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'Un regalo, una sonrisa': Kelly espera por un regalo de navidad

Campaña de El País, 90 Minutos, Cruz Roja y la CCC para recolectar obsequios para niños del centro.

17 de diciembre de 2011 Por: Redacción de El País

Campaña de El País, 90 Minutos, Cruz Roja y la CCC para recolectar obsequios para niños del centro.

Kelly ya armó el árbol de navidad en su casa. Lo hizo con sus dos hermanitos, de ocho y cinco años. Luce tranquila pese a que muchas veces las cosas no son fáciles para ella. Su papá fue asesinado hace una semana. Ella es uno de los niños del programa Panica, de la Cruz Roja, que en esta navidad esperan recibir un regalo gracias a la campaña ‘Un regalo, una sonrisa’.Así será gracias a la iniciativa convocada por El País, el Noticiero 90 Minutos, la Cruz Roja y la Cámara de Comercio de Cali, en la que se invita a los caleños a donar obsequios para los niños de este programa, que busca ocupar positivamente su tiempo libre. Los destinatarios de los regalos están entre los 7 y los 16 años y habitan en barrios como San Bosco, El Calvario, Sucre, San Pascual, Santa Rosa, Manuela Beltrán y Decepaz. Kelly ha elegido el fútbol como su gran pasión. Comenzó a jugarlo desde pequeña y desde hace un año lo tomó como su vocación. Sueña con hacer parte de la Selección Colombia y en esta navidad quisiera un balón nuevo. Su ídolo es Cristiano Ronaldo.Con Panica entrena los sábados. Hace poco participó en un campeonato que este programa organizó. En él jugaron 408 personas y de los 34 equipos el suyo quedó de subcampeón.Normalmente es la única niña en su grupo, pero dice que no se siente diferente. Asegura que cuando sus compañeros ven que a ella no le da miedo, la empiezan a ver como un niño más. “Lo difícil es quitarles el balón”, relata. “Cuando crezca quiero salir de aquí”Ya que Kelly no vivía con su padre desde hace unos meses, dice que no tenía un lazo muy estrecho con él. Su muerte, sin embargo, la tomó por sorpresa y la indignó. “Le dieron cuatro puñaladas, acá, acá, acá y acá”, explica señalando cuatro puntos de su cuerpo, con la exactitud de un enfermo que muestra dónde le duele. Lo que más la impactó es que “todo fue por robarle una candela (encendedor) en el día de las velitas”. No es la primera vez que escucha una historia de ese tipo, pero no pensó que le sucediera justo a su papá. “Por eso es que cuando crezca y tenga plata quiero irme con mi familia a un lugar mejor. Acá es peligroso, por eso no salimos mucho”. Por las mañanas, Kelly estudia, luego almuerza en su casa en San Bosco y a la una y media camina hasta una cancha en La Luna, donde su profesor les enseña fútbol a ella y a otros niños. Allí está hasta las seis de la tarde, cuando regresa a casa. Reconoce que su mamá, que es recicladora, trabaja duro para sacarlos adelante. Sin embargo, a veces no puede ir a los entrenamientos, que valen mil pesos diarios, porque “no alcanza la plata”. La pequeña futbolista de todas formas intenta entrenar a diario, porque la calle no le gusta, ni para ella ni para sus hermanitos. Dice que el mayor va a ser arquero y el otro también futbolista. Y su deseo en esta navidad es precisamente pasarla con su familia. Aunque quisiera reemplazar su viejo balón, al que se le han desprendido varios pedazos.

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