mindfulness: vivir el presenteLa palabra ‘mindfulness’, descrita por Christine Carter, PHD, se refiere a la concientización del momento presente. Un ejercicio: dele a su hijo tres uvas y pídela que escoja una, que la sienta en sus dedos, que la aplaste, que la mueva, que la toque, que la mire y le diga qué piensa. Que lleve su mano a su nariz, que la huela y sienta los aromas. Que sienta dónde están sus dedos y que se dé cuenta de cómo saliva. Que meta la uva en su boca y sienta en su paladar y labios las sensaciones, sabores y texturas. Que la mastique despacio. Que la deje en la boca y la trague cuando la ha masticado suficiente. Dele otra uva y pídala que la coma de inmediato. Pregúntele: “¿Sientes la diferencia?”. Es un ejercicio práctico para vivir el aquí y el ahora.Tarea para papás en casa...Los niños hoy en día viven en un medio lleno de estimulación visual y auditiva de todo tipo, por eso hay que procurarles un espacio para hacer otras actividades familiares: ayudar en el jardín, jugar juegos de mesa, dejar tiempo para la imaginación, leer un libro. Los masajes también son efectivos para relajarlos y en los más pequeños el estímulo táctil trae consigo mensajes de seguridad y paz. Se recomienda que aprendan yoga o Tai-chi, los cuales promueven el autocontrol.Los padres deben preguntar a diario a los hijos: “¿Cómo te sientes hoy? ¿Por qué estás irritado y de mal humor? ¿Algo te enojó hoy o te dolió? Evitar el juicio y la censura. Y expresar, a su vez, lo que los puso tristes o de malgenio. Los niños que crecen con mascotas desarrollan sentido de responsabilidad y se conectan más fácilmente con los demás. Les enseña nociones de amor, lealtad, empatía y vinculación con otros seres. A los más grandecitos les da fuerza psicológica y responsabilidad.

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