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“Cali y el Valle tienen un presente muy promisorio”: Mininterior

El vallecaucano Federico Renjifo Vélez, ministro del Interior, sostiene que la inestabilidad en el gobierno regional complica las cosas, pero que existen las oportunidades para salir adelante.

17 de junio de 2012 Por: Margarita Vidal

El vallecaucano Federico Renjifo Vélez, ministro del Interior, sostiene que la inestabilidad en el gobierno regional complica las cosas, pero que existen las oportunidades para salir adelante.

En el caso de Federico Renjifo Vélez cobra vigencia el viejo aforismo: “de casta le viene al galgo”, porque en su casa se mezclaban la política y la cultura en una afortunada amalgama amasada por Marino Renjifo, su padre, un recio patriarca liberal que fue alcalde de Cali, gobernador del Valle y senador de la Republica, y Amparo Vélez, una bella y elegante mujer, independiente y mandona, dueña de un sentido del humor que marcó época en la sociedad caleña de su tiempo.Federico ha dividido su interés entre la política e importantes cargos en el sector financiero. Fue concejal de Cali, candidato a la alcaldía y a la gobernación de su departamento, viceministro de Minas y Energía en el gobierno de César Gaviria.Estuvo en la constituyente liberal de 2000, fue viceministro de Hacienda de Juan Manuel Santos en el gobierno de Andrés Pastrana y participó activamente en la campaña presidencial que llevó al poder a Santos, quien lo nombró Secretario General de la Presidencia, y, recientemente, Ministro del Interior, para suceder a Germán Vargas Lleras.Ha ocupado también la presidencia de la Compañía Financiera Internacional, la presidencia ejecutiva del Banco de Colombia y la presidencia de la Asociación de Fiduciarias de Colombia, entre otros cargos del sector financiero.Ha tenido que realizar una tarea de titanes en la segunda etapa legislativa en el Congreso de la República, ya que el inicio de su gestión estuvo marcado por polémicos proyectos como la reforma de la justicia, el fuero militar y el marco legal para la paz, sin contar con la anunciada reforma tributaria que presentará el gobierno. Las apuestas van por ahora a su favor, ya que no solo se mueve como pez en el agua en el Parlamento, sino que a su extraordinario don de gentes, le añade dosis industriales de conocimiento y tacto político.Usted tuvo unos padres muy especiales ¿cómo los recuerda?Aún hoy, a pesar de que mi padre murió hace 25 años, mucha gente que estuvo en el sector público en su época me lo menciona con afecto y admiración. La gente lo recuerda como una persona muy sólida, de gran carácter, de principios y, a la vez, de un gran calor humano, así que es un recuerdo muy fuerte. Y tengo también la impronta de mi madre que era una mujer inteligente, llena de humor y muy independiente.No sólo eso, sino que escribía muy bien y le gustaba decir cosas políticamente incorrectas, ¿no?Permanentemente. Aunque mi padre estuvo siempre en la vida pública, a ella nunca le gustó la exposición pública. Tenía una cultura sólida aunque era autodidacta, y era una gran lectora. Días antes de morir le dieron el Grado Honoris Causa del Liceo Benalcázar. Era famoso su gran sentido del humor. Recuerdo una columna que tituló: “Una gobernadora de 2 en conducta”...Sí, era muy divertida y escribía bien, especialmente cuentos cortos y columnas – con seudónimo- en varias revistas culturales que surgieron en Cali, como Sagitario y La Cábala, fundadas por mujeres muy activas en la vida cultural de la ciudad como María Cristina Mera, Julia Pardo y Marta Uribe. Era un grupo donde había poquísimos hombres, entre ellos el filósofo y humanista Estanislao Zuleta. También escribió en la Gaceta Literaria de El País, con mucho humor.Ambos eran liberales, ¿no? Sí. Ella también era liberal pero tenía un criterio autónomo del partido, de los jefes y de sus dictados. Ella tenía su propia línea y un gran olfato político. Era una analista y consejera muy buena.A su padre le gustaba mucho esa manera de ser de Amparo, al fin y al cabo él era un liberal de racamandaca.Sí, era liberal de partido pero ‘godo’ en algunas cosas. A él le gustaba la independencia de mi madre y su manera de ser absolutamente rebelde que tuvo desde muy pequeña. Hace poco me reuní con Soffy Arboleda y unos amigos de mis padres, y me recordaban ese espíritu tan especial de mi madre.¿Usted participaba en las correrías políticas de su padre?Yo empecé a participar en política cuando él era senador por el Nuevo Liberalismo. Y aunque a mi padre no le gustaba que yo hiciera política y a Galán no le gustaba nada el nepotismo, yo, por una actitud un poco rebelde, me metí en una convención del Nuevo Liberalismo y salí elegido para la lista del Concejo de Cali, en contra de lo que ellos opinaban. ¿Cómo se acercó a Luis Carlos Galán?Galán era una gran figura política, tenía una personalidad muy atractiva y ya hacía parte de un movimiento fuerte. En Cali los grupos galanistas se convertían en cofradías de gente joven, y yo hice parte de ellas. Lo conocí más de cerca cuando hice campaña con él, y después me invitó a participar en los congresos ideológicos que hacía por todo el país.¿Y por qué su dualidad entre el sector financiero y la política?Pues uno no escoge a dónde va. Yo ahora estoy consagrado a esta labor en el ministerio porque tengo una cercanía muy grande con el presidente Santos desde hace mucho tiempo. Trabajé con él cuando estuvo en el Partido Liberal, luego en la Convención del partido, después en la Fundación Buen Gobierno, luego cuando fue candidato a la primera vuelta en Liberalismo y ahora como Jefe de Estado lo acompaño con total entrega. Pero salvo en ésta y en otras dos oportunidades, he estado siempre en el sector privado.Usted vivió mucho tiempo en Bogotá. ¿Qué tan caleño se volvió después?Nunca he dejado de serlo. Lo que sucedió es que mi padre era congresista y vivíamos en Bogotá. Nos devolvimos cuando lo nombraron Alcalde de Cali, y allí me gradué en el Colegio Berchmans. Yo me siento más caleño que cualquiera y me pasa una cosa divertida y es que cuando veo a un caleño empiezo a hablar caleño, pero si usted me dice ahora que lo hable, no puedo. (Risas). Estudió Derecho en la Javeriana e hizo cursos de Ciencia Política en París, cuando apenas había pasado el terremoto de Mayo del 68. Encontró un panorama distinto y muchas libertades de todo tipo. ¿Cómo la pasó?Me fui a París recién salido del colegio y, efectivamente, hice unos cursos de Ciencia Política. Allá viví tres años a principios de los 70, pero no le puedo contar todo lo que hice.Le brillan tanto los ojos, que puedo imaginármelo…(Risa) Es que era una cosa espectacular, muy dura también, pero en ese momento era una ciudad en ebullición que hacía relativamente poco había vivido el Mayo del 68 y los estudiantes se sentían muy orgullosos. Francia estaba en un buen momento económico y los universitarios podían vivir mejor y se sentían mucho más libres, de manera que gozábamos a plenitud una ciudad y unas condiciones muy especiales.Volviendo a la política, ¿por qué no se ha dejado tentar para la Alcaldía o la Gobernación del Valle, que necesitan sacudirse una clase política nefasta?El tema viene de atrás cuando empezaron a visibilizarse muchos problemas. Yo había participado muy activamente en el Concejo de Cali y había sido Viceministro del presidente Barco, que era un hombre muy especial, y quien una vez me dijo: “usted tiene que volver a Cali porque conoce los problemas de la ciudad”. Ya estaban empezando las campañas -por primera vez- de elección popular de alcaldes y gobernadores, y eso me motivó a postularme como candidato liberal a la Gobernación del Valle, pero como no salió bien, me vine para Bogotá.¿Por qué -salvo Rodrigo Guerrero- hemos tenido tan malos alcaldes?Entenderá que tengo algunas limitaciones para hablar del tema político, pero lo que sí creo es que el Valle tiene una circunstancia de inestabilidad política que ha sido nefasta para los intereses del departamento y de los vallecaucanos, porque así no se pueden construir proyectos a largo plazo, ni se tiene la capacidad de ser voceros reales frente a los estamentos del Estado. En la incapacidad que tiene el Valle para hacer esta conexión se ve precisamente esa inestabilidad. Otro factor es que desafortunadamente a la política en el Valle la han permeado –como en otras partes del país- los peores males que provienen del dinero sucio y eso hay que desterrarlo de la política nacional. ¿Es cierto que en Cali se presenta una fractura social que explica en buena parte el comportamiento de los votantes por malos candidatos?Yo no creo que se deba tratar de dividir a la sociedad caleña con fines políticos. No pienso que sea así en la realidad, pero se ha ido exacerbando el tema de los negros y los blancos, de los ricos y los pobres y eso no es sano. Ocurre que somos los receptores de las condiciones bastante difíciles que vive el entorno. En el Pacífico se concentran muchas oportunidades pero también el mayor número de problemas y como Cali es la que más podría generar empleo, recibe a toda la gente que llega y que requiere servicios públicos, transporte, empleo, vivienda y educación. Eso desborda la capacidad de la ciudad. Lo que sí es cierto es que los resultados de los últimos años no han solucionado problemas urgentes, pero Cali y el Valle tienen, no un futuro, sino un presente muy promisorio con los diversos TLC y con Buenaventura. O sea que nosotros tenemos allí un futuro que ya llegó.Y hablando de acuerdos comerciales, ¿en qué están interesados los chinos concretamente?Quieren hacer inversiones en petróleo, en oleoductos, en puertos, entre otros. Tenemos que aprovechar rápido esas oportunidades para crear una energía transformadora en Cali y el Valle.Ahora hay un buen puñado de caleños y vallunos en la administración y el gabinete de Santos, pero en Cali hay reclamos porque no se le dan ni la debida atención ni los recursos para solucionar problemas acuciantes. Se quejan del centralismo de Bogotá...No es así, pero el tema de la inestabilidad complica las cosas porque entorpece la capacidad de estructurar y coordinar proyectos y de darles seguimiento y coherencia, algo realmente absurdo en un departamento que le aporta tanto a Colombia como el Valle del Cauca. Hay gente de la región en el gobierno y yo de verdad me siento representante de los vallecaucanos en un cargo importantísimo para el país y también para la región. De tal manera que, en este caso, hablar de “centralismo” no es exacto.¿Cómo está ayudando el gobierno a Cali?La ciudad tiene magníficos nexos con el presidente Santos y el gobierno está haciendo desde hace rato una tarea con la Alcaldía sobre temas de seguridad, porque en esas materias Cali es una ciudad piloto. Los cuantiosos recursos que se aportaron para la realización de los Juegos Nacionales están jalonando una transformación. Ahora hay una gran oportunidad en relación con el problema que tenemos en el jarillón del río Cauca. Cali y el Fondo de Adaptación están haciendo estudios para concretar soluciones definitivas. El Alcalde está trabajando seriamente en eso.Se sigue dudando del anuncio de las cien mil casas gratis para los más pobres, porque coincidió con el bajón de popularidad del Presidente. Sus críticos dicen que fue una decisión improvisada y oportunista y que ese número no se acerca, ni de lejos, a las necesidades reales del país...Ni lo uno ni lo otro. Venimos estudiando eso desde hace mucho tiempo. El gobierno dijo que construirá un millón de casas y vamos a cumplir. El año pasado fueron 256 mil, pero esas son para quienes tienen capacidad de tomar hipoteca, un subsidio para la tasa de interés, o recibir fondos de las Cajas de Subsidio Familiar. Esas personas son bancarizadas. Esos programas continúan, pero los más pobres de los pobres no pueden ser bancarizados y eso hay que resolverlo. Vamos a sumar los subsidios que se estén dando y a cerrar financieramente el valor de esas casas para entregarlas. Le aseguro que no estábamos pensando en nada distinto a empezar a solucionar el tema de vivienda para los más necesitados. ¿Es cierto que el Marco Legal para la Paz es una preparación para hacer la paz con la guerrilla?Déjeme yo le explico eso de la forma más clara posible, porque tiene motivaciones altruistas. Las comunidades que han tenido conflictos internos como el nuestro han tenido que solucionarlos y, al mismo tiempo, diseñar la manera de quedar en paz con la sociedad a través de sistemas transicionales de justicia y no con el sistema tradicional de perseguir a cada delincuente, investigar hasta el último delito, hacerle un juicio y aplicarle una pena. Desde luego que la justicia regular es necesaria para procurar que la sociedad recupere su armonía. Ahora bien, nosotros estamos generando un cuadro constitucional para que el día de mañana eso se pueda hacer, porque las categorías de justicia transicional que hemos hecho antes no nos están dando resultados. ¿Por qué razón?Le pongo un ejemplo. Cuando a un postulado a Justicia y Paz le tienen que investigar más de mil homicidios y tiene una cédula falsa, suele ocurrir que al final la sentencia es por falsedad en documento porque no hay evidencia de lo demás. Resulta evidente entonces que no se va a poder abarcar todos los delitos y los hechos punibles. Hoy, 1.200 de los 4.000 postulados a Justicia y Paz, que suman centenares de delitos, para no hablar de los 30.000 desmovilizados que han entregado 345.000 hechos que hay que investigar. Es claro que la justicia no tiene la capacidad para investigar debidamente semejante cúmulo de delitos. Por eso estamos generando un marco constitucional que prevalezca y que permita reparar a las víctimas, para que no solamente tengan justicia sino que puedan saber la verdad de lo que pasó, que es lo único que les interesa.Y, ¿cómo se va a financiar semejante macroproyecto?Tenemos instrumentos fundamentales que ya están operando, como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Las víctimas no van a tener que esperar cien años para que se les reconozca como tales. Hemos destinado un recurso enorme para ese efecto: $55 billones en diez años. ¿Cuántos trinos lleva Uribe hoy? ¿Cómo manejan todos ustedes ese ‘karma’?El de Santos es NPU (no peleo con Uribe) y el mío es NPPU (no puedo pelear con Uribe), (risa). No tengo la menor intención de controvertir con el ex presidente Uribe y respeto sus opiniones en la medida en que podamos entendernos, y en que sean reflejo de una realidad que nosotros podamos reconocer y discutir. El ex presidente a veces expresa opiniones que no compartimos y nos tenemos que desligar porque nuestras soluciones son diferentes de las que él propone.Muy loable, pero, en verdad, ¿no le parece que ese oponerse a todo y a toda hora dificulta la labor del gobierno?Bueno, yo creo que eso no es sano ni para el país ni para la política. Nosotros tenemos un plan de gobierno y nuestra meta es cumplirlo, de modo que trabajamos todos los días para no desviarnos de nuestro objetivo y lograr que el Congreso siga activo como hasta ahora, y apoye al gobierno de una forma crítica y proactiva. Nos parece que el tema de la gobernabilidad es un activo enorme de Colombia. El presidente Santos ha dicho que muchos de los países que hoy tienen inestabilidad en Europa es porque no emprendieron a tiempo las reformas necesarias, o porque no pudieron trabajar Ejecutivo y Legislativo al mismo tiempo, o porque tienen que discutir hasta el infinito y no logran llegar a acuerdos.Se critica también la lenta ejecución de las obras de reconstrucción y ayuda a los damnificados del invierno.Hubo muchos recursos en Colombia Humanitaria y en el Fondo de Calamidades. Más de $5 billones fueron ejecutados por los ministerios y por entidades regionales. Alrededor de 4.800 obras adelantadas en medio de dos inviernos tremendos. Los nuevos alcaldes y gobernadores están terminando las obras que venían haciendo sus antecesores. La ejecución está cambiando drásticamente.Para terminar, ¿va a acompañar al presidente Santos en su reelección, como siempre lo ha acompañado?El Presidente le ha dicho al país que esa palabra no existe por ahora, y por lo tanto debemos trabajar para cumplir con los objetivos trazados en esta administración.

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