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Así viven indocumentados colombianos que esperan reforma de Obama

Inmigrantes colombianos en Estados Unidos hablaron con El País sobre la reforma migratoria promovida por el Congreso y el presidente Barack Obama que beneficiaría a once millones de indocumentados.

4 de febrero de 2013 Por: Edwin Giraldo Ruiz | Corresponsal de El País en Washington.

Inmigrantes colombianos en Estados Unidos hablaron con El País sobre la reforma migratoria promovida por el Congreso y el presidente Barack Obama que beneficiaría a once millones de indocumentados.

Hace tres años que Mario Palacio conduce por las calles de Rhode Island sin una licencia. Incluso, solía cruzar toda la costa Este al volante de vehículos que la compañía para la que labora vendía a clientes en otros estados, pues en el norte las subastas de carros son famosas por sus precios bajos. “… Con decirle que, en un año, manejé seis veces hasta Miami”, cuenta.Esta infracción en Estados Unidos puede generar todo tipo de sanciones para un indocumentado. Todo depende del reporte de las autoridades y del Estado donde se cometa el ‘pecado’. Mientras en Rhode Island podría perder el auto y recibir una elevada multa, en Arizona podría ir preso o enviado al país de origen.Mario tampoco tiene un seguro de salud, pero sabe que por ley lo atenderán en cualquier hospital en caso de emergencia. Hace unos años se lesionó la espalda al rodar por unas escaleras cuando sacaba la basura y fue atendido con todos los recursos médicos del primer mundo en una clínica de su barrio. Eso sí, le llegó una cuenta por US$9000 que nunca pagó. Y nunca la pagará, a menos de que se presente una situación ‘extraordinaria’.Este hombre, de jovial semblante y envidiable tranquilidad, aprendió a vivir lejos de su natal Medellín sin los beneficios de un ciudadano común. A sus 53 años no puede solicitar una licencia de conducir, un trabajo legal o un crédito bancario, tres de los pilares del sueño americano.¿Cambiarán sus vidas?Se estima que once millones de personas se beneficiarán de la reforma migratoria que el presidente Barack Obama y ambos partidos del Congreso intentarán aprobar este año. Los detalles no se conocen, pero esta semana Obama y varios legisladores detallaron algunos principios sobre los cuales se empezará a negociar.Las diferencias, hasta ahora, se centran en la velocidad con que el Presidente quiere que los indocumentados se conviertan en ciudadanos. Los republicanos proponen alternativas de legalización distintas, como permisos temporales, y exigen que la frontera con México tenga mayores controles.En lo que están de acuerdo todos es en corregir los defectos de la reforma migratoria de 1986 por Ronald Reagan. La crítica generalizada es que legalizó a millones de personas, pero no aseguró dos elementos vitales: que todos pagaran impuestos y que las agencias migratorias quedaran fortalecidas, especialmente las que vigilan la seguridad en la frontera.Obama reveló su propuesta frente a una multitud en Nevada, y no fue coincidencia, porque pese a ser un estado republicano, ha recibido en las dos elecciones el apoyo de la población hispana. Mario escuchó con atención las noticias y se ilusionó: “Vamos a ver lo que logra el negrito”, afirma.¿Cómo vive un indocumentado?Para hacerse a una idea de cómo vive un indocumentado en EE.UU., hay que reconocer que el sistema migratorio ha colapsado y que, a pesar del drama que padecen tantas personas, se aprende a vivir en la ilegalidad. Incluso, este aprendizaje se transmite de generación en generación, pues muchos fueron traídos cuando eran niños y se convirtieron en una especie de gringos con inglés perfecto, pero sin derecho a acceder a los beneficios del país que los vio crecer.En EE.UU. la licencia de conducción equivale a la cédula en Colombia. Si una persona no maneja, puede sacar una identificación que tiene igual valor. En ambos casos hay que estar legalmente en el país.La licencia significa todo: carro, trabajo y crédito. Sin ella en la billetera, la persona entra en una nebulosa. Sin embargo, las leyes estatales fluctúan en materia migratoria y en algunos lugares se han gestionado licencias para indocumentados.Por ejemplo, hace tres años, grupos defensores de derechos de los inmigrantes lograron que las autoridades en Rhode Island entregaran estos permisos. Mario aprovechó y obtuvo su licencia. Pero ésta ya expiró y la legislación no existe.Estas oportunidades, cuenta Alex Rojas, bogotano de 44 años residente en Maryland, eran más frecuentes antes de los ataques del 11 de septiembre. Desde entonces, se fortalecieron las normas de seguridad y “obtener o renovar una licencia se hizo más complicado”, explica.Alex está en el país hace 15 años. Llegó como estudiante, se enamoró de la política en Washington, y aprendió a vivir tranquilo mientras gestiona su documentación porque dejó vencer su visa en 1999.Cuenta que en Virginia, donde también vivió, los cambios se sintieron con fuerza después del 9/11. Siendo una área laxa con las licencias, sus autoridades recibieron muchas críticas porque varios de los perpetradores del acto terrorista diligenciaron sus permisos de conducir en ese Estado.Alex, que trabaja hace 10 años en un restaurante familiar, dice que para identificar los tipos de inmigrantes ilegales y sus dificultades para prosperar se resume en dos grupos: quienes llegan con visa y quienes cruzan la frontera.Quienes llegan con visa, explica, generalmente tienen cierto grado de educación; mientras aquellos que se arriesgan por la frontera ni siquiera tienen un pasaporte en la mayoría de casos. Pero, aun así, la falta de documentación legal complica mucho la actividad laboral.Sobre ‘derechos’ laboralesUn aspecto importante en la negociación de la reforma migratoria, según Álex, será encontrar la forma para que el ingreso de tantas personas al mercado laboral legal no represente más gastos para el empleador.Normalmente, quien contrata ilegales se ahorra el dinero de los parafiscales. “Habría que ver qué impacto tiene la reforma sobre negocios como el de restaurantes, por ejemplo, del cual viven millones de personas en el país”, concluye.Así las cosas, los próximos meses serán determinantes para una reforma migratoria que está en un momento histórico. Obama y los republicanos deberán pensar desde el aporte de una nueva enorme fuerza de trabajo a la reparación de la economía, hasta las licencias vencidas, el acceso a la salud y el crédito. Así Mario tendrá su licencia y Alex, su ciudadanía.

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