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Viudas de taxistas buscan crear fundación para apoyarse económicamente

Hasta el momento, el grupo está compuesto solo por 18 mujeres, todas con hijos, la mayoría sin empleos formales y sin ayudas de salud o de pensión póstuma. Desde que decidieron dar la pelea juntas, en 2007, han logrado pequeños triunfos.

18 de mayo de 2011 Por: Elpais.com.co I Redacción

Hasta el momento, el grupo está compuesto solo por 18 mujeres, todas con hijos, la mayoría sin empleos formales y sin ayudas de salud o de pensión póstuma. Desde que decidieron dar la pelea juntas, en 2007, han logrado pequeños triunfos.

Todas coinciden en que se trata de una hazaña irrepetible: aunque todavía no han cumplido los requisitos legales para convertirse en una fundación, las viudas de taxistas asesinados en Cali están de acuerdo en que es simplemente extraordinario haberse encontrado, haberse unido y, juntas, haber vencido el drama de quedar solas, sin esposos y peor aún, sin manera de sustentar económicamente sus hogares.Hasta el momento el grupo está compuesto por 18 mujeres, todas con hijos, la mayoría sin empleos formales y sin ayudas de salud o de pensión póstuma porque sus esposos eran taxistas que, a la hora de su fallecimiento, no tenían ningún beneficio social.Desde que decidieron dar la pelea juntas, en 2007, como un grupo oficial de viudas, han logrado pequeños triunfos. Ayudadas por Johny Rangel, el representante legal del gremio de taxistas en Cali, pudieron hacer, en 2009, que la muerte de un conductor de taxi sea tratada como de alta prioridad por las autoridades. Ahora, cada vez que hay un crimen en contra de ellos hay una recompensa automática de cinco millones de pesos que es ofrecida por la Policía y la Alcaldía para dar pronto con los responsables.Pero, la verdadera victoria es poder encontrar un hombro sobre el cual llorar la pérdida pero que, al mismo tiempo y sin que nadie se lo pida, ofrece alguna posibilidad laboral, algo muy poco probable en una ciudad con una tasa de desempleo del 16,8%, según el Dane. Por ejemplo, así lo hizo el grupo de 18 viudas con Shirley Pérez, que en febrero de 2009 y embarazada de seis meses, quedó viuda luego de que su esposo fuera la única víctima del atentado con bomba al complejo de la Policía de Cali cuando transitaba por la Carrera Primera.A Shirey la consolaron cuando creyó que el mundo se había terminado: su hijo había conocido la tragedia sin siquiera haber nacido y estaría condenado a una vida de rebusque porque su padre le fue arrebatado en segundos,mientras, irónicamente, trabajaba para sostenerlo. Las viudas le ofrecieron empleo en un restaurante que ellas fundaron, con capital propio, obtenido de recolectas y rifas. Fundaron un comedor con la principal característica de ser exclusivo para taxistas en la Autopista Simón Bolívar con 26M y lo llamaron ‘La torre Marlén’.Allí emplearon a Shirley, pero también a otras viudas que estaban igualmente desempleadas. Se turnaban para atender 24 horas y ofrecieron desayunos a $2.000 y almuerzos y comidas a $3.500 para ser más competitivas. Al principio, su éxito fue tal que llegó a oídos del ex presidente Álvaro Uribe, quien vino a Cali a verlas y se ofreció para ayudarlas.Pero solamente estuvo abierto durante seis meses. Pudieron más las deudas.Hubo días que tuvieron que pedir donaciones de comida en estaciones de radio para poder atender a la clientela, porque el arriendo del local era tan elevado que apenas si les alcanzaba para víveres y pago de servicios. Por eso, hace dos meses tuvieron que cerrar por falta de recursos. Pese a ello, junto a ellas, Shirley encontró sustento y un poco de paz. Allí también trabajó por pocos días Yamileth, otra viuda, que es quien menos tiempo lleva sola: dos años. Tiene un niño de 10 años y, hoy en día, un empleo que le da para comer y vivir bien.Ella dice que, en parte, la razón de que ella hoy tenga trabajo y a su pequeño hijo estudiando en el colegio es ese grupo de viudas que ella no conocía hace dos años.Jura que luego de que en agosto del 2009 la llamaran a decirle que había un cadáver en Medicina Legal que estaba registrado como N.N. y que tenía algunas de las características de Jaime, su pareja, lo primero que pensó fue en morir con él.Llevaban 10 años juntos. Habían formado un hogar. Incluso, él planeaba retirarse del oficio para empezar en otra parte, un poco temeroso de que la muerte parara su carro en cualquier esquina.Pero, cuando pensaba que su futuro era un hoyo negro, las viudas la encontraron. Vio, como en un espejo, cómo otras vivieron su mismo calvario y cómo esas mismas mujeres salieron adelante y le tendían la mano. Dice que gracias a ellas decidió volver a levantarse en las mañanas para buscar un empleo, que finalmente hace un año, por recomendación de sus nuevas amigas, consiguió.Y le agradece a Johny, ese ángel sin alas, que anda en un carro amarillo, que un día la llamó y le dijo que ya habían reunido, con las viudas, cerca de dos millones de pesos que le entregaron con la única condición de que los usara para cubrir los gastos del sepelio y nada más.Ella dice que ese dinero bien se pudo invertir en el restaurante, por ejemplo, o en otro negocio, pero que prefieron dárselo a ella. Pero, es que como dice María Elena Cuéllar, otra viuda, hasta el cierre del restaurante se puede ver como una bendición. Cuenta que ese fue el primer paso para que se tomara la determinación de crear una fundación, legalmente constituida, que permita canalizar ayudas de manera más efectiva. Los trámites están a cargo de Johny Rangel y de algunas de las viudas más antiguas y parecen ir bastante avanzados hasta ahora. Ellas son optimistas. Esperan que a junio de este año ya hayan logrado establecerse y así empezar a pedir ayudas oficiales al Gobierno y a otras ONG internacionales, que desde ya se han mostrado interesadas en ofrecer respaldo.Por eso, hoy no se rinden. No ven realizado su propósito principal todavía, pero Yamileth, María Elena, Shirley insisten en que van a seguir adelante con su proyecto, porque aunque en lo que va corrido del 2011 no se han presentado asesinatos de taxistas, la memoria de sus esposos merece el esfuerzo y juran que la escalera para huir del dolor se sube peldaño a peldaño.

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