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Vecinos piden acabar con la delincuencia que azota a Ciudad Jardín

Un caso de violencia registrado en las calles de este barrio de la Comuna 22 alarmó a sus vecinos. Una universitaria fue abordada por un hombre, en una trocha que conduce a Gualanday. Policía pide más prevención.

18 de octubre de 2012 Por: Karen Daniela Ferrin y Lorena Arana, reporteras Vivir Ciudad Jardín

Un caso de violencia registrado en las calles de este barrio de la Comuna 22 alarmó a sus vecinos. Una universitaria fue abordada por un hombre, en una trocha que conduce a Gualanday. Policía pide más prevención.

El Sendero de la Virgen fue el escenario de un triste episodio, eterno en la memoria de Marcela(**), una universitaria de 22 años, vecina de Ciudad Jardín.Corría el sábado 1 de septiembre de este año; las 2:00 de la tarde se acercaban y la joven se preparaba para una actividad que había hecho parte de su rutina hasta esa tarde: salir a trotar y ejercitarse por el barrio. Que al sendero, que subir por el Lago de la Babilla hasta la Iglesia Transfiguración del Señor y devolverse. Más ese día, escogió lo primero y esa decisión lleva, ya, casi 30 días atormentándola.Hija de profesores y hermana de un diseñador gráfico; Marcela, tarareando un poco de ‘By Defection’, de Dixie Yure, que sonaba en su Ipod, terminaba su recorrido, a la altura de la Calle 11 con Carrera 103, por ese sendero de 750 metros de largo, que nace en la Calle 13 con Carrera 103 y en el que cualquiera puede sumergirse entre la fauna y la flora que convierte a esta comuna en un pulmón verde de la ciudad. No había pasado mucho tiempo desde que entró al estrecho camino que da hacia Gualanday, cuando de repente, y agarrándola de la maleta que llevaba sobre su espalda, fue abordada y tirada al piso, de un golpe.Su victimario, un hombre alto y robusto de unos 25 años, de tez negra, que además empezó a golpearla en la cabeza con el termo que ella llevaba, para continuar con un puño en el rostro de la joven de 48 kilos, cabello rubio y ojos cafés.Acto seguido, le robó el celular y la dejó amarrada, de pies y manos, con los cordones de sus propios zapatos. Solo ella sabe el esfuerzo que hizo por liberarse de los barrotes que fueron, a su persona, estos nudos.Solo ella sabe lo que fue caminar de vuelta a su casa y contar lo sucedido a sus padres. Solo ella sabe cómo recrea su mente este momento cada vez que cierra los ojos.Solo ella sabe lo que llora, sumida en sus recuerdos, a la hora de dormir. Ahora, recuperada de las contusiones en su cuerpo y los arañazos en sus brazos, Marcela sufre pensando en la suerte que correría cualquiera de sus vecinas en manos de este hombre.La idea que se tiene de Ciudad Jardín es que es un sector seguro, porque es lo que, culturalmente, supone el estrato; pero, la inseguridad, en este caso, le jugó una mala pasada.Ella, como ciudadana, se pregunta: ¿qué hará la comunidad? ¿Qué hará la Policía? ¿Qué hará el Comandante encargado de esta comuna? ¿Y si fuera su hija? Acabar con la indiferencia Amparo de Arana, del Comité ambiental de la Junta de Acción Comunal de Ciudad Jardín, dice que se siente impactada por lo sucedido, sobre todo porque “los robos ya son tan frecuentes que, al parecer, pierden impacto entre las autoridades y la gente, que se vuelve indolente en estos casos”.Sin embargo, destaca que poco a poco sus vecinos han empezado a apropiarse de lo que sucede en su barrio.“El año pasado, una ola de robos en unas quince casas hizo que un grupo de personas se uniera y creara una fundación de vigilancia, parecida a lo que hace Corpopance”, explicó.Santiago Rentería, otro morador, señaló que “por el estrato, las calles solitarias y la cantidad de árboles en los que se pueden camuflar, Ciudad Jardín ha sido escogido por los ladrones”. Por ello, después de lo sucedido a Marcela, Amparo se encargó de escribir una circular para entregarla a los habitantes de 25 conjuntos residenciales e iniciar una campaña que permita acabar con la indiferencia.Lo mismo señaló el comandante de la Estación de Policía La María, mayor Andrés Felipe Chacón, quien hizo un llamado a la comunidad para que “denuncie a los delincuentes que los atracan. Si los vecinos no lo hacen, el ladrón seguirá en las calles haciendo más daños”.De esta manera, entre vecinos y patrulleros, se aborda a los caminantes de la zona y a los feligreses que acuden a las iglesias La María y Transfiguración del Señor para impartirles recomendaciones.Entre ellas, está el hacer ejercicio en horas concurridas, evitar caminar por zonas boscosas o solitarias “y tratar de que la música que se escucha con audífonos, no nos distraiga por completo”, agregó Diego Barreto, presidente de la JAC de Ciudad Jardín.Según él, “el llamado es a estar atentos, a no exponernos al peligro”.“No dar ‘papaya’ con los celulares de alta gama y demás objetos ostentosos, ni dejar el carro abandonado. El primer policía, es uno mismo”, insistió el mayor Chacón. Multicentro vive su propio karma Para algunos vecinos de Multicentro, atravesar el parque es un karma. La escena de mujeres nerviosas que abrazan sus bolsos mientras caminan por el puente ubicado sobre el río Meléndez raya en lo frecuente.“A cuántas de ellas no les han arrebatado sus pertenencias antes de llegar al extremo contrario de la estructura. Yo no lo recuerdo”, lamenta Francisco Mejía, habitante de la Calle 12 con Carrera 85. Según él, los delincuentes se esconden debajo del puente y sorprenden a sus víctimas cuando están en la mitad del mismo.Por su parte, Carlos Cadavid asegura que los jíbaros “esconden la droga entre los matorrales del parque. En la noche, el expendio del vicio y el consumo se da con la misma intensidad que los atracos”. La inseguridad del barrio ya no se puede ignorar. Recordemos que acá fue violada una jovencita por uno de estos maleantes”, agregó.Para Miriam Correal, líder del sector, la venta de cachorros en el parque tiene mucho que ver.“Eso ha llevado a que la zona en la noche sea un sitio de ventas de estupefacientes. Es necesario erradicar esas ventas de perritos, por cuanto el parque es para recreación, no para negocios en la vía pública, además que obstaculiza el flujo vehicular”, expresó. Ante la problemática, los vecinos solicitaron a la Dirección de Bienes e Inmuebles del Municipio que les permitan ejercer un control de la zona verde mediante cerramiento con puerta peatonal.“Sin embargo, no nos respondieron nada”. Correal explicó que “que quede claro que no estamos pidiendo que se cierre por completo el parque, sino un control de lo que sucede en el mismo, para que sea utilizado solo para la recreación”.

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