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Cali también será la 'sucursal de la bici'

Una ciudad con más pedales y menos motores. Más saludable y más amigable. Eso es lo que soñamos hoy, cuando Cali empieza su apuesta por la bicicleta. Si lo hacenos bien, así cambiará Cali en 2026.

24 de abril de 2016 Por: Redacción de El País

Una ciudad con más pedales y menos motores. Más saludable y más amigable. Eso es lo que soñamos hoy, cuando Cali empieza su apuesta por la bicicleta. Si lo hacenos bien, así cambiará Cali en 2026.

Una ciudad con más pedales y menos motores. Más saludable y más amigable. Eso es lo que soñamos hoy, cuando Cali empieza su apuesta por la bicicleta. Si lo hacenos bien, así cambiará Cali en 2026.

 

 

Cali al fin se mueve en bicicleta. Esa Cali en la que antes resultaba un sueño llegar de esquina a esquina pedaleando, donde los ciclistas terminaban arrinconados por los carros, donde las ciclorrutas eran caminos que empezaban pero que no siempre se unían y entonces a veces no terminaban, esa Cali ha cambiado.

Hace diez años, cuando en Cali se habían contabilizado 200.000 personas movilizando sus vidas a ritmo de pedal, el secretario de Infraestructura de aquella época, Juan Carlos Orobio, hablaba de la apuesta que entonces pretendían hacer para lograr el sueño. Había sido denominada La Revolución de la Bicicleta en la Ciudad: “Queremos una transformación, por eso la idea es llegar a los 228 kilómetros de redes de ciclorrutas, sumando más carriles segregados, para darle cobertura a todo Cali. Vamos a tener una política de estímulo no solo desde las obras necesarias, sino desde el punto de vista cultural, desde el respeto, desde los usuarios de otros transportes, una política que dignifique al ciclista”.

De esta manera, creía el funcionario, era cómo debía empezar el cambio en la movilidad que Cali urgía. Para ese tiempo el Plan Maestro contemplaba un trazado total de 340 kilómetros, que poco a poco se fue consolidando a través de obras que, iniciando en el 2010, terminaron siendo determinantes pues  constituyeron en el punto de partida para que  la vía a Pance, el Parque del Río y el Corredor Verde, quedaran al fin integrados al mapa de los ciclistas caleños.  

“Además de completar la red de ciclorrutas está contemplado construir estaciones de cicloparqueo, puntos de hidratación, se contempla  un programa de bicicletas públicas articulado al sistema masivo, espacios de cicloparqueo en edificios públicos como al Alcaldía, todo en un sistema de seguridad. Si hoy 200.000 personas andan en bicicleta, en diez años deberíamos doblar el número de viajes”, proyectaba entonces el Secretario de Infraestructura.

Coincidente con esa proyección, el doctor en Ingeniería de Transporte Ciro Jaramillo, había destacado la importancia que tendría la construccuón de otros corredores: el de la Avenida 2N, que luego baja por la Calle 34 para  desembocar en la calle 34 y finalmente conectarse con la Avenida Tercera Norte, es uno de ellos. 

 Diez años atrás, cuando el director financiero y administrativo de Metrocali era Juan Carlos Echeverry, también fue determinante la decisión de empujar, de manera prioritaria, la construcción de 35 kilómetros de bicicarriles, 22 de los cuales en torno a las estaciones de Andrés Sanín y Universidades, que posibiltaron nuevos circuitos de integración de pasajeros al MÍO.

Por densidad poblacional, desde hace una década Cali ha sido la ciudad con más ciclistas urbanos del país. En algún momento, cuando Bogotá todavía era habitada solo por ocho millones de habitantes, en la capital de la República llegaron a contarse más ciclistas, pero la proporción de viajes era casi la misma de Cali por lo que el primer lugar, desde entonces, es para la capital del Valle. Para el 2012, de acuerdo con un análisis de Salud Pública y la Universidad del Valle, el 12 % de la ciudad se movía  a bordo de una bicicleta.

En abril del 2016, Jorge Rojas, activista y representante del colectivo Cicloamigos, decía que tan importantes como las obras que en ese momento se iniciaban, era el plan de cultura ciudadana que permitiera edificar, a la par, una visión más amplia del ciclista en la calle. 

Rojas hablaba de la necesidad de una política a partir de la cual se pudieran tomar las medidas requeridas para garantizar los derechos de los ciclistas sobre la vía: “Hasta ahora la formación de la gente está centrada en un tema técnico, en el tema de señalizaciones e identificaciones, pero no en el reconocimiento de la convivencia en la calle. Los arquitectos se equivocan: las calles no son para pasar de un lado a otro, en las calles se vive, se convive, se relaciona uno con el otro, con la ciudad, buena parte de la violencia se tensiona y se gesta en la calle”.

Duvalier Sánchez, el asesor para la movilidad en bicicleta que para ese año tenía la ciudad, hacía por ese tiempo hincapié en un un asunto similar. Viendo hacia el futuro, para él iba a ser vital la construcción de cicloparqueaderos que le proporcionaran más facilidades a los hombres y mujeres, a los ancianos, a los niños estudiantes que alcanzaban el mundo a pedalazos. 

“Como es vital la seguridad. En ese componente es clave que la infraestructura que se haga tenga buena iluminación, buena señalética, los prados y la vegetación siempre a nivel. Tenemos que hablar con la Policía para que genere recorridos con cuadrantes en bicicleta, debe haber cámaras en puntos neurálgicos”.

Hoy, al ver la ciudad desde una bicicleta, es posible  ver también  la forma en que fue proyectada: un  sueño rodando de esquina a esquina. 

 *Informe prospectivo realizado con información de la Secretaría de Infraestructura, Metrocali y la Asesoría para la Movilidad en Bicicleta.

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